La radio como el salón de clases en la selva amazónica
La pandemia impactó en la comunidad coreguaje, en el departamento de Caquetá.
by Daniel Mateo Chacon OrduzEn este inhóspito lugar en medio de la selva no sale ni entra una sola llamada por celular y muchas veces pueden pasar días sin que un bombillo alumbre por la falta de energía eléctrica. Y, ahora, encontrarse con sus amigos del colegio también es imposible para los niños del pueblo coreguaje, en el municipio de Milán, en Caquetá. Desde hace dos meses, su escuela es su casa y sus profesores no hablan frente al tablero. En cambio, dan sus lecciones a través de la radio.
“Con ustedes, La chagra educativa, una nueva experiencia de educación propia e intercultural en cuarentena por el covid-19. ¡Quédate en el territorio, quédate en el resguardo en tiempo de pandemia, para fortalecer la seguridad y soberanía alimentaria!”.
Así comienza cada mañana, a las 8 a. m., el programa radial en el modesto estudio de grabación de Coreguaje Estéreo, una iniciativa que se creó para llegar a los más de 530 estudiantes del Instituto de Estudios Rurales Indígena Mama Bwé Reojaché, quienes permanecen confinados junto con sus familias en sus casas.
Esta es su nueva realidad. Atrás quedaron las clases, asistir a un salón yhablar con sus profesores. La pandemia los tomó por sorpresa. El virus no ha llegado a su resguardo Aguas Negras y los únicos casos confirmados a la fecha en el departamento están en Florencia y San Vicente del Caguán.
Actualmente, el 97 por ciento de los estudiantes del departamento han podido cumplir las clases escolares desde casa en los 15 municipios no certificados, gracias a las herramientas de apoyo pedagógico, de acuerdo con la secretaria de Educación, Yovana Peña.
Pero en algunas partes ha sido más difícil que en otras. Las doce sedes de este colegio en Milán permanecen cerradas, acatando las órdenes nacionales en cuanto a la emergencia sanitaria, con grandes dificultades de comunicación.
“Tuvimos que cerrar de imprevisto y no estábamos preparados. Tenemos en todas nuestras sedes rurales a los niños más pequeños y en la sede principal en el casco urbano, que también sirve como internado, a los más grandes, los de bachillerato. Todos fueron enviados a sus comunidades a pasar la cuarentena con sus familias”, recuerda la hermana Aracely Serna Restrepo, misionera de la madre Laura y rectora del colegio.
Serna, que lleva cinco años al frente de la institución, asegura que cuando se conoció la noticia del cierre del colegio, la preocupación se extendió a grandes velocidades. Los líderes del pueblo coreguaje, que se caracteriza por ser muy unido, con un amplio sentido de comunidad, habían trabajado por años para crear junto con la institución y las autoridades departamentales el modelo pedagógico coreguaje, una forma de enseñanza única en el país, diseñada para preservar sus tradiciones, aunque también favorece el intercambio cultural. Con la cuarentena temían que sus esfuerzos se vinieran abajo.
La chagra y la radio
Coreguaje, o ko’reuaju, como se pronuncia en esta lengua nativa, significa los ‘nacidos de la tierra’. La yuca, el ñame y el plátano forman parte del ADN de este pueblo amazónico, que en otro tiempo sufrió el exterminio de sus líderes a manos de grupos armados.
Su conexión con la tierra es ancestral, y la chagra, su método tradicional de cultivar sus alimentos, es sagrada. Una tradición que en los últimos años fue cediendo terreno a la ganadería y los cultivos de coca, una forma más fácil de conseguir recursos económicos, aunque a costa de sus tradiciones.
“La chagra es la forma en que los pueblos amazónicos cultivamos nuestros alimentos. Lo que la diferencia de otros métodos es que son áreas que favorecen el policultivo, es decir, se siembran alimentos diferentes en el mismo terreno, al contrario de la tendencia occidental de hacer grandes monocultivos. Hay una conexión directa con la tierra, que es la que nos da nuestro alimento”, explica José Piranga, miembro de esta comunidad.
El Instituto de Estudios Rurales Indígena Mama Bwé Reojaché creó su modelo pedagógico a través de las chagras. Los estudiantes no solo aprenden de matemáticas, física o química. También aprenden a cultivar la tierra y mantener viva su chagra, a preservar su tradición oral y a convivir en comunidad incluso con los campesinos mestizos de la región.
Pero la pandemia llegó y rompió la manera como se daban clases. Los padres dejaron a sus hijos en casa, donde ayudan en las labores de la chagra, con poco tiempo para seguir estudiando.
Pese a esto, Serna, junto con sus 30 docentes, emprendió la tarea de llevar educación a cada rincón de la selva amazónica donde viviera uno de sus alumnos.Por medio de guías académicas entregadas junto al Plan de Alimentación Escolar (PAE), los profesores empezaron a poner tareas a sus estudiantes.
“El problema era que a los chicos les era muy difícil entender sus tareas. A algunos les cuesta mucho el español y el coreguaje es una lengua no escrita. Y encima muchos de nuestros estudiantes viven en zonas muy apartadas del casco urbano. Es imposible el acceso ainternet y auna señal telefónica. ¿Cómo íbamos a resolver sus dudas si los docentes también cumplen con la cuarentena y no pueden trasladarse a los territorios?”.
La respuesta surgió de Arley Solano, un joven del municipio de Milán, apasionado por los medios de comunicación, quien pensó en revivir Coreguaje Estéreo, la emisora comunitaria del resguardo que llevaba ocho años sin funcionar debido a que se quedó sin licencia.
Puede que en este apartado rincón del sur de Colombia, aorillas del río Orteguaza, no sea fácil tener señal de televisión, que acceder a internet sea un privilegio de unos pocos y que recibir una llamada por celular sea toda una odisea. Pero en cada hogar hay un radio, así sea uno viejo y destartalado, que funcione solo con pilas.
Sin embargo, revivir la emisora no fue una tarea sencilla. “Debimos empezar labores a finales de abril. Sin embargo, primero tuvimos que pagar una deuda por energía, porque no se había pagado. Encima, encontramos un daño en un equipo, y nos tocó enviarlo hasta Florencia, a 47 kilómetros por río, para reparar el daño”, comenta la hermana Aracely.
Todo el proceso tardó una semana, el equipo llegó, pero aun así la emisora todavía no funcionaba. Otro aparato, mucho más costoso, sufrió un gran daño por culpa de un rayo en medio de las fuertes tormentas eléctricas que azotan esta zona del país.
Esta vez el arreglo se tuvo que hacer en Neiva. Por culpa de la cuarentena, nadie en el pueblo pudo hacer semejante viaje, y fue una mezcla de suerte y buenos amigos lo que permitió reparar los equipos.
Finalmente, Coreguaje Estéreo volvió a transmitir, aunque todavía sin licencia, no obstante la insistencia de la comunidad a las autoridades locales de Caquetá y al Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en intervenir para permitir la normalidad de su funcionamiento.
Otra manera de estudiar
“Lo importante de este modelo es que logramos vincular nuestro plan de estudios con la actividad de cada familia en la chagra. Les formulamos preguntas desde cada materia, pero todas relacionadas con su trabajo en la comunidad en el campo”, comenta Álvaro Laserna, docente de esta institución.
Y añade: “Nuestro propósito con esto es lograr que todo el pueblo, el resguardo Aguas Negras y la región tengan soberanía alimentaria. Hacia allá vamos, y eso implica que cada familia tiene su propio cultivo. La educación se vincula a las actividades de la familia y susustento alimenticio. Con esto, además, logramos superar el problema de la falta de abastecimiento de alimentos por la pandemia”.
Estas preguntas las recibe cada jefe de familia al reclamar la alimentación escolar, e incluyen temas como geometría (¿cuál es el área de su chagra?), historia (¿cuál es la historia de este método de cultivo?), ética (¿cuáles son los valores que desarrollan la familia y la comunidad indígena en medio del cuidado de la chagra?) o biología (¿qué tipo de plantas se cultiva en su casa?).
Y todos estos conocimientos, en los que se prioriza la curiosidad, son reforzados en el programa radial La chagra educativa, bajo el lema ‘Ñajü, Asajü, Tüoñe’, traducido al español como ver, escuchar y hacer.
Este espacio, de 8 de la mañana a 12 del mediodía, busca que cada profesor pueda resolver las dudas de los estudiantes a la distancia y dé las pautas para resolver las preguntas de las guías. Pero la tarea no termina ahí. Todos los conceptos científicos, la teoría, así como conocimientos de otras culturas indígenas y mestizas también son compartidos en este programa.
Se espera que en los próximos días se abra un nuevo espacio en las noches, para aquellos niños que no pudieron seguir la clase en la mañana.
Pero esta nueva forma de estudiar también implicó una nueva forma de evaluar, porque, ¿cómo evaluar a un estudiante fuera de clase, en regiones apartadas y sin contacto con los profesores?
“El sistema de evaluación que proponemos es de solo dos momentos: el primero tiene que ver con los resultados tangibles en las chagras. Que el estudiante esté sembrando, untándose de tierra, haciendo el proceso. Quien hace seguimiento a ese 50 por ciento es la familia y los caciques. En el caso de los campesinos, es el presidente de la junta de acción comunal”, explicó la hermana Serna.
Y añade: “El otro 50 por ciento es de orden académico. Es decir, el estudiante va a dar cuenta en tiempos, más o menos de ocho semanas, de sus avances en las respuestas, porque hay algunos temas que solo pueden ser respondidos a medida que avance el cultivo en la chagra. El profesor no lo va a calificar, sino que lo va a valorar”.
De esta manera, los docentes, además de dar sus clases en radio, también envían cartas a sus estudiantes haciendo retroalimentación, y les permiten volver a realizar el ejercicio hasta que se garantice su aprendizaje.
MATEO CHACÓN*
Redacción Educación
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