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De festejo. La Bombenera es el estadio que tiembla, late y ruge en la Boca. (Télam)

Los 80 de la Bombonera: el estadio que late y cumple

La cancha de Boca Juniors festeja este lunes sus 80 años. Una historia repleta de pasión.

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La Bombonera, templo mayor del fútbol argentino y mundial, nave insignia de la pasión que Boca Juniors despierta, cumple hoy 80 años. Inaugurada un día como hoy pero de 1940 con un partido amistoso ante San Lorenzo, ha soportado el paso implacable del tiempo y los avances de la modernidad sustentada en su leyenda. Sus paredes añosas contienen los duendes de centenares de partidos imborrables. Tardes y noches de gloria y triunfo, pero también de dolor y derrota que ayudaron a construir la potente identidad azul y oro.

Pocos saben que cuando se la abrió al público, la Bombonera tenía sólo dos pisos y apenas uno donde ahora se levanta la tribuna local. Los dineros de aquel entonces no alcanzaron para levantar un estadio tan imponente como el Monumental que River había inaugurado en 1938. Y tal vez nada podría haberse hecho si el presidente boquense de aquel entonces, Eduardo Sánchez Terrero, no hubiera intercedido ante su suegro, el general Agustín P. Justo, por entonces presidente de la Nación, para conseguir un crédito bancario a bajo interés que le permitiera terminar la obra.

La construcción diseñada en el mismo sitio donde Boca tuvo su estadio de madera entre 1924 y 1938 por el arquitecto esloveno Viktor Sulcic y los ingenieros argentinos José Luis Delpini y Raúl Bes ha sufrido escasas modificaciones a lo largo de estas ocho intensas décadas. En 1941, se completó la segunda bandeja de la popular local, entre 1951 y 1953 se construyó el tercer piso y se instaló la primera iluminación artificial y luego de una clausura en 1984 por serias deficiencias, en 1996, durante la presidencia de Mauricio Macri, se tiraron abajo los viejos palcos y se construyeron los nuevos y se tapó el foso que circundaba el campo de juego.

Estructuralmente y más allá de lógicos cambios, la vieja Bombonera sigue siendo la misma de siempre. Su actual capacidad para 54 mil espectadores resulta insuficiente para albergar a los miles de hinchas y socios que quieren asistir a cada partido. Pero esos mismos hinchas rechazan cualquier proyecto de ampliación o modificación. Para ellos, tocar la Bombonera es como querer cambiar la esencia misma del club o el azul y amarillo del escudo. Ese conservadurismo acendrado (común a la mayoría de los aficionados argentinos) es lo que ha trabado cualquier intento de modernizar la Bombonera o directamente hacer una cancha nueva.

El presidente Alberto J. Armando quiso inaugurar un día como el de hoy pero de 1975, un gran estadio con capacidad para 110 mil espectadores en la Ciudad Deportiva que Boca pensaba levantar en la Costanera Sur de Buenos Aires y sobre terrenos ganados al río de la Plata. Pero la obra gigantesca se pareció más al sueño afiebrado de un dirigente imaginativo que a una realidad posible.

Mucho más acá en el tiempo, en sus ocho años como presidente Daniel Angelici trató de seducir a capitales árabes para financiar la construcción de un nuevo estadio en los terrenos que Boca tiene en la Casa Amarilla (detrás de la Bombonera). Pero se topó con la firme oposición de miles de socios y millones de hinchas que no quieren que Boca juegue en ninguna otra cancha que no sea la Bombonera. Además, hay un problema para ampliar el viejo estadio y adecuarlo a los tiempos que corren: Boca no puede cerrar trato con los dueños de las viejas casas que se levantan detrás de los palcos. Para construir la cuarta tribuna, Boca debería comprar el equivalente a por lo menos dos manzanas, cuyos propietarios se niegan a vender o piden sumas exorbitantes.

Los proyectos para una nueva Bombonera están. En las últimas elecciones, cada candidato tuvo el suyo. Pero todos necesitan demoler esas dos manzanas para concretarse. El actual presidente Jorge Amor Ameal dijo hace poco: “La cancha la vamos a agrandar, queremos mucho a nuestro estadio, queremos cumplir con nuestro proyecto y trabajamos con distintas posibilidades de créditos para comprarle los terrenos a los vecinos. Lo vamos a hacer, el 80 por ciento quiere vender, el resto son especuladores” señaló Ameal.

Mario Pergolini, vice 1º, está a cargo del tema. Con la idea de llevar la capacidad a 78 mil espectadores en 2023. Pero la actual crisis económica derivada del coronavirus frenó cualquier iniciativa hasta que la situación mejore. Para encarar la obra se necesitarían 50 millones de dólares que Boca hoy no tiene ni puede conseguir.

En tanto, la vieja Bombonera sigue de pie, intangible. Con toda su historia y todos sus mitos. El estadio que tiembla, late y ruge, el que agranda a propios y achica a contrarios, la sede del Jugador Número 12, resiste los embates del modernismo y las nuevas tecnologías. Boca debería tener hace años un estadio a la altura de los mejores del mundo. Pero sin la Bombonera, acaso no sería Boca. Su alma vive allí, encofrada, dentro de esa estructura que hoy desborda 80 años de rugiente pasión.