Arzobispo de La Plata: “Que salgamos de esta crisis más hermanos”
La Plata (Buenos Aires) (AICA): Al presidir el Tedeum en la catedral platense, el arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, consideró que “en medio de esta pandemia a todos nos hace falta un aprendizaje humano” y expresó su deseo de que las situaciones de dolor e incertidumbre padecidas durante esta cuarentena sirvan para el después y lleven a todos a “salir de esta crisis más hermanos”.
El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, presidió hoy el Tedeum por el 25 de Mayo en la catedral platense, con la presencia de funcionarios provinciales en representación del gobernador bonaerense Axel Kicillof, que siguió la ceremonia por las redes sociales, y el intendente platense Julio Garro, la mayoría con barbijos y guardando el debido distanciamiento social en el interior del templo.
En la homilía de la acción de gracias, sin fieles y seguida por redes sociales, el prelado aseguró que “el golpe duro e inesperado de esta pandemia fuera de control obligó a mirar la realidad cara a cara” y destacó: “Pero sobre todo nos movió a volver a pensar en los seres humanos, en todos, más que en el beneficio de algunos. También nos convencimos de que necesitamos que el Estado intervenga para cuidar a los más débiles”.
“El dolor, la incertidumbre y la conciencia de los propios límites que despertó la pandemia, hace resonar el llamado a repensar nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia”, sostuvo, y agregó: “Pasada la crisis sanitaria, la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista”.
El arzobispo platense expresó su deseo de que “ojalá que al final ya no estén ‘los otros’, sino sólo un ‘nosotros’. Ojalá que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces”.
“En nuestro país y en nuestra ciudad hay algo positivo. Nos hemos cuidado a nosotros mismos y unos a otros, siguiendo las indicaciones sanitarias”, valoró, y completó: “Esto es lo importante: sentir que nos cuidamos entre nosotros, no porque hay una orden del gobierno, sino porque sabemos que es lo que corresponde”.
“Nadie quiere ver ancianos muriendo sin respiradores o médicos sobrepasados. Y seguimos cuidándonos porque ninguno de nosotros querrá tener un ser querido enfermo en medio de un sistema de salud saturado”, advirtió.
Monseñor Fernández consideró que cada uno y la sociedad no pueden salir igual tras la pandemia, sino que es necesario “salir mejor” y se refirió a la fortaleza como “esa capacidad de resistir, de persistir”.
“Los que saben ejercitarla ahora, sencillamente saldrán mejores que antes, capaces de relativizar algunas cosas y de tolerar otras, en la familia, en la vida misma. Pero estas cosas que digo valen especialmente para la clase media. Los verdaderos problemas no son los de la clase media. Son los de los pobres y especialmente de los nuevos pobres, que de golpe, por primera vez en la vida, tienen que salir a pedir comida”, aseveró.
“Por eso no nos resignamos frente a quienes dicen que la normalidad ya no volverá, porque sería renunciar a la vida humana, marcada por las relaciones y por el trabajo. Por eso le pedimos a Dios que podamos pronto reactivar la producción, y aumentarla, para que en los próximos meses la gente pueda volver al trabajo, porque ahora tiene una renovada conciencia de la dignidad del trabajo. Porque un mayor asistencialismo no es más dignidad, es un mal menor, es una excepción y una anomalía. No estoy reclamando nada a los gobernantes, sino expresando un deseo frente a Dios”, aclaró.
Monseñor Fernández sostuvo que “en medio de esta pandemia a todos nos hace falta un aprendizaje humano. No se trata sólo de resolver urgencias sino de aprender algo nuevo que nos sirva para después. Que los altísimos costos que tiene soportar una pandemia como esta no nos dejen sin aprender nada para el futuro” y pidió: “No desperdiciemos esta ocasión para ser mejores como personas y como sociedad. Sobre todo nos hace falta recuperar y fortalecer el sentido social, en contra de la tendencia de este mundo al individualismo consumista”.
“¿Cambiaremos? ¿Saldremos mejores? No necesariamente. También podemos salir de esta situación peores que antes, más desesperados por el consumo, más individualistas. Para los creyentes eso sería un fracaso, porque creemos que somos hijos de un mismo Padre que nos quiere a todos hermanos. Entonces, que salgamos de esta crisis más hermanos”, aseveró.
“Muchos en estos días han sido capaces de reconocer cuánto vale cada ser humano, cuánto vale un villero, cuánto vale un preso, cuánto vale un anciano que necesita un respirador. Otros siguen mirándolos como si los demás valieran menos, como si no tuviera sentido preocuparse por ellos”, diferenció.
“Pasarán los años, y los nietos nos preguntarán para qué nos sirvió esta dura experiencia. Ojalá que podamos decir que reconocimos el valor de la amistad y de los vínculos, el sentido social de nuestra existencia, la convicción profunda de que nos necesitamos y nos debemos unos a otros”, concluyó.+