El daño colateral de la bancarrota de Hertz: Lyft, el mayor rival de Uber
by Ara RodríguezHace unos días, Herzt, el gigante de los alquileres de coches, anunciaba su bancarrota en Estados Unidos. Uno de sus acreedores es Lyft, el mayor rival de Uber en el país.
La crisis sanitaria por el coronavirus se ha llevado por delante algo más que vidas. Tras su llegada, la economía del mundo se enfrenta a su propio shock por el virus cerrando cientos de empresas y dejándose por el camino millones de puestos de trabajo. La última de la lista ha sido el gigante del alquiler de coches Hertz que con algo más de un siglo de vida ha declarado su bancarrota.
De momento en Estados Unidos, ya que en Europa su actividad se limita al franquiciado, la compañía anunciaba su situación tras no llegar a un acuerdo con sus acreedores. Con pérdidas de 356 millones de dólares, según sus últimas cuentas anuales, y deudas de 19 millones de dólares –a la que se suman millones en activos– la situación de Hertz no tenía muchas opciones de salida.
A través de un comunicado, Hertz explicaba que el coronavirus ha sido mortal para ellos. Presentes en todos los grandes aeropuertos del mundo y absolutamente dependientes del turismo, toda esta situación de incertidumbre ha sido fatal para sus cuentas. Sin ingresos ni reservas, sumado a sus cuentas llenas de deudas, no han tenido otra opción.
Se abre ahora un proceso de reestructuración para Herzt, que seguirá abierta al público mientras deciden los cambios pertinentes.
Huelga decir que no todo es culpa del coronavirus, el caso de la centenaria compañía de alquiler de coches viene de largo. Hertz lleva años intentando reestructurar un negocio en el que se ha encontrado rivales más ágiles y con campañas muy agresivas.
Con casi 560.000 solo vehículos en Estados Unidos, la venta de segunda mano para recuperar algo de la inversión no era una opción. La segunda mano y los coches nuevos no pasan por su mejor momento –al menos antes de la pandemia–. Pese a todo, el gigante ya intentó abordar esa estrategia para reducir considerablemente su deuda.
A vueltas con la nueva economía
A grandes deudas, acreedores cada vez más nerviosos y con un mercado del automóvil en declive, la idea de buscar nuevos modelos de negocio siempre es una salida.
Teniendo en el foco su principal mercado, el del turismo –el mismo que ahora es prácticamente inexistente–, los negocios pertenecientes a la nueva economía han sido uno de los recursos para Hertz.
Desde 2016, Lyft y Uber (en Estados Unidos) mantienen un acuerdo con Hertz para proveer a los conductores de ambas plataformas de vehículos para su actividad. Un proyecto que comenzó como una experiencia piloto en La Vegas, pero que pronto se extendió a las grandes ciudades de el país.
Un sistema sin contratos ni permanencias que permitiría, al menos sobre el papel, reducir los costes de la actividad. La duda ahora es qué pasará con los conductores que operan bajo ese modelo de contrato y que, una vez se reactive el servicio que se ha dejado el 80% de su negocio estas semanas, vuelvan a sus coches alquilados.
Con el tiempo, la estrategia de Hertz a través de las tecnológicas se fue haciendo cada vez más agresiva a medida que los competidores –especialmente los de nuevo cuño con precios muy bajos– fueron creciendo.
Había que buscar nuevas formas de llegar a los clientes. Qué mejor que hacerlo con la compañía de vehículos con más clientes del mundo, pero que carece de los mismos. A través de un acuerdo con Uber, Hertz ofrecería sus coches de alquiler a los usuarios de la plataforma. Más barato y sin tanta burocracia explicaban.
Ahora ha caído la actividad y con ella el negocio. Pero el efecto rebote de la crisis podría tener un impacto letal para esa nueva economía. Los acuerdos entre Hertz y Lyft no se limitaron únicamente al negocio de los coches. Esta última tecnológica es una de las mayores acreedoras del gigante de los coches alquilados junto con IBM, United o Southwest Airlines, además de una larga lista de bancos. Los cuales recibirán una mínima parte de los préstamos otorgados a la compañía
Los impagos producidos por la quiebra sumados a las ya delicadas cuentas de una tecnológica que lleva meses de inactividad –y que ha despedido al 17% de su plantilla– por el coronavirus tendrá sus consecuencias para el rival de Uber.
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