Ourense: Primer día de la vuelta a las aulas: de la «formación militar» a la emoción de Carlota
Alumnos de último año de Bachillerato conocieron las nuevas normas hasta final de curso, ya con la evaluación a las puertas. Así fue en un centro de Ourense
by Pablo VarelaLa primera tanda de alumnos de Bachillerato que accedió al interior del IES As Lagoas, en Ourense, lo hizo tras un tímido aplauso a las puertas del recinto. La imagen parecía más propia de los años de la mili: los estudiantes erguidos bajo el sol, a una notable distancia entre ellos y con la directora del centro educativo, Elisa Rodríguez, aupada sobre un taburete y micrófono en mano, dando las pautas a seguir en los próximos días.
Desfilaron hacia las aulas antes de las once y media, mientras el segundo turno esperaba fuera, en las calles. Pero en As Lagoas no era día de clase, sino de adaptación y advertencias. A los baños solo podrá acceder una persona a la vez, la cesión de material entre los estudiantes no será posible, para evitar contactos innecesarios, y todos deberán acudir con mascarillas. Técnicamente, recuperan el pulso de la actividad este martes, aunque hubo quien ya acudió hoy con su mochila por la confusión de estos días.
Martín, Lucía y Alba, tres alumnos de último año de entre 19 y 17 primaveras, definían la situación como «extraña». «Un poco sí se echaba de menos», decían. Cuentan que se enteraron de que se marchaban a casa estando precisamente en clase: «Nos avisaron estando dentro. Y fue así, de sopetón». Desde entonces, trabajaron en formato telemático, con más encargos grupales que exámenes. Pero ahora, además de la preparación para la selectividad, queda pendiente un fin de ciclo que suele implicar una fiesta, la graduación. Se mantiene la incertidumbre, pero ellos confían en que «se terminará celebrando de una forma u otra».
Mientras ellos se marchaban, Elisa Rodríguez volvía a salir al patio y repetía el modus operandi del principio: taburete, megafonía y pautas de seguridad e higiene que deberán mantenerse hasta el 19 de junio. En cada aula hay un dispensador de gel. Lavarse las manos será obligatorio. Y acudir a las clases es voluntario, pero en cada grupo de Bachillerato hay en torno a 25 alumnos y la mayoría entendieron que para prepararse de cara al examen final deben apretar el paso y no dormirse, así que no se quedaron muchos sn casa.
Trabajar en remoto, una experiencia a tener en cuenta
En el IES Blanco Amor, mientras tanto, Carlos Ferreiro trabajaba entre una mesa plagada de carpetas y papeles. Queda mucho por hacer de aquí a final de curso en un año peculiar, que obligó a los docentes y alumnos a adentrarse más en un formato a remoto que, según parece, no será pasajero. Ferreiro ahondaba en esa experiencia mientras detallaba que ellos han optado por empezar este lunes tras dar las normas y explicaciones precisas a los estudiantes y sus familias.
Las semanas de tareas a distancia también ha mostrado ventajas, según valoraba Carlota Pombar, de 17 años y en el último año de Bachillerato. «Me gusta que las clases sean voluntarias, porque hay quien vive con personas que están en ese perfil de riesgo y no pueden exponerse ni exponerlas a ellas», explicaba. Y es que el temor a contraer el virus y llevarlo a casa tampoco ha pasado desapercibido para los alumnos.
El caso de Carlota muestra sentimientos encontrados, porque ella decía concentrarse más en el trabajo estando en su hogar, además del tiempo que ahorra sin tener que desplazarse. Sin embargo, al entrar en el instituto esta mañana notó algo distinto. «Casi me puse a llorar al pasar por la puerta, porque ves esto demasiado vacío», contaba. Ella acudió para no perder comba en la recta final hacia la selectividad, aunque los profesores han comprendido que este año será, para bien o para mal, diferente. «Los que acudimos lo hacemos también para intentar subir nota, pero lo que contaría de inicio serían las notas de las dos primeras evaluaciones», decía.