En los 80 años de la Bombonera, un repaso por citas inolvidables

El estadio de Boca Juniors fue inaugurado el 25 de mayo de 1940. Desde entonces, hubo noches épicas para el local y otras para el olvido. La selección argentina también dejó recuerdos allí.

by
https://cdnmd.lavoz.com.ar/sites/default/files/styles/width_1072/public/nota_periodistica/bombonera_1590362878.jpg
Un templo. La Bombonera late cada vez que juega Boca. Y lo hace desde hace 80 años. (Fotobaires/archivo)
https://cdnmd.lavoz.com.ar/sites/default/files/styles/width_1072/public/nota_periodistica/bombonera-panadero-ap_1590362930.jpg
Para el olvido. Boca-River y un partido suspendido por agresión con gas pimienta. (AP/archivo)
https://cdnmd.lavoz.com.ar/sites/default/files/styles/width_1072/public/nota_periodistica/bombonera-messi-ap_1590362978.jpg
La primera vez. Messi enfrentó a Perú con la selección argentina en su debut en la Bombonera. (AP/archivo)

La Bombonera, templo del fútbol de la Argentina y del mundo, símbolo máximo de la pasión boquense, cumple este lunes 80 años de vida.

Inaugurada en 1940, con sólo dos pisos (uno sólo en la actual tribuna local), fue escenario de grandes partidos y albergue de grandes jugadores. Muchos dejaron una huella imborrable en la historia. Aquí están algunos de ellos.

Fue un partido fundacional. Quizá desde aquella tarde lejana, Boca quedó asociado para siempre al juego simple, pujante y aguerrido; y River, a la elegancia y al preciosismo. Arrancó ganando River con un golazo de Felix Loustau. Pero Boca se lo llevó puesto con dos goles del uruguayo Severino Varela.

El primero fue legendario, de palomita, entrando como una luz por el segundo palo y raspando con la nariz el piso de la cancha. Una postal del fútbol viejo.

Con la victoria, Boca igualó a River en la punta, no perdió más y arrancó el envión que lo llevó a ganar el título de ese año en los últimos 15 minutos del campeonato.

Los viejos hinchas boquenses dicen que pocas veces se celebró tanto una victoria. Fue una final sin serlo. Faltaban dos fechas y los dos equipos compartían la punta de la tabla. El que ganaba era campeón. Y ganó Boca 1-0 en un partido en el que el aire se cortaba con un cuchillo.

El brasileño Paulo Valentim convirtió de penal en el primer tiempo. Y, en una atajada inolvidable, Roma, adelantándose sin pudor, le detuvo otro penal a Delem en la segunda etapa, y le aseguró el triunfo y casi el campeonato a Boca.

La frase del árbitro Carlos Nai Foino a los jugadores de River que protestaban por el adelantamiento de Roma tajante tajante –“Aire, aire, penal bien pateado es gol”– está incorporada a las celebridades de todos los tiempos del fútbol argentino.

Gente por todos lados. Bombonera más que repleta. Boca finalista de la Copa Libertadores por primera vez ante el mejor equipo del mundo de aquel entonces. Y con Pelé en la cancha. Santos había ganado la ida en el Maracaná por 3 a 2. Y Boca necesitaba el triunfo para forzar un tercer partido en Montevideo. Sanfilippo aportó su gol en el segundo tiempo. Pero no se pudo torcer la historia. Coutinho y Pelé hicieron los dos goles brasileños y Santos retuvo la corona.

Nunca hubo tanta gente como aquella tarde: 45.107 entradas vendidas y más de 60 mil personas en las tribunas. Los dos llegaron punteros. Fue otra final anticipada y una vez más ganó Boca. Luis Artime adelantó a River en el marcador. Y, en el segundo tiempo, Boca fue una tromba y el estadio, una caldera.

Oscar Pianetti empató con un bombazo desde 35 metros y, a falta de tres minutos, un tiro de Menéndez rozó en Ramos Delgado y descolocó a Carrizo. El festejo de las tribunas fue estremecedor. Dos fechas antes del final, Boca por primera vez llegó a la punta. Y no la soltó hasta ser el campeón, dos fechas después.

Es el máximo escándalo de la Copa Libertadores. A un minuto del final, los 22 jugadores, los suplentes, los cuerpos técnicos y los auxiliares se trenzaron en una feroz gresca. Patadas, puñetazos, corridas, un aquelarre. El comisario uruguayo Alejandro Otero, árbitro del partido, cortó por lo sano: expulsó a 19 jugadores (sólo se salvaron los arqueros Rubén Sánchez, de Boca, y Luis Rubiños, de los peruanos, y el zaguero boquense Julio Meléndez, también peruano). La Confederación Sudamericana hizo el resto. Le dio por perdidos a Boca los dos partidos que le faltaban por jugar de la fase de grupos y lo dejó fuera de la Copa. Una noche bochornosa.

En la primera fecha del Metropolitano, Carlos María García Cambón tuvo uno de los debuts más espectaculares de la historia del fútbol argentino. En esa tarde extraordinaria jugó su primer partido con la camiseta boquense. Y le marcó a Fillol cuatro de los cinco tantos boquenses (Enzo Ferrero, de penal, hizo el restante). Fue la aparición en escena de un equipo de Boca que se fue en promesas y que no ganó nada. Pero que ningún hincha de Boca puede olvidar.

Aquella noche, Boca retuvo la Copa Libertadores que había ganado un año antes por penales ante Cruzeiro en Montevideo. Y lo hizo en una Bombonera repleta y delirante. El equipo de Juan Carlos Lorenzo había empatado de ida 0-0 en Cali ante el de Carlos Bilardo.

En la vuelta, lo barrió de la cancha y lo goleó 4-0 con dos goles de Perotti, uno de Mastrángelo y el restante de Salinas. Fue una de las dos veces en las que Boca ganó la Copa Libertadores de local: en 2001, Boca también lo hizo por penales ante Cruz Azul de México. Pero la primera vez siempre se recuerda más.

Otra final que lo fue sin serlo. Boca y Ferro venían peleando cabeza a cabeza el Metro de ese año. Y, dos fechas antes del cierre, se enfrentaron en la Bombonera. El equipo de Carlos Griguol se la hizo muy difícil al de Silvio Marzolini. Hasta que Diego Maradona frotó la lámpara y le hizo un pase zurdo y genial a Hugo Perotti para que fuera y definiera ante Barisio. Hiela la sangre hasta hoy ver la avalancha que se produjo en ese momento en la popular baja boquense. Pero la emoción pasó por encima de todo. Y ese triunfo le dio a Boca la ventaja necesaria para salir campeón 15 días más tarde. Con apenas un punto de ventaja (50 a 49) sobre el gran conjunto "verdolaga".

El campeón del Apertura '90 (Newell’s, dirigido por Marcelo Bielsa) y el del Clausura ’91 (Boca, conducido por "el Maestro" Oscar Tabárez) definieron a partido y revancha el título de la temporada. En Rosario, ganó Newell's 1-0 con gol de Eduardo Berizzo. En la Boca, no debieron haber jugado.

Llovió hasta una hora antes del partido y el piso de la Bombonera era un lodazal intransitable. Pero Boca, sin Diego Latorre ni Gabriel Batistuta, afectados a la selección argentina que debía jugar la Copa América de Chile, igual confió en poder ganar por dos goles y dar una vuelta olímpica que hacía 10 años que no se daba.

Los cálculos salieron todos mal. Recién a nueve minutos del final, Boca pudo abrir el marcador con un gol de Gerardo Reinoso (uno de los dos refuerzos incorporados para estas finales) e igualar la serie. El empate no se quebró en el alargue.

En los tiros desde el punto penal, sólo Blas Giunta pudo convertir. Scoponi le atajó los remates a Graciani y a "la Rata" Claudio Rodríguez, Walter Pico remató por encima del travesaño, Berizzo, Llop y Zamora marcaron para la Lepra y el campeonato se marchó hacia Rosario en medio de la intensa desazón de la multitud boquense, empapada de lluvia y de bronca.

Se cumplieron ayer 20 años de una noche única. Aquella del caño memorable de Riquelme a Yepes y del gol de Palermo, reapareciendo tras haberse roto los meniscos de la rodilla derecha. Boca tenía que ganarle a River por dos goles de diferencia para pasar a la semifinal de la Copa Libertadores. Y le ganó por tres.

"El Chelo" Delgado y Riquelme marcaron los primeros dos goles xeneizes. Y fue tan inmensa la emoción que la hinchada de Boca se quedó una hora en la Bombonera cantando y celebrando la victoria. Una de las más grandes de todos los tiempos.

Acaso la noche más triste de todas. La del gas pimienta. La que le dio triste celebridad al “Panadero”, aquel pobre muchacho que quiso amedrentar a River y terminó generando un escándalo enorme. Todo fue lamentable. La actitud de los jugadores boquenses queriendo seguir pese a todo, las demoras y los miedos para tomar una decisión, la histeria de las tribunas...

https://cdnmd.lavoz.com.ar/sites/default/files/styles/landscape_1020_560/public/nota_periodistica/bombonera-panadero-ap_1590362930.jpg
Para el olvido. Boca-River y un partido suspendido por agresión con gas pimienta. (AP / archivo)

El fútbol tocó fondo. Y Boca lo pagó muy caro. La Conmebol dio el partido por terminado y, como River había ganado la ida 1 a 0, pasó a los cuartos de final de la Copa Libertadores. Boca se quedó lamiendo una herida que aún hoy no termina de cerrar.

La primera final copera dejó un regusto amargo. Porque Boca debía ganar. Y no pudo. Estuvo dos veces arriba en el marcador con los goles de "Wanchope" Abila y de Benedetto, y River se lo terminó empatando con tantos de Pratto y de Izquierdoz en contra. La multitud se fue cabizbaja. Lo que pasó después, en el Monumental y en Madrid, forma parte de la historia.

La otra casa de la selección

Entre competencias oficiales y amistosos a partir de 1946, la selección argentina disputó 25 partidos en la Bombonera, de los cuales ganó 16, empató siete y perdió dos (contra Francia 4-3 en 1971 y contra Alemania 3-1 durante la serie internacional de 1977). Pero uno de aquellos siete empates dolió más que cualquier otra derrota.

Fue el 2-2 frente a Perú del 31 de agosto de 1969, que dejó a la selección fuera del Mundial de México. En la cancha de Boca, Argentina disputó las eliminatorias para los mundiales de Suecia '58, de Alemania '74, de Francia '98 (1-1 ante Colombia en el debut de Juan Román Riquelme en el seleccionado mayor) y de Rusia 2018 (0-0 contra Perú, primer partido de Lionel Messi en La Boca).

https://cdnmd.lavoz.com.ar/sites/default/files/styles/landscape_1020_560/public/nota_periodistica/bombonera-messi-ap_1590362978.jpg
La primera vez. Messi enfrentó a Perú con la selección argentina en su debut en la Bombonera. (AP / archivo)