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El 25 de mayo de 1879: la celebración de la “Conquista al Desierto”

El 25 de mayo de 1879, J. A. Roca y sus tropas militares, enarbolando la bandera argentina y con una misa, conmemoran en Choele-Choel “el dominio de la civilización frente a la barbarie” y la ocupación definitiva de la Patagonia.

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Ilustración: Juan Manuel Blanes. Ocupación militar del Río Negro en la expedición al mando del Gral. Roca, 1879.

Luego de transcurridos 69 años de la llamada Revolución de Mayo de 1810, hecho inicial de la historia argentina según la historiografía liberal escrita por B. Mitre, este hecho fue evocado por las tropas comandadas por J. A. Roca al iniciarse una nueva etapa de la “Conquista del Desierto” en los espacios pampeanos y patagónicos. Así lo describió el militar que ofició como secretario de Roca, J. M. Olascoaga en su diario de viaje durante la “misión colonizadora”:

Choele-Choel. 25 de mayo de 1879.

“La diana a las 6 a.m. precedió al solemne saludo militar rendido al sol naciente de ese día que marca la más gloriosa de las efemérides de los argentinos. Las salvas y las melodías agitando hoy el espacio en la orilla del río Negro, han sido más que una continuidad o repercusión de los himnos del gran día de 1810. Este día de Choele-Choel es digno del siguiente de aquel; porque inaugurar el dominio de la civilización aquí donde la barbarie ha reinado tres siglos, es lo que verdaderamente puede llamarse “continuidad de la tarea principiada el 25 de Mayo de 1810”. Fuimos entonces libres e independientes; ahora damos un paso más trascendental de nuestra soberanía adquirida”. [1]

La performance en las orillas del río Negro, constituyó un hecho significativo que lejos de debatir los hechos ocurridos en mayo de 1810, sirvió para legitimar la ocupación violenta de los territorios indígenas. La idea de libertad e independencia son asimiladas a los hechos de 1810, aunque la “independencia” es celebrada el 9 de julio de 1816. Lo importante era destacar la gesta heroica de la llegada de la “civilización” a los territorios donde reinaba la “barbarie”.

La llamada Conquista del Desierto, consistió en un conjunto de operaciones militares que se desarrollaron entre los años 1878 y 1885 en territorios de la región pampeana y la patagónica. Entre ellas, la Expedición al Río Negro organizada y protagonizada por J. A. Roca durante abril y julio de 1879 marca una primera etapa de los procedimientos desarrollados por el ejército contra los pueblos indígenas. Diversas narrativas expedicionarias pueden leerse en los partes militares, en los diarios de viaje, crónicas, telegramas, cartas y memorias de militares, científicos, sacerdotes y periodistas. En todas ellas se destaca la “gesta heroica y civilizatoria” del ejército para ocupar la Patagonia. [2] Esta idea, a su vez, se articulaba con otra, la de la “gran Guerra” que equiparó a los malones indígenas con las campañas y conquistas militares estatales.

Un “desierto” a vencer

El año 1878, marca un cambio en la estrategia militar impulsada por el Estado nacional, cuando asume Roca el cargo de ministro de Guerra y Marina, luego del fallecimiento de A. Alsina. Para Roca, la solución al problema indígena, se resolvía con una política ofensiva al centro de gravedad de las comunidades originarias. El plan de Roca, consistía en eliminar la presencia indígena entre la línea de frontera entre los ríos Negro y Neuquén mediante la utilización de partidas volantes, con gran poder de movilidad, las que incursionarían en el interior del territorio indígena llevando la guerra a los propios lugares de sus asentamientos. Cumplida esta etapa, la próxima sería, llevar adelante la efectiva ocupación del espacio. [3]

Su estrategia militar se combinaba con la destrucción de los circuitos económicos de los indígenas a ambos lados de la cordillera. En un intercambio de cartas públicas con D. F. Sarmiento en el diario La República, en 1876, Roca argumentaba: “Abrigo la convicción de que, suprimido ese mercado que hace subir o bajar la hacienda en Chile… se quitaría a los indios el más poderoso de los incentivos que les impulsaba a vivir constantemente en acecho de nuestra riqueza.” [4]

Este plan fue presentado por el presidente N. Avellaneda al Congreso de la Nación el 14 de agosto de 1878 y el proyecto se convirtió rápidamente en ley en octubre de ese año. De esta manera, el Estado argentino fue el agente hegemónico de “la misión civilizadora” contra el “indio salvaje” y Roca adquirirá la relevancia política y el poder que luego lo llevará a la presidencia.

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Además, el proyecto aprobado por el Congreso, especificó que para la operación militar se destinarían más de un millón y medio de pesos y estableció la forma en que se efectuaría la posesión de tierras ganadas al indígena por medio de suscripciones públicas. Aprobada la ley, se iniciaron diversas operaciones, en un principio en el territorio bonaerense y en abril de 1879 se organizaron las cinco grandes columnas del ejército que se encargarían de la “Conquista”: la del propio J. A. Roca y C. Villegas, la de N. Levalle, la de E. Racedo, la N. Uriburu y la de H. Lagos, todas al mando directo del General Roca, sumando un total de 6 mil hombres.

Luego de recorrer 15.000 leguas como recomendaba el ideólogo de Roca, el intelectual de la “conquista” E. Zeballos, y con el amanecer del sol del 25 de mayo en la isla de Choele-Choel, Roca dirige un telegrama al ministro de Guerra interino, en “gran día de la patria” en el que rinde cuenta de lo hecho hasta el momento: "Se han abatido dos grupos de indios que se preparaban para dar malón, muertos 18 y tomados 20 como prisioneros, entre ellos cuatro cautivas … En combinación con las instrucciones que se han impartido a todos los jefes (…) se mantiene una especie de policía, a la vez que se asegura el dominio y mejor conocimiento de los campos, hace imposible todo movimiento organizado de parte de ellos, que sometidos o exterminados, sin otro propósito ya que, según declaraciones de los últimos prisioneros, que el de preparase para el abandono definitivo de sus toldos al norte del río Negro." (Olascoaga, 1880). [5]

El historiador Mases (2010) concluye que en las diferentes excursiones que se desarrollaron entre agosto de 1878 y marzo de 1879, bajo el mando de Roca en la expedición de Roca al río Negro, se tomaron 1271 indios prisioneros en combate, 1313 muertos, 10539 prisioneros no combatientes y 1049 indios reducidos voluntariamente, según cifras oficiales del Ministerio de Guerra y Marina.

Sin embargo, la ocupación efectiva de la Patagonia por parte del Estado argentino, se completó posteriormente con sucesivas expediciones al mando del general C. Villegas al lago Nahuel Huapi y a los territorios de los Andes (1881-1882) y luego con las campañas impulsadas por el gobernador de la Patagonia, L. Vintter. La captura de los caciques Inakayal y Foyel en 1884 y la de Sayhueque un año después desarticuló la presencia indígena en la región en el País de las Manzanas.

De esta manera, la tierra y la fuerza de trabajo de los pueblos indígenas fueron elementos constitutivos de la expansión capitalista en la región. Para M. Peña la conquista al desierto sirvió para fortalecer a la oligarquía terrateniente una vez que el Estado vende las tierras en 541 personas. Es por esto que considera a Roca un verdadero héroe y ejecutor de la política de la oligárquica. [6]

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Políticas genocidas

Diversos historiadores e historiadoras han profundizado en las distintas estrategias adoptadas por el Estado nacional y los provinciales para los prisioneros y los recluidos luego de la “Conquista al Desierto”: la distribución en distintos destinos, desmembrando familias. Las mujeres y los niños fueron repartidos como personal doméstico, los adultos pasaron a integrar el Ejército y la Marina y a trabajar en los ingenios azucareros del norte del país. En otros casos fueron llevados al campo de concentración en la isla Martín García, que funcionó como un centro para civilizarlos y cristianizarlos. Otros fueron a formar partes “vivas” de los museos al servicio de la ciencia, como el Museo nacional de Historia Natural de la ciudad de La Plata. [7]

Luego sus esqueletos se transformaron en piezas patrimoniales a ser exhibidas al público, de esta manera, junto a la exposición de “antigüedades indígenas”, se construyó la idea común de que los pueblos indígenas “se extinguieron” y por lo tanto hay una ausencia de comunidades indígenas. La coordinación de estas prácticas y el rol cumplido por el Estado y sus instituciones, constituyeron un genocidio legitimado. [8]

Epílogo: El cuadro épico de Blanes

Entre los integrantes de la comitiva de Roca en la expedición por el río Negro se encontraba el pintor J. M Blanes quien retrató siete años después de los hechos, aquel glorioso día en que las tropas de Roca llegaron un 25 de mayo a Chole-Choel. Fue en 1886, cuando Roca, ya como presidente, le ordenó un óleo de grandes dimensiones para ser incorporado al Museo Histórico Nacional de Buenos Aires, con el título Ocupación militar del Río Negro en la expedición al mando del General Julio A. Roca. La imagen de este cuadro, junto a rostro de Roca, integra el billete algunos de los billetes de cien pesos aún vigentes. El periodista e historiador O. Bayer fue uno de los impulsores de la campaña llamada “Chau Roca” para quitar la imagen de los billetes.

[1] Walther, J. C. (1948). La Conquista Del Desierto. Tomo II. Buenos Aires: Círculo Militar. Biblioteca Oficial, p. 257.

[2] Torre, C. (2011). El otro desierto para la Nación Argentina: antología de narrativa expedicionaria. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes

[3] Mases, E. H. (2010). Estado y cuestión indígena: el destino final de los indios sometidos en el sur del territorio (1878-1930) . Buenos Aires: Prometeo Libros, p. 54.

[4] Walther, J. C. (1948). La Conquista Del Desierto. Tomo II. Buenos Aires: Círculo Militar. Biblioteca Oficial, p. 220.

[5] Torre, C. (2011). El otro desierto para la Nación Argentina: antología de narrativa expedicionaria. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, p. 173.

[6] Peña, P. (2014). Historia del pueblo argentino. Buenos Aires: Emecé, p. 321.

[7] Delrio, W.; D. Escolar; D. Lenton; M. Malvestitti (Comp.) En el país del nomeacuerdo. Archivos y memorias del genocidio del estado argentino sobre los pueblos originarios, 1870-1950. Munro: Editorial UNRN.

[8] Lenton, D. (2010). “La ’cuestión de los indios’ y el genocidio en tiempos de Roca: sus repercusiones en la prensa y la política”. En Bayer, O. Historia de la crueldad argentina. Julio A. Roca y el genocidio a los pueblos originarios. Buenos Aires: RIGPI.

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