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Final Four de la Euroliga de 2019 en Vitoria

Histórica cancelación de la Euroliga

La imposibilidad de gestionar las realidades sanitarias de los 10 países con equipos en el torneo deja desierto el palmarés de la Copa de Europa por primera vez desde su creación en 1958

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Por primera vez desde la creación de la máxima competición continental, en 1958, el título de campeón de Europa de baloncesto quedará desierto en la temporada 2019-2020. La Euroliga anunció este lunes la cancelación definitiva del curso ante la imposibilidad de establecer una reanudación segura y abarcable del juego en mitad de la pandemia global del coronavirus. Mientras la Bundesliga alemana obtenía hace unos días la autorización gubernamental para concluir su torneo en Múnich durante el próximo mes y la ACB concreta los plazos para hacer lo propio en España, la realidad paneuropea ha penalizado a la Euroliga. La complejidad para armonizar las desescaladas de los 10 países que tienen equipos en liza y para reagrupar a los jugadores repartidos por todo el mundo, en condiciones de restricción de la movilidad, han condenado cualquier margen de maniobra después de 74 días de resistencia y proyectos para salvar la emergencia. También queda cancelada la Eurocup, igualmente sin campeón. “Durante los últimos dos meses y medio no se ha obtenido la garantía necesaria de que las competiciones puedan completarse regularmente en julio”, reza el comunicado oficial, en el que se remarca que la intención, para no seguir estirando los plazos, es “no invadir el calendario del curso 2020-21”. Esa próxima temporada continental la disputarán los mismos 18 equipos que competían en la actual (Real Madrid, Barça, Baskonia y Valencia, por parte de España, el país con más representantes).

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Realidades como la de Rusia –actualmente tercera tras EE UU y Brasil en número de casos de covid-19 confirmados (más de 355.000)–, donde residen el CSKA, vigente campeón, el Khimki y el Zenit, (los más reacios a la reanudación); el miedo de los jugadores a los contagios y también a las lesiones tras un parón tan prolongado; la perspectiva conservadora de algunos clubes de no arruinar definitivamente una temporada ya deficitaria con los sobrecostes que hubiera supuesto la reanudación; y la complejidad logística de la misma, con fronteras cerradas y un espacio aéreo restringido, han decantado finalmente la votación hacia la rendición.

En la antigua realidad, ayer, domingo 24 de mayo, era el día en el que el nuevo campeón de Europa hubiera alzado el título en el espectacular Lanxess Arena de Colonia, ante los 18.518 espectadores que acogen sus gradas. Las entradas para la Final Four estaban vendidas desde que se pusieron a la venta en noviembre. Pero el coronavirus cambió los planes hasta convertirse en el responsable del primer agujero en el palmarés en 62 años de historia de la Copa de Europa. Reunidos primero en junta ejecutiva, con los 11 clubes con licencia A (Madrid, Barça y Baskonia entre ellos), y después en asamblea, con la incorporación de los siete restantes, los 18 equipos (Efes, Real Madrid, Barça, CSKA, Maccabi, Panathinaikos, Khimki, Fernerbahçe, Zalgiris, Valencia, Olympiacos, Olimpia Milán, Baskonia, Estrella Roja, Asvel, Alba Berlín, Bayern y Zenit, por orden clasificatorio) descartaron todos los protocolos de actuación y escenarios posibles para la reanudación de la temporada. Belgrado, la apuesta lituana con Kaunas y Vilna, Atenas, Liubliana, Berlín y la propia Colonia se había postulado como sedes. El reto marcado hace un mes era completar las seis jornadas restantes de la liga regular (54 partidos) y culminar la temporada con una Final Eight a partido único, todo en sede única (con dos pabellones) o en dos ciudades limítrofes, a puerta cerrada y en formato de concentración durante cinco semanas. Nada de eso tendrá lugar.

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En la misma reunión en la que se trazó aquella hoja de ruta ahora inoperativa se establecieron los reajustes salariales derivados de la crisis. Si se reanudaba la temporada, los contratos quedaban prorrogados hasta el 31 de julio, un mes más de lo habitual, y los jugadores pactaron cobrar el 85% de su salario base, que debían recibir íntegramente a fecha de 15 de agosto. Y si, como ha sucedido finalmente, no se retomaba la competición y la suspensión era definitiva, los contratos anuales se considerarán terminados y los multianuales mantendrán su tramo de vinculación marcado. Con la cancelación, los jugadores recibirán el 80% de lo firmado para la presente campaña.

El sábado, los capitanes de los equipos y los más veteranos de la competición asistieron a la reunión entre la ELPA (la Asociación de Jugadores Europeos) y los representantes de la Euroliga. En la cita, los jugadores apostaron de forma unánime por la cancelación de la temporada que este lunes ha sido certificada por los clubes. La globalización del torneo ha convertido la reanudación en un proyecto inabarcable. El 12 de marzo, cuando tras el positivo de Trey Thompkins se suspendió la competición, el Efes de Larkin lideraba la tabla con 24 victorias y cuatro derrotas, por delante del Real Madrid y del Barça (22-6 cada uno). Llegaba lo mejor, pero estalló la pandemia. El palmarés de campeones de Europa que inauguró en 1958 el ASK Riga se verá interrumpido por primera vez desde entonces. En 2020, el coronavirus se impuso al baloncesto continental.

Declaración oficial de Jordi Bertomeu, director ejecutivo de la Euroliga

“Sin duda, es la decisión más difícil que hemos tenido que tomar en nuestros 20 años de historia. Debido a razones fuera de nuestro control, nos hemos visto obligados a interrumpir la temporada más exitosa y emocionante en la historia del baloncesto europeo. Esto llega después de dos meses y medio en los que todos los estamentos ​​de la liga mantuvieron su determinación y agotaron todas las vías posibles para tratar de culminar la temporada (…).En una situación tan excepcional, tenemos que poner la salud de las personas primero y por encima de cualquier otro interés. En los próximos meses solo tenemos una misión: hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar a nuestras entidades a volverse más fuertes y construir la mejor versión de nosotros mismos, dentro y fuera de la cancha, para cuando podamos reunirnos con los aficionados. Este no es un fin, sino un nuevo comienzo”.