Los socios del Gobierno
La palabra de Sánchez y la mesa de diálogo
by Isabel Garcia PaganLos compromisos de la investidura permanecen indelebles”. Otra cosa es la interpretación que Pedro Sánchez y su gobierno hacen de ellos. La mesa de diálogo pactada entre ERC y el PSOE para afrontar el conflicto catalán es hoy un invitado incómodo en el Congreso y su convocatoria, que en otro momento fue cuestión de Estado, se irá dilatando mientras las fases de la desescalada permitan su letargo. Pero los acuerdos suscritos con el PNV no admitían deslices ni alianzas alternativas en Euskadi.
Los nacionalistas vascos se creían blindados ante la tentación del gabinete de Sánchez de recurrir a la geometría variable. El PSOE se comprometía por escrito a “mantener una comunicación fluida y constante con el PNV, dando a conocer con antelación suficiente los proyectos e iniciativas que el Gobierno desee impulsar”. Y la derogación de la reforma laboral parece una iniciativa de sobrada envergadura para que suene el teléfono de Andoni Ortuzar , que fue quien firmó el pacto. Pero lo que más duele en Sabin Etxea es el regalo a Bildu de la flexibilización de los objetivos de déficit de las administraciones vascas y que el PNV había situado en una negociación en la comisión mixta del concierto bajo control del lehendakari.
Con buenas palabras, Sánchez puede negociar, pero para avanzar se requieren hechos y menos “desconcierto”, en palabras de Iñigo Urkullu . En la Moncloa aseguran que habrá tiempo de restablecer puentes con el PNV y ERC con la vista puesta en la comisión de reconstrucción y los presupuestos, pero el calendario no dará tregua. Desescalada y estado de alarma, batalla competencial, elecciones vascas y gallegas, rebrotes, el Tribunal Supremo disponiendo de la presidencia de la Generalitat, elecciones en Catalunya, más riesgo de rebrotes…
Así que más empatía y menos táctica aleatoria monclovita, reclaman en el cuartel general de ERC. Oriol Junqueras ha reaparecido para oficializar en público el precio de los votos republicanos en el Congreso y reforzar los mensajes de su equipo al mando: Sin mesa de diálogo “que no cuenten con ERC”. Los republicanos se aferrarán “hasta el final” a la carta de la negociación entre gobiernos para abordar el conflicto político catalán, así que la convocatoria y avances en esa mesa son hoy “imprescindibles” en la relación con el PSOE ante cualquier votación de futuro.
En la Moncloa aprovechan la evidencia de que la disposición al diálogo ha sido irrenunciable en cada una de las últimas cinco campañas electorales de ERC y presumen de que, a pesar de los fracasos negociadores, los contactos nunca se han roto.
Los republicanos cerraron filas tras cada golpe para proteger su transversalidad de voto, pero ahora, además de los ataques del independentismo más radical, acusan que el crédito de Sánchez “cotiza a la baja”, Carmen Calvo ha sido amortizada como interlocutora, y Pablo Iglesias , que batalló por sentarse en esa mesa de diálogo, mantiene a Podemos en la equidistancia de las negociaciones PSOE-ERC mientras se involucra en las de Bildu. La interlocución se mantiene con Adriana Lastra , pero su firma tiene plazo de enmiendas, y la vigencia las palabras de MªJesús Montero como portavoz, está condicionada a la siguiente rueda de prensa.
En ERC, sostienen que la mesa de diálogo es “una apuesta” de largo alcance, pero ha perdido valor electoral tras la pandemia. En enero, Pere Aragonès logró arrastrar a JxCat hasta la Moncloa, aunque tras la primera reunión se impuso el convencimiento de que el PSOE pretendía anestesiar cualquier avance con su “agenda para el reencuentro”. Entonces todos tenían en mente la convocatoria electoral en Catalunya. Ahora, la vocación de influencia de los republicanos está en cuestión y en JxCat la apuesta estratégica pasa por alimentar el escepticismo sobre el gobierno de Sánchez, no el pacto.
Tras la votación en el Congreso, Carles Puigdemont pidió calma a los suyos y aparcar los ataques a ERC para neutralizar así un efecto aglutinador en las filas republicanas. El discurso postconvergente se centrará ahora en “el engaño” de los socialistas y buscar la confrontación con los comunes. No hay elecciones a la vista pero en JxCat –que ayer celebraban el aniversario de la victoria del expresident en las europeas– se ven hoy mejor situados frente a ERC que hace unos meses. Ahora se trata de pescar en el río revuelto republicano a costa de los choques en la frontera electoral con Catalunya en Comú. “Más Joan Tardà y menos Quim Torra ”, reclamó Jaume Asens a ERC desde la tribuna tres semanas para hurgar en las contradicciones entre independentistas. Ahora, en JxCat, replican: “¿Y más Ciudadanos?”.
Al Sánchez le molesta que se le acuse de pactar con la derecha. El miércoles replicó airado a Gabriel Rufián: “¿Con quién gobierna usted en Catalunya? ¿Con un partido progresista? Nosotros no llegamos a tanto”. Y de paso, quiso poner en evidencia a JxCat por las décadas de gobiernos convergentes en Catalunya: “Ocupa el puesto 14 en el informe de servicios sanitarios de las comunidades, hay más camas privadas que públicas, es la que destina menor gasto a remunerar al personal sanitario, y la segunda con menos gasto en el sistema público, con un 4,7%”. Hasta ahí los recortes de Artur Mas. Obvió que, en julio, su gobierno envió un requerimiento a l Generalitat y otras diez autonomías pidiendo un plan de ajustes en gasto sanitario. Y que el PSC votó contra el presupuesto catalán que da 900 millones más a la sanidad pública.
“Todos contra ERC”. Ese fue el sabor de boca que se llevaron a casa los republicanos tras el pleno del Parlament. La censura por la gestión del caso de acoso en Exteriores que le costó el cargo a Alfred Bosch y la puesta en marcha de una comisión de investigación sobre las residencias sin esperar a pasar de fase. La guinda fue la insinuación del PSC de que habían intentado mercadear con la comisión a cambio de su voto al decreto de alarma. Negociaciones al margen, la acusación perdía valor por que la oposición pudo imponer la investigación sin pasar por el pleno. Aun así, ERC acusó el golpe, todo lo contrario de JxCat, que no se dio por aludida con la reprobación institucional por la condena de CDC por el caso Palau. Ni JxCat, ni Artur Mas: “A mí no se me ha citado, no salgo en ningún sitio en este juicio. Y CDC ya desapareció como partido”.