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Ilustración: BOLIGÁN

Fractura: el impacto del encierro en las parejas

El miedo, el desgaste emocional, la tensión y los problemas sin resolver, en un escenario de mayor convivencia, están provocando más de un conflicto en las relaciones

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Madrid

El confinamiento impuesto por la pandemia está socavando la estabilidad de muchas parejas que descubren su incapacidad para gestionar la crisis en común o se ven superadas por el desgaste emocional.

“El 20% de las parejas que arrastraban problemas antes de la cuarentena podrían acabar con su relación como consecuencia del estrés”, asegura a EL UNIVERSAL Antoni Bolinches, sicólogo clínico y vicepresidente de la Sociedad Catalana de Sexología.

El 80% restante, dice, es una minoría de los que saldrían fortalecidos del confinamiento y aquellas relaciones que quedaron afectadas pero que tendrán la posibilidad de reconstruirse, aunque en algunos casos necesitarán acudir a terapia.

Por distintas causas, la cuarentena llega a generar tensión, frustración, ansiedad o malestar sicológico en las personas más vulnerables o predispuestas, todos ellos factores de riesgo para el conflicto amoroso. Estas emociones dificultan, además, las relaciones sexuales, lo que contribuye a que la decepción se instale completamente.

“Las relaciones más vulnerables son las de mediana edad, aquellas con miembros de entre 40 y 60 años, debido a que en éstas el vínculo amoroso se ha debilitado en el ámbito sexual y están cerca de la saturación convivencial. En este contexto, el único sexo que mejorará tras la contingencia sanitaria será el cibernético y el relacionado con la autosatisfacción”, advierte el experto.

“El confinamiento lo que hace es forzar una convivencia intensiva, no deseada, en una situación ansiógena.

“Además de los problemas habituales, se añade una variable, que es la posición de cada uno de los integrantes con respecto a las medidas de prevención, lo que genera una especie de coctel molotov”, afirma el sicólogo, también autor de libros como Sexo sabio, El secreto de la autoestima o el Síndrome de las supermujeres.

Sin embargo, hay excepciones, sobre todo en las personas más jóvenes: aquellas menores de 30 años serán, probablemente, las primeras en retomar la normalidad.

“Los jóvenes manifiestan, por lo general, una efervescencia sexual; son más inconscientes, más imprudentes, y piensan que el problema no va con ellos. Si se conjugan estos factores, resultan los menos afectados desde un punto de vista anímico y sicólogico”, resalta el terapeuta.

Asimismo, hay que poner entre paréntesis a quienes están confinados por separado, sobre todo si se han unido recientemente.

“Hay personas que se están conociendo y están teniendo sexo virtual precisamente porque están en soledad. A falta de contacto directo, se está construyendo una intimidad cibernética cuando aún no han tenido una real”, detalla el especialista.

Las circunstancias en las que se vive el confinamiento también son determinantes para las relaciones problemáticas; para explicarlo, el sicólogo español retoma un dicho de su abuela: “Cuando el hambre entra por la puerta, el amor sale por la ventana”.

“Ahora muchas parejas están aguantando a pesar de tener conflictos: nadie amenaza con irse porque no puede hacerlo, pero cuando se normalice la posibilidad de socializarnos sin limitaciones, está claro que a los abogados matrimonialistas y a los terapeutas no nos faltará trabajo”, expresa.

Factores preocupantes

Durante el periodo de cuarentena están aumentando la ansiedad, la tensión, los trastornos del sueño y la irritabilidad, que son factores de riesgo. Cada persona tiene una desviación sicopatológica, por lo que si alguien tiene tendencia a la depresión, es probable que empeore: “En situaciones de crisis, todo lo malo se agudiza y todo lo bueno se relativiza”, puntualiza.

Lo que también se está observando en esta etapa del confinamiento es un comportamiento bipolar. Por un lado está la necesidad de sentirnos arropados, protegidos y comprendidos, y por otro, el miedo al contagio, por lo que se genera una crisis de confianza con respecto al contacto físico.

El especialista destaca que desde el punto de vista sexual habrá una inhibición de los contactos interpersonales, de la sexualidad relacional; no obstante, menciona que se desconoce hasta qué punto las sociedades podrían volverse más puritanas.

“Habrá [algunas personas] retraídas, pero otras serán más parafílicas [comportamientos sexuales minoritarios], entonces avanzarán hacia una sexualidad cibernética por las dos vías, recurriendo a la pornografía en clave de autosatisfacción o buscando el contacto virtual con otras personas.

“Hay que matizar, no obstante, que todo es cuestión del patrón normativo. Las parafilias lo son en función de los usos y costumbres de cada época”, recalca.

En cualquier caso, de acuerdo con el sicólogo, la salud y la calidad de vida lo condicionan todo, hasta el punto de que si a alguien se le ofreciera estar inmunizado contra el coronavirus a cambio de un año sin sexo, lo aceptaría de inmediato.

“Es por esto que se va a producir la bifurcación entre los que van a renunciar al sexo y los que van a recurrir a una actividad sexual con garantías, que no tenga riesgo de infección. Creo que será algo transitorio y que cuando tengamos la vacuna se producirá una pequeña ola de relajación de costumbres y de libertinaje bienentendido, en el que intentaremos compensar los meses de frustración y sufrimiento”, apunta.

Por otro lado, para el terapeuta existen algunas medidas fundamentales para intentar evitar que la ruptura de una pareja llegue a ser irreversible en confinamiento.

“El punto clave es que lo que pasa entre dos nunca es responsabilidad de uno solo, y desde luego, como referente operativo, la pareja funciona más por lo que aporta que por lo que demanda. Sólo desde la madurez personal es posible convivir, porque nadie es lo suficientemente compatible con nadie”, concluye.