https://cdn.lavoz.com.ar/sites/default/files/styles/width_1072/public/nota_periodistica/w1_1590362045.jpg
Crisis. La actividad no repunta.

El origen de la recaudación es la base del recorte en la Provincia

by

Primero fue el recorte en la obra pública, después en los salarios de los funcionarios y, ahora, en la Caja de Jubilaciones. Con los ingresos tocando mínimos históricos y ligados casi por completo a la asfixiada actividad económica actual, el Gobierno de Córdoba apuesta todo a aplastar el gasto.

Para sumar problemas, sin reestructuración en el horizonte próximo, la deuda crece a la par del dólar. Basta decir que los compromisos de corto plazo (que vencen en menos de cinco años) ya superan los 90 mil millones de pesos, más del doble que hace un año.

Es cierto, la armonización del sistema previsional local con el nacional es una reforma que, tarde o temprano, la Provincia iba a tener que acelerar para no seguir mendigando año a año en la Casa Rosada.

Pero también es verdad que, en un escenario más “normal”, sin coronavirus, sin una crisis feroz como en la que el país está inmerso desde la prepandemia y con un sistema tributario menos ligado a la actividad económica, la poda del déficit de la Caja podría haber esperado.

https://cdn.lavoz.com.ar/sites/default/files/file_attachments/nota_periodistica/25-05-2020-El-peso-de-la-recaudacion-descansa-en-la-actividad-WEB_1590362073.jpg

Un tema de cimientos

La estructura tributaria de Córdoba, al igual que de la Argentina, está íntimamente vinculada a la actividad y al consumo. El Consenso Fiscal acordado entre el expresidente Mauricio Macri y la amplia mayoría de los gobernadores, con la rebaja progresiva de las alícuotas de Ingresos Brutos, apuntaba a un cambio. Sin embargo, fue firmado en diciembre de 2017, en un país que ya no existe.

El Pacto buscaba empezar el camino de desenganchar la matriz tributaria de la fuerte dependencia de impuestos al consumo, pero el trío devaluación/inflación/recesión lo golpeó de muerte y la pandemia terminó por sepultarlo.

Si, por el lado del gasto, el rojo de la Caja de Jubilaciones es uno de los principales factores de desestabilización de las finanzas públicas en la Provincia, en la columna de los ingresos el talón de Aquiles es la estrecha dependencia de los tributos atados a la actividad.

En abril, Ingresos Brutos, Sellos y la coparticipación de IVA y de Ganancias conformaron el 80 por ciento de la recaudación de la Provincia.

Aunque hubo una mínima mejora el año pasado, cuando los ingresos derivados de impuestos patrimoniales (básicamente Inmobiliario y Automotor) mejoraron su participación en la recaudación total, el crecimiento fue mínimo: pasó del 13,6 en 2018 al 15,4 por ciento en 2019.

El problema es que, con la actividad por el piso (se desplomó 11,5 por ciento interanual en marzo), todos esos tributos vienen cayendo en términos reales y traccionando hacia abajo toda la recaudación.

Bruno Panighel, del Iaraf, lo describe como un “círculo vicioso” en el que se encadenan actividad, consumo, salario, inflación y recaudación. Según el economista, “la actividad en Argentina está mayormente representada por consumo y el consumo está íntimamente relacionado con el nivel de salario; a su vez, la inflación erosiona el sueldo, por lo que las recurrentes crisis de devaluación-inflación podan esos ingresos, luego el consumo y la actividad”. Para Panighel, “todo esto, en última instancia, trae una caída de recaudación que impide que el Estado pueda recomponer salarios haciendo políticas expansivas”.

A diciembre de 2019, el 64,4 por ciento del producto interno bruto (PIB) estaba representado por consumo privado y, si se agrega el público, sube hasta el 81,7 por ciento.

Una explicación política

Juan Pablo Carranza, del Instituto de Investigación y Formación en Administración Pública (Iifap) de la UNC, dice que el peso desproporcionado de Ingresos Brutos en las finanzas de las provincias, incluida Córdoba, reside en “la gran facilidad de cobro”, dado que se limita a gravar la facturación de las empresas. Para el economista, es lo más fácil para los gobiernos en períodos inflacionarios, porque “la actualización se realiza de manera automática, sin esfuerzo del Estado, ya que sube a la par de los precios”.

¿El problema? Cuando a la inflación se le suma la recesión, como para en Argentina desde mediados de 2018, el volumen de ventas cae y la facturación de las empresas pierde con la inflación.

Por otra parte, el economista dice que son tributos “atractivos desde el punto de vista político” porque “se diluyen en el precio de los bienes y servicios” y la gente no hace una asociación directa entre el gobierno y la presión impositiva.

En los impuestos patrimoniales, en cambio, como se le paga directamente al Estado, el costo es mucho mayor. Y nadie quiere pagar eso.

Además, Carranza dice que Ingresos Brutos es “sumamente regresivo” porque impacta de lleno en aquellos hogares más pobres, que “gastan una mayor proporción de sus ingresos en bienes de consumo”. Asimismo, al ser un “impuesto en cascada, impacta sobre los precios relativos mucho más que otros impuestos al consumo, como el IVA”.

Del otro lado, los patrimoniales, donde está incluido Bienes Personales, al no estar directamente vinculados al ciclo económico, “tienen bases imponibles más estables y brindan mayor estabilidad a las finanzas públicas locales”, dice el economista del Iifap.

Para Panighel, desde la aparición del IVA, el impuesto al consumo generalizado del que se enamoraron en buena parte del mundo, “los tesoros de los países encontraron una fuente de recursos difícilmente comparable”. Esto explica su creciente participación en el PIB global. Argentina es un ejemplo: tiene vinculada de forma directa la mitad de su recaudación al consumo y se encuentra entre los países que más recaudan en impuestos al consumo (el 14,5 por ciento del PIB, según el economista del Iaraf).

Carranza dice que los impuestos patrimoniales –como el Inmobiliario, el Automotor y Bienes Personales–, en cambio, “brindan la posibilidad de gravar a la sociedad de una forma mucho más progresiva, implicando una carga tributaria proporcionalmente más elevada sobre los hogares de mayores recursos”.

Hay una intención de cambiar

Córdoba está intentando darles un mayor peso a los impuestos patrimoniales desde la segunda gobernación de Juan Schiaretti.

Para eso, encaró la revaluación de la tierra urbana y rural y desarrolló todo un proceso de actualización del valor de las propiedades con base en un amplio estudio econométrico.

Esto debía ir acompañado por una baja progresiva en las alícuotas de Ingresos Brutos, algo que comenzó tras el Consenso Fiscal, pero que se diluyó por la crisis al final del gobierno de Cambiemos. Y, más aún, ahora, con el avance de la pandemia

Analizando enero, por ejemplo, antes del impacto del coronavirus, Ingresos Brutos representó el 71 por ciento de la recaudación tributaria propia y los patrimoniales, el 16 por ciento. “Descontando la inflación, la recaudación de ambos impuestos fue en baja, pero, mientras que los patrimoniales cayeron 10 por ciento real, Ingresos Brutos se desmoronó un 22 por ciento, el doble”, apunta Juan Pablo Carranza (Iifap). Los patrimoniales ganaron, pero por el derrumbe de los otros.

SÍNTESIS POLÍTICA
Información exclusiva y el mejor análisis, los lunes en tu correo.
Ingresá tu correo electrónico
Suscribirme
¡Gracias por suscribirte!
Ha ocurrido un error, por favor intente nuevamente más tarde.