«Aunque no nos veamos la boca, sonreímos con los ojos»
Pese al covid-19, fotógrafos profesionales vuelven a inmortalizar los irrepetibles primeros días de los bebés
by MÓNICA P. VILARLa llegada de un hijo es un momento irrepetible que muchos padres optan por inmortalizar con sesiones de fotos que les permitan guardar para siempre los fugaces primeros días de un recién nacido. La irrupción del coronavirus se lo puso difícil a algunas familias, pero la desescalada ha permitido retomar esa misión de captar recuerdos a la que Macarena Guzmán se dedica con auténtica pasión. Tras dos meses de parón obligado, ella y su marido Adrián pudieron, por fin, reabrir las puertas del estudio de fotografía que, bajo el nombre de Y al fin te encontré, tienen en Santiago.
«Nosotros decidimos cerrar el estudio algunos días antes de que se declarase el estado de alarma. Con lo poco que sabíamos en ese momento del virus, sentíamos que era lo más sensato, porque trabajamos con embarazadas, recién nacidos, mujeres que acaban de dar a luz...», explica Maca. Con esa misma precaución y sentido de la responsabilidad han vuelto ahora al trabajo, retomando sensaciones añoradas. «Preparando la primera sesión me preguntaba si aún sabría fotografiar como antes o si me trabaría. Por suerte, esto es como andar en bicicleta, aunque al principio me notaba un poco lenta», recuerda.
Maca es una persona cercana, cariñosa, de las que disfruta de una proximidad que la obligada y lógica distancia social le ha hurtado. Sin embargo, el coronavirus no ha logrado que sus sesiones se conviertan en una fría sucesión de disparos de cámara. «¿Sabes de qué me he dado cuenta? De que aunque no nos veamos la boca, sonreímos con los ojos. Y de que puedes mantener la cercanía desde dos metros de distancia», asegura con esa sonrisa bailándole también en la voz.
Con ese optimismo afronta las pequeñas incomodidades que los estrictos protocolos que se han autoimpuesto les suponen. «Las medidas de protección estrictas son necesarias: me hacen sentir segura y así puedo transmitir seguridad a los clientes», afirma. Así que una mascarilla FFP2 sin filtro se ha vuelto su fiel compañera. «No estaba acostumbrada y al principio sentía que me faltaba el aire. Pero poco a poco me voy acostumbrando, aunque ahora tengo que hablar un poquito menos de lo que solía hacerlo», confiesa. Y no es lo único que ha cambiado. La desinfección del estudio tras cada sesión les ha obligado a limitarlas a una por la mañana y otra por la tarde, y la limpieza diaria de tejidos y atrezos ha hecho que los reduzcan al mínimo. «Nuestro estilo se ha vuelto aún más minimalista, vamos a algo más puro», explica, viendo de nuevo el lado bueno de las cosas.
«En la primera sesión, cuando empecé a ponerme todo pensé: ''¿Soy una fotógrafa o una astronauta?''»
Cuando trabajan con recién nacidos, con los que no es posible mantener los dos metros de distancia, las medidas se redoblan. Maca se ha comprado una bata cerrada, que esteriliza cada día y guarda sellada, y a la mascarilla suma una pantalla protectora. «En la primera sesión, cuando empecé a prepararme y ponerme todo, me asaltó una impresión rara: ‘‘¿Soy una fótografa o una astronauta?’’», recuerda.
Los clientes han respondido bien a todos esos esfuerzos. «La agenda vuelve a estar llena. Noto a las mamis más deseosas de sus recuerdos que miedosas. Supongo que la gente va asumiendo que no podemos encerrarnos de por vida y que tendremos que ser muy cuidadosos», reflexiona.
Con el «... E para comer, Lugo» hasta en las mascarillas
Lugo lo tiene claro. Quiere seguir siendo capital del buen comer y hacer honor a su fama de ser una ciudad donde cualquier visita puede convertirse en una auténtica fiesta gastronómica. Y quiere hacerlo garantizando la seguridad de trabajadores y clientes. En esa línea la Asociación Provincial de Hostelería e Turismo de Lugo (APEHL) ha decidido ofertar a través de un distribuidor lucense una línea propia de mascarillas, que lucirán el célebre lema «... E para comer, Lugo».
Para más inri, se trata de protectores ecológicos, ya que las mascarillas, que denominan Maskaeco, están confeccionadas con poliéster que proviene de botellas recicladas de PET, un material ecosostenible.
Las máscaras también son reutilizables. Pueden lavarse y solamente requieren que se cambie el filtro con cierta frecuencia. Y además, según aseguran desde la APEHL, su producción es «100 % gallega».
La idea ya cuenta con una segunda parte. En los próximos días también estarán disponibles pantallas de protección personalizas con el logo de la marca turístico gastronómica.
Una mujer de 107 años supera el virus en Irán
De nuevo, una persona centenaria le ha plantado cara al virus. En esta ocasión ha sido en Irán, donde una mujer de 107 años se ha recuperado de la infección por SARS-CoV-2. Saltanat Akbari fue ingresada en un hospital de la ciudad de Arak, en el centro del país, pero ya ha recibido el alta tras un tiempo en aislamiento. «Ha derrotado al virus con la ayuda de médicos y enfermeras», dijeron desde el hospital.
Tras da dorna de Ulises (III)
Helena Villar Janeiro
Toco esta soidade tan amante
como os días máis claros
e os pétalos da rosa.
Sinto a dor de tecer e destecer
a esvarar polos dedos
e teño os labios cansos
de soprar bolboretas
contra o aire.
E percorro xa núa a túa area,
durmo o meu soño azul
e navégote, oh mar,
co corpo aberto.