El lenguaje en tiempo feroz
by Xosé Carlos CaneiroEn agosto se cumplen 130 años de su nacimiento. Era un genio. Niño prodigio, misántropo, fue capaz de construír una cosmogonía literaria poderosa. Lovecraft es la sinécdoque perfecta de estos días de confinamiento: un símil que nos reflexiona (nos piensa) como seres humanos y nos hace reflexionar en estos tiempos confusos. Todo está por inventar. Y los que nombran las cosas desean poseerlas. Lo hacen una y otra vez los ideólogos del poder actual, con la apatía de la otra parte del mundo político: una derecha a la que el orbe de las ideas siempre le ha importado poco y, cometiendo un error indeleble, lo ha ha dejado en manos de los progresistas. Las universidades, la enseñanza media, las artes, la comunicación y sus innovaciones... Si preguntamos a cada uno de sus actores llegaremos a la conclusión de que una gran mayoría congenia con un homogéneo sentimiento: detestan a los conservadores. No es una afirmación de principios propios, sino una negación del contrario. El contrario no existe porque carece de capacidad de respuesta. Ellos dominan los significantes y los significados. Ellos, pues, son los dueños de la realidad y los que pueden transformarla a su antojo: nombran las cosas, se apoderan de ellas y las domestican. La pasada semana inventaron las becas para todas las rentas bajas sin necesidad del mínimo mérito: una calificación de suficiente basta. Es demoledor. Y es más demoledor el silencio. No importa que te esfuerces o no te esfuerces, obtendrás beca para tus estudios universitarios. Parece baladí. Pero en mi opinión es un gesto totalizador para adueñarse, una vez más, del lenguaje: las becas de la igualdad, las llaman. Aunque son, en realidad, las becas del oprobio. Los estudiantes deben poseer igualdad de derechos y posibilidades, pero premiar del mismo modo al laborioso que al vago es atroz.
El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo, cito de memoria a Márquez. En la pandemia también se ha creado un lenguaje perturbador. A la distorsión de la palabra igualdad unimos «arcas de Noé», esos lugares donde confinarían cual ergástulas a los infectados. La «nueva normalidad», el distópico mundo que Sánchez ha inventado, es el futuro. «Cayetanos» son los que se manifiestan contra el Gobierno, aunque tengan la mitad de renta que los Iglesias/Montero. El lenguaje es suyo. La derecha lo ha permitido. Lovecraft, si renaciese, escribiría con tristeza este tiempo feroz.