La llegada a Venezuela de buques petroleros iraníes eleva la tensión con EE UU

Aviones y helicópteros militares venezolanos escoltan las embarcaciones en el último tramo, mientras Teherán advierte a Washington sobre las consecuencias de un acto hostil

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Los cinco buques petroleros enviados por Irán con 1,5 millones de litros de gasolina ya han comenzado a llegar a Venezuela con el propósito de ayudar al país a paliar la escasez de combustible que padece desde hace meses, agravada especialmente durante los dos meses de la pandemia. Fortune, el primer barco en entrar a las aguas territoriales venezolanas, arribó este lunes a la refinería El Palito, en la costa central del país. Los otros se aproximan a las instalaciones de Puerto La Cruz (noroeste) y Amuay (oeste). La operación ha elevado la tensión entre esos países y Washington.

El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, anunció que los barcos iraníes serían escoltados por helicópteros y aviones de guerra de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) hasta llegar a los puertos venezolanos. El canciller, Jorge Arreaza, el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, y otros dirigentes políticos y militares han agradecido el apoyo a las autoridades iraníes y adjudican el logro a “la diplomacia de paz en un mundo multipolar” llevada adelante por Nicolás Maduro.

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, durante una intervención en televisión este domingo. En vídeo, las declaraciones de Maduro agradeciendo a Irán el envío de petróleo. Reuters

Tanto Cabello como la ministra de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela, han declarado que el combustible obtenido es para sostener la revolución y que es “no apto para escuálidos”, en referencia a los opositores, pese a que el país petrolero lleve semanas sufriendo una escasez de gasolina sin precedentes que afecta a millones de personas. Teherán presta ayuda a la República Bolivariana, uno de sus grandes aliados en la región, en un gesto que se ha convertido en un desafío geopolítico a Estados Unidos. La Administración de Donald Trump y la oposición venezolana sospechan que Maduro está pagando con toneladas de oro esta ayuda.

Irán y Venezuela son dos naciones sancionadas por Estados Unidos, país que ha acusado al Gobierno de ser puente para el desembarco de grupos terroristas en Sudamérica, como Hezbolá. La alianza política entre Caracas y Teherán data de los tiempos de amistad entre los expresidentes de ambas naciones, Hugo Chávez y Mahmud Ahmadineyad. La plana mayor chavista guardó luto público después de que un misil estadounidense asesinara al líder de la Guardia Revolucionaria Qasem Soleimani en Bagdad. Una de las piezas clave en la gestión oficial venezolana para la obtención del combustible ha sido el actual vicepresidente de Economía de Venezuela, Tareck El Aissami, venezolano de origen libanés.

Sectores radicalizados de la oposición venezolana guardaban la esperanza de que el Gobierno de Trump impidiera el paso de los barcos para terminar de asfixiar a Maduro en un contexto de colapso total de los servicios públicos y la ruina económica del país. Algunos dirigentes venezolanos en el exilio exhortaron a Washington para que impusiera su ley, sobre todo luego del anuncio del despliegue militar antinarcóticos anunciado por Donald Trump en las costas venezolanas hace poco más de un mes. No ha sucedido. Desde Teherán, el presidente Hasán Rohaní había advertido a Estados Unidos de que un acto hostil contra esta flota tendría consecuencias. Varios portavoces opositores dentro del país, en cualquier caso, se mostraron contrarios a una intervención estadounidense.

Desde hace varios meses, el Gobierno de Maduro trabaja apuradamente con los técnicos de Petróleos de Venezuela –PDVSA, la petrolera estatal que antaño fue una de las grandes exportadores de gasolina del mundo—para reparar las refinerías de El Palito y Cardón, seriamente averiadas, y comenzar a procesar combustible. El declive acelerado de la producción de crudo venezolano ha complicado la situación.

Para trabajar en la reparación de las refinerías, Maduro ha contado con la asistencia de técnicos iraníes que han arribado al país en varios vuelos de la línea aérea Mahan Air durante las últimas semanas. Aunque se hizo un anuncio oficial sobre la reparación exitosa de ambas, en el camino se han presentado nuevos inconvenientes técnicos que han retardado el comienzo de las labores.

PDVSA necesitaba conseguir algunos de los componentes adicionales para fabricar gasolina en el mercado internacional, pero no puede hacerlo por las sanciones estadounidenses. Las dificultades se agravaron especialmente con la marcha de la petrolera rusa Rosnfet. En los últimos meses el Gobierno venezolano estuvo concretando la compra de gasolina en alta mar a cambio de petróleo crudo. Esta operación se ha dificultado con el endurecimiento de las sanciones.

El parque de refinerías de Petróleos de Venezuela, uno de los más grandes del mundo, y alguna vez de enorme eficiencia operativa, ha sufrido un grave deterioro en los años de Hugo Chávez y Nicolás Maduro a causa de la corrupción, la falta de mantenimiento, el despilfarro y la desinversión. La llegada de la gasolina iraní podrá paliar la escasez de combustible en Venezuela durante algunas semanas, probablemente poco más de un mes, según el cálculo de expertos en el sector. Mientras, Maduro espera poder concretar la reparación de algunas de las refinerías del país para regularizar el mercado del parque automotor al menos en Caracas.