Industria cultural

Concepto creado por los filósofos alemanes Teodoro Adorno y Max Horkheimer en su libro «Dialéctica de la ilustración»

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Concepto creado por los filósofos alemanes Teodoro Adorno y Max Horkheimer en su libro «Dialéctica de la ilustración» (1947).

Se trata de un fenómeno típico de la época contemporánea y expresa ese momento en el cual la producción de una amplia variedad de bienes y productos culturales sólo es posible gracias a un soporte industrial. Adorno y Horkheimer localizaron el origen aproximado del fenómeno a mediados del siglo XX, aunque ya había atisbos de ello en aquello que Walter Benjamin llamó «la era de la reproducción mecánica del arte».

Para Adorno y Hokheimer: «(f)ilm, radio y semanarios constituyen un sistema. Cada sector esta armonizado en sí y todos entre ellos». Según los autores, esta armonía en realidad significa una «igualación» y una «producción en serie» que abarca todo lo «cultural», incluyendo la arquitectura, la producción de automóviles y libros, e incluso la moda con serios impactos en la conducta de los individuos. Desde este ángulo, la 'industria cultural' es –a la misma vez– un procedimiento que degrada el componente artístico-cultural de la vida y una especie de sustituto de la religión y la filosofía. Los productos de esta ‘industria’ le dan unidad al mundo y funcionan como instancias educativas puesto que ofrecen modelos de conducta en los planos ético, ideológico y cultural que tienen un alcance masivo.

Hoy día, cuando a lo ya dicho corresponde agregar el nacimiento y enorme expansión de la producción y consumo de productos televisivos, de grabaciones de la industria de la música, de la producción y consumo de videograbaciones, el surgimiento y multiplicación de los videojuegos, más el aumento de la comercialización y consumo de productos culturales, la cobertura universal de la industria del turismo (a la cual «sirve» una parte importante de las artesanías nacionales) y la transformación e incremento de los canales comunicativos, están dadas las condiciones para que vivamos en el momento de lo que Álvaro Cuadra llama la «hiperindustria cultural».

«Una política que se propone estimular y regular el desarrollo de las ‘industrias culturales’, a nivel tanto local como en el escenario global, sobre la base del respeto a la Historia, la memoria, los valores e identidad de los territorios, así como la protección de las poblaciones vulnerables y desfavorecidas, además de impulsar la reactivación de sus economías, permite abrir nuevos espacios de producción cultural, diversificar mercados y transformar la circulación, valoración y consumo de estos productos (a nivel nacional e internacional) para así revolucionar nuestra idea de lo que es una ‘industria cultural’ y sus posibilidades.