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CONDUCTA. “Hay personas, como los psicópatas, que no sienten culpa por el mal que le está infringiendo al otro”.

“La persona agresiva carece de inhibición del impulso, va al acto sin medir consecuencias”

Desde que comenzó el confinamiento el 20 de marzo, en nuestro país crecieron el 39% las denuncias por violencia de género, y se produjeron 19 femicidios.

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Desde el inicio del aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus, las denuncias por violencia de género aumentaron un 39% en nuestro país, y, desde que comenzó el confinamiento, el 20 de marzo, se han producido 19 feminicidios, según los últimos datos difundidos.

Esta situación puso en análisis no sólo el hecho de que al permanecer mayor tiempo encerrados, aflora en muchos reacciones violentas, sino también qué pasa por la cabeza de éstas para cometer semejantes hechos.

“Cualquier persona común y corriente, mujer o varón bajo ciertas circunstancias, podría llegar a agredir a otra persona. Obviamente, hay personas que tienen mayor predisposición natural a ser impulsivas y/o agresivas. Si me preguntan qué pasa por la cabeza del atacante yo contestaría que en realidad la falla es algo que no pasa. En el cerebro tendría que haber una inhibición del impulso, pero esto no sucede y entonces se pasa al acto sin medir las consecuencias de los mismos”, analizó el doctor Gastón Noriega, médico psiquiatra, consultado por EL LIBERAL.

Explicó que hay determinadas partes del cerebro que se especializan en la inhibición de impulsos, y que cuando estas están dañadas o no se han desarrollado por algún motivo entonces el impulso agresivo pasa “sin filtro” a la acción. “Todos tenemos pensamientos agresivos o inadecuados, el tema es que los reprimimos para poder vivir en sociedad, o los adaptamos de tal forma en que sean políticamente o socialmente correctos”, aseguró.

Sobre si la persona siente placer al agredir, consideró que “existen muchos tipos de atacantes”, y diferenció que “hay personas, como los psicópatas, que no sienten culpa por el mal que le está infringiendo al otro”.

“Estas personas, muchas veces, manipulan a la gente que los rodea y las utilizan para conseguir algo que quiere. Tienden a pensar que ellos son “dueños” de determinadas personas como si fueran cosas, por lo tanto, pueden llegar a lastimar y a matar sin sentir ningún tipo de remordimiento, como si lo que estuviera rompiendo es un vaso de su casa. Algunos tipos de psicópatas pueden sentir cierto placer al romper las reglas, incluso sentir una especie de goce cuando ejercen su poder sobre otros”, amplió.

Respecto de si son personas enfermas o no, consideró que esa “es la pregunta del millón”, y explicó que “por un lado, hay estudios de neuroimagen funcional que afirman que los psicópatas tendrían una lesión o una falta de desarrollo de algunas estructuras cerebrales”.

“Todos tenemos cerebros diferentes, pero nos regimos por la misma ley. Las normas vigentes nos dicen que las personas son castigables si comprenden la criminalidad de sus actos, siendo esto independiente de tener un cerebro con algunos circuitos dañados. En el caso del psicópata, está comprobado que sí comprende la naturaleza criminal de sus actos, lo que es incapaz de hacer es conmoverse por los mismos, por lo tanto, es punible ante la ley”, añadió.

¿Se cura la psicopatía?

Respecto de si la psicopatía se cura, el doctor Noriega afirma que “al tratarse de un trastorno de personalidad, es decir, que afecta en cómo pensamos, sentimos y actuamos, debemos tener claro que el tratamiento de la psicopatía va a ser complejo, ya que se ha de intervenir en todos los ámbitos de la persona para conseguir corregir dicho comportamiento, aunque la mayor dificultad es que el psicópata quiera cambiar, sobre todo cuando sus actos le reportan una satisfacción personal inmediata, y carece de suficiente empatía para sentir culpabilidad por su comportamiento”.

“Una de las mayores dificultades para conseguir avanzar con las metas del tratamiento es la falta de compromiso de la persona psicópata, ya que su conducta lo complace y este proceso es voluntario y consciente. Por lo que es difícil que quiera cambiar y seguir el tratamiento siendo éste mucho más eficaz cuanto más temprano en la vida empiece a tratarse”, explicó.l