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Juliana Muñoz Toro es aficionada de los libros infantiles y de las editoriales independientes. Aquí con su primer libro '24 señales para descubrir a un alien'.
Foto: Milton Díaz. EL TIEMPO

Juliana Muñoz Toro, literatura infantil para emergencias de adultos

La escritora creó 'La hora del cuento virtual' en Instagram para compartir libros en la cuarentena.

La escritora retomó la lectura en voz de alta de libros infantiles. Autora de cuatro libros, está convencida de que las historias para niños nunca cayeron tan bien a los adultos como hoy.

“Tengo muchos libros para niños”, dice su voz al teléfono. De esos ha leído 19 en los últimos dos meses de pandemia en Colombia, con vídeos cortos que cuelga en su cuenta de Instagram. Primero, diariamente; ahora, uno cada semana. Un ejercicio al que nombró ‘La hora del cuento virtual’. “Lo que noté es que hay saturación de información. Si lo hiciera todos los días no se lo alcanzan a saborear”, explica. Los lee en voz alta, interpretándolos como si fueran un personaje de teatro, moviendo sus páginas como una extensión de sus propios brazos.

Juliana Muñoz Torres es colombiana, periodista y escritora de libros infantiles y juveniles. Aunque la convivencia entre estas dos maneras de aprehender el mundo —la realidad y la ficción— es algo que lleva con sutil pragmatismo. “Ahora la reportería está más al servicio de la ficción que del periodismo”, dice.

Su primer libro, '24 señales para descubrir a un alien', fue publicado en 2017 después de ganar Concurso Internacional de Escritura Tragaluz y recién llegada de Nueva York donde estudió una maestría en Escritura Creativa. Desde entonces ha publicado tres libros más. El último de ellos 'Los últimos días del hambre', una novela publicada en 2018 por la editorial Planeta.

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La pre-emergencia

Antes de leer libros infantiles en plena pandemia, Juliana preparaba un nuevo libro con la editorial Tragaluz, 'Bajo el naranjo', al que el virus paralizó como un cuerpo más, potencialmente infeccioso.

“Ese libro es muy especial porque sucedió de la forma contraria. Normalmente yo escribo un libro y alguien lo ilustra, en este caso es muy bello porque Mohammad Barrangi —ilustrador iraní— ganó el concurso Tragaluz que le permitía publicar sus imágenes, pero él está más dedicado a la ilustración que a la escritura, entonces me dieron a mí las imágenes para que escribiera la historia”, cuenta.

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‘Tengo miedo’, del colombiano Ivar Da Coll, fue el primer libro infantil que leyó en Instagram en la pandemia. Muy preciso para darle apertura al ejercicio…

A veces para elegir el libro pienso en lo que estamos viviendo. Pienso cómo desde una historia podemos abordar mejor los sentimientos que estamos teniendo: angustia, miedo, soledad. Sacamos esa historia y la vemos afuera en un libro, en dibujos, y así podemos materializar el problema y entenderlo mejor. Siento que la literatura a los grandes y a los niños nos sirve para ver que no estamos solos con esos sentimientos.

‘La hora del cuento virtual’ no sólo comparte una historia, sino un objeto. ¿Qué es lo que más la atrae de los libros como objetos?

Quería que la experiencia fuera lo más cercana posible a como cuando lees para niños. No simplemente poner la pantalla en la hoja y pasar las hojas, si no cómo yo podía ponerle a eso sentimiento, poner mi voz a ese servicio de que a las personas les llegara más la historia, señalar con los dedos, tocar el papel, el sonido de las páginas. Es muy rudimentario, lo hago con mi celular, quiero que sea así, espontáneo. Estoy un momento en mi casa y simplemente quiero que veamos un libro hermoso.

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¿Qué ofrece la literatura infantil en un tiempo de crisis?

Eso es súper bonito con los libros infantiles, que son para adultos solo que también son para niños. Siento que un libro infantil tampoco le da muchas vueltas a algo, no tiene que hacer un tratado filosófico para decir algo tan sencillo y a la vez tan complejo como "tengo miedo". A partir de una historia sencilla podemos explorar de una manera muy humana un sentimiento, una situación que podemos estar viviendo.

Siento que un libro infantil tampoco le da muchas vueltas a algo, tampoco tiene que hacer un tratado filosófico para decir algo tan sencillo y complejo como ‘tengo miedo’

Suele ser una trampa pensar que la literatura infantil es solo para niños. ¿Recuerda el momento en que venció esa trampa?

Con mi primer libro, '24 señales para descubrir a un alien'. Ese libro nace con una idea particular que era hablar de la relación con el padre. Primero lo pensé como un libro para adultos pero el resultado no me gustaba, era muy denso, no se prestaba tanto para un juego o ambigüedad que me parecía importante lograr. En ese caso sentí que la mejor expresión podía darse si la contaba un niño. Y ahí es donde siento que vencí esa trampa, no vi que la historia fuera a hacer menos porque fuera para niños, sino que iba a ser más, me iba a permitir balancear mucho más los elementos, tener más humor, mirar un mundo oscuro con más luminosidad.

La emergencia

La misión de Juliana era hacer que el libro hablara conservando el ambiente de oriente del que estaban impregnadas las ilustraciones de Mohammad. “Me dieron once imágenes de él y me dijeron has una historia”. Sin haber visitado Irán una sola vez , recorrió calles y poblados de ese país desde su escritorio, sin contacto y por internet. Aunque mientras ella lo hacía la vida todavía no era el aislamiento que luego fue, cuando el virus se instaló en el mundo.

“Me puse a visitar museos de forma virtual y hablé con Mohammad por WhatsApp. Le preguntaba para él y su cultura qué era la muerte, la vida, cosas que no eran tan fáciles de investigar por internet. Eran inquietudes muy personales, lo conecté con mi propia historia y fue muy bello”.

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Escucharla leer en ‘La hora del cuento virtual’, y en general escuchar cuentos en voz alta, produce un poco de nostalgia, ¿le pasa?

Total. Creo que a mí me encanta leer y escribir sobre la infancia por esa nostalgia. Cuando uno es niño tiene sus preocupaciones pero desaparecen cada día, uno no da las cosas por hechas, todo le sorprende y todo es posible. Yo creería que un niño entiende mejor la pandemia que un adulto. Uno tiene unas estructuras mentales súper establecidas y cree que lo sabe todo, pero llega algo que te cambia el mundo y dices ¿cómo así? A mí me costó trabajo entender que estábamos en una pandemia y que toda la vida iba a cambiar. Yo creo que un niño se adapta más a esas situaciones porque sabe que es posible, si llegan los aliens dice, ok, ¡es posible! (risas).

¿Cómo es escribir con “el hilo palabra que no hace ruido”? Usted borda también…

El encuentro con el bordado es muy bello porque mi mamá hace varios años me enseñó a bordar, no le presté mucha atención hasta que hace unos meses empecé a bordar nuevamente. Yo sé que los bordados que he hecho esta cuarentena no se me va a olvidar que lo hice en cuarentena, pensando en el futuro... Creo que son un diario encriptado y siento que es muy bonito porque me ha permitido expresarme de una forma diferente a las palabras.

¿Esto tiene algo que ver con algo que dice en sus redes: que se siente como “una aprendiz”?

En todo, en estar descubriendo cómo más puedo contar una historia y como todo en últimas termina siendo lo mismo. Cómo el bordado lo convierto en una historia y una historia en bordado. Es empezar a quitar fronteras de las diferentes artes y que se vuelva una gran expresión de uno mismo.

Recuerdo que cuando yo escribía periodismo, pegaba en la pantalla de mi computador: haz que esta historia parezca inventa. Ahora tengo un papelito que dice: haz que esta historia parezca real

Post-emergencia

'Bajo el Naranjo', el libro escrito por Juliana e ilustrado por Mohammad Barrangi, estaba en imprenta e iba a lanzarse en la Feria del Libro de Bogotá. “Ese libro se la va a jugar por volver al primer libro. En una época en la que uno puede estarse preguntado si el libro físico va a morir o no, una editorial independiente colombiana se la juega por sacar un libro papiro”, comenta la escritora de 32 años.

Después de hacer el viaje virtual para conocer más de Irán, de encontrar el pequeño poblado donde vivió Mohammad y pasear por sus calles usando el street view de Google Maps, Juliana descubrió una estatua de la que hablaba en el libro, como si hubiera estado ahí. “El resto me lo invento, en últimas es una ficción. Eso es muy bello de la ficción, que también podemos completar el resto del mundo que no alcanzamos a ver”.

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Volvamos a los libros pero en relación a la resistencia... Los libros digitales provocaron una discusión sobre la desaparición del libro impreso. ¿Qué hace que la experiencia física del libro se resista a morir?

Yo soy una de esas románticos a los que les gusta el libro como objeto y este se resiste a morir porque simplemente ofrece que lo digital no. Tengo libros digitales, me encanta que puedo tener un montón de libros en una sola tableta, tiene muchas comodidades. Pero hay también cierto tipo de libros, en especial los libros para niños, que nada reemplaza la experiencia de olerlo, tocarlo, de mirar el color de las imágenes, pasar las hojas. Porque es el libro como tesoro. Últimamente los libros que compro son libros que atesoro, que quiero revisitar, se vuelven parte de mi vida. Cada vez más valoramos el pasado y nos gusta volver al él porque somos unos nostálgicos.

¿Tuvo un libro tesoro?

Todavía lo tengo, está absolutamente destruido pero en mi biblioteca. Era un libro de texto de castellano grado segundo. Y amé ese libro porque me ofrecía la posibilidad de interactuar. Yo dibujaba, escribía sobre él, y a la vez tenía mucho textos.

Usted es periodista pero no sé si hubo una despedida con esa profesión o si solo es algo en pausa

No diría que está en pausa. Diría que está más al servicio de la ficción. A mí me encanta haber estudiado periodismo porque ya no me quedó bloqueada con una hoja en blanca. En periodismo sabes que tiene que escribir una nota para mañana sí o sí, no importa si estás inspirada o deprimida, tienes que escribir. El periodismo me hizo muy práctica, recursiva, y también me parece muy importante esa parte de investigación de los temas. Si bien voy a contar una historia inventada, me encanta poder documentarme, entrevistar personas. Sigo siendo una periodista, solo que ahora el resultado es una novela, un cuento, un poema y no un reportaje.

¿Qué fue lo que la conquistó finalmente de la ficción?

Siempre he sido una enamorada de la ficción y la razón es poder responder preguntas que solo con la realidad y con reportería no iba a poder. Uno no puede entrevistar a alguien que ya está muerto y en la ficción sí; hay personas que te van a responder hasta cierto punto y el resto va a ser un secreto. Siempre me daba curiosidad ese más allá, lo que yo no iba a alcanzar a investigar ni por tiempo o por posibilildad quería responderle así la respuesta fuera inventada porque me ayuda a entender el mundo mejor. Recuerdo que cuando yo escribía periodismo, pegaba en la pantalla de mi computador: haz que esta historia parezca inventa. Ahora tengo un papelito que dice: haz que esta historia parezca real (risas).

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Además de 'Bajo el naranjo', Juliana Muñoz Toro trabajaba en 'El vuelo de las jorobadas', un libro infantil de no ficción sobre el viaje de las ballenas jorobadas desde la Antártida hasta las aguas colombianas, en el Pacífico. Un libro debut de la editorial colombiana Lazo con el ilustrador Dipacho. “Este año me tenía/tiene (risas) emocionada o no sé qué pensar. Todavía tengo la ilusión de que estos libros puedan salir en junio, julio, esperemos”, dice al cerrar la llamada.

KAREN PARRADO BELTRÁN
ESCUELA DE PERIODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO
En Twitter: @piedemosca