La política catalana
Las elecciones de los 'espigoladors'
by Josep Martí BlanchEl verbo catalán 'espigolar', el acto de recoger los frutos que han quedado en el campo o en el árbol tras la cosecha principal, define el escenario de campaña que va a vivirse en Catalunya en cuanto Quim Torra convoque las elecciones. 'Espigolar' (espigar, que es la traducción al español que figura en los diccionarios no es exactamente lo mismo) es un trabajo manual, pesado y poco gratificante. Si hablamos de olivas, estamos ante el último saco, el que cuesta más trabajo de rellenar. Unas aceitunas aquí, en una rama de un olivo que no se vareó a conciencia; otras allá, caídas fuera de las mantas aceituneras. De una en una. El saco de los restos. Agáchate y vuélvete a agachar.
La recolección mecánica, más cómoda y rápida, de las aceitunas-votos soberanistas en los próximos comicios van a pelearla JxCat y ERC. La CUP también saldrá a faenar con cosechadora, aunque más pequeña. Tras ellos, esta vez aparecerán los espigoladors, con la esperanza de poder llenar algún saco con los restos y que en el molino se convierta en actas de diputado.
En las plantaciones del unilateralismo puede que estén los Demòcrates de Antoni Castellà. Demòcrates, que ha vivido esta legislatura encamado con ERC, no tiene sitio bajo el paraguas republicano y debe buscarse la vida. Muy infiltrados en el movimiento Primàries, confían en el apoyo de la Assemblea, que ya ha dicho que solo respaldará a quien se comprometa formalmente con el independentismo unilateralista. Aunque no hay que descartar que consigan de algún modo integrarse en el redil de Puigdemont. Caso de acudir en solitario, sus expectativas pasan por ocupar los cuatro escaños que consiguió Solidaritat Catalana per la Independència en el 2010.
Aunque donde hay teóricamente más jornaleros dispuestos a espigolar es en las fincas del catalanismo de centroderecha o socioliberal que, aun definiéndose como independentista en algunos casos, apuesta ya sin dobleces por el pactismo y el autogobierno ambicioso. En este espacio están ahora mismo Units per Avançar, la LLiga, El País de Demà y Lliures, además de otros clubs de opinión de menor enjundia. Hay quien quiere situar también a Manuel Valls y a su pareja de baile, Eva Parera, que también quieren ir a las elecciones, en este miniespacio. Pero el posicionamiento ideológico del invento de Valls no es catalanista ni por asomo.
En el minifundio del catalanismo clásico las cosas están como siguen: Units per Avançar, con sus cabezas más visibles Ramon Espadaler y Albert Batlle, sabe que su convivencia con el PSC es antinatural y que tarde o temprano deberá mudarse a su propia casa. Hablan con todos los demás, pero su objetivo principal sería cerrar algún tipo de acuerdo con El País de demà de Lluís Recoder, Antoni Garrell, Carles Campuzano, Marta Pascal, entre otros, para armar una candidatura que asemejara a lo que un día fue CiU. También mantienen conversaciones con la Lliga de Astrid Barrio, pero con mayor prevención al considerar que en ese club la ambición catalanista es demasiado tenue y en algunos casos inexistente.
El País de demà, que se enseñó hace unos días en la presentación del libro 'Perdre la por' de Marta Pascal, explica a través de sus múltiples portavoces que todo está listo para poder presentarse a las elecciones y confirma las conversaciones con Units per Avançar. Algunos hasta ven con buenos ojos la posibilidad de que Albert Batlle sea el mirlo blanco que todo el mundo anda esperando; toda vez que Lluís Recoder, exalcalde de Sant Cugat y exconsejero de Artur Mas hasta 2012, se autodescarta explícitamente como candidato cada vez que se le pregunta. A partir de aquí hay más gente dispuesta a levantar la mano si el profesor pregunta, como Roger Montañola, de Lliures, que no tiene reparos en contestar que se atrevería a liderar una candidatura cuando Jordi Basté le inquiere directamente por la cuestión en su programa de radio.
Nombres al margen, si Units per Avançar y El país de demà cierran un acuerdo, también estará ahí Lliures, impregnado del instinto camaleónico de su fundador, Antoni Fernández-Teixidor. Quedaría por aclarar el papel de la Lliga, con muchos de sus militantes contrarios a aceptar la convivencia política con nacionalistas, aunque programáticamente se coincida en múltiples cuestiones.
Siendo pocos, la burra puede parir. Aun así, unos y otros, cuando razonan, son conscientes que cuando se espigola se recogen las pocas olivas que otros han dejado olvidadas. Si salen demasiados al campo a llenar cada uno su saco es posible que nadie alcance a colmar el suyo. Y como en el cuento de la lechera, sin saco no hay molino, sin molino no hay prensa, sin prensa no hay aceite y sin aceite no hay actas de diputado. Saborosas actas de aceite de oliva virgen que pueden, en parlamentos fraccionados, alterar el rumbo de una legislatura y también el de un país. Y esto es a lo que aspiran los nuevos jornaleros del catalanismo.
En otras tierras, Vox también estrenará el rol de espigolador mientras Cs y PP estudian sumar sus fincas para no verse enterrados en el minifundismo. El PSC, por el contrario, anda por las ferias agrícolas para adquirir una potente cosechadora. Los 'comuns', como siempre, encantados con su agricultura ecológica de baja producción.