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EFE / Javier Lizon
PECCATA MINUTA

Comunistas

La madre de mi buena amiga Ivette lo tuvo siempre claro: "Voteu ben roig, que després prou destenyeix"

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El pasado martes tuve la fortuna de coincidir con el profesor Borja de Riquer en 'Aquí, Cuní', magacín matinal de Ser Catalunya en el que tengo el gusto de colaborar. Aquel día se habló de la exaltación del franquismo como delito tipificable en el Código Penal. Los primeros compases giraron en torno a por qué, en los felices años del PSOE, cuando en las primeras Cortes solo Blas Piñar lucía camisa azul y gomina, el felipismo apostó por dar una segunda oportunidad a los torturadores y seguir subvencionando a la Fundación Francisco Franco. ¡Ay, la Transición! Y entonces, raudo, intervino Carles Francino: “Fem tard, oi, professor?”

Y el profesor explicó que, en conversación privada con Felipe González, este le confió que optaron por considerar al franquismo como época superada para que el olvido la fuese devorando. También anotó los déficits socialistas con respeto a las ridículas compensaciones que recibieron las víctimas particulares del franquismo en contraste con las pingües gratificaciones adjudicadas, eso sí, a los sindicatos afines.

Planteé al catedrático en Historia Moderna y Contemporánea y actual presidente de la Acadèmia de Bones Lletres una doble e ingenua pregunta: si Vox era apología del franquismo o solo una consecuencia posmoderna del cerebro de Steve Bannon, y cómo veía que nuestras tres derechas anatemicen a Sánchez por gobernar con comunistas y otras gentes de mal vivir.

A la primera, respondió que, sin duda, Vox defiende al régimen anterior y se hace eco de su legado ético y estético oportunamente puesto al día; pero fue al responder a la segunda cuestión cuando de Riquer soltó la perla: “En este país hay muchísimos más anticomunistas que comunistas”, dando a entender que Unidas Podemos y sus confluencias no mantienen el más mínimo vínculo ideológico ni emocional –“si no, nadie les votaría”, anotó Cuní- con Paracuellos, las checas ni las purgas y gulags del bigotudo y sanguinario camarada Stalin.

La madre de mi buena amiga Ivette lo tuvo siempre claro: “Voteu ben roig, que després prou destenyeix”. No, no creo en absoluto que la lucha por un sueldo digno, por una muerte digna, por proteger a las mujeres de las 'manadas' y a nuestra descendencia del suicidio del planeta sea una posición simétrica con la de aquellos reciclados novios de la muerte que, para fingir ser más feministas que Simone de Beauvoir, reclaman la pena capital para los violadores. Les va la marcha, fúnebre.

Recomiendo estar al tanto del programa del maestro Cuní, ya que allí se viven momentos muy interesantes.