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“Es prematuro decir que la Antártida superó los 20 ºC”

Aunque versiones periodísticas informaron de un supuesto nuevo récord de temperatura, la Organización Meteorológica Mundial y el Servicio Meteorológico Nacional mostraron cautela. La Antártida, el "laboratorio" de la crisis climática.

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Aunque el impacto del calentamiento sobre el continente helado es evidente y se ha venido registrando año tras año, un comunicado de la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés) llama a la cautela. “La OMM conoce los informes de un nuevo récord de temperatura de 20.75 ºC en la isla Seymour en la Antártida. Necesitamos primero analizar los metadatos de la estación (ubicación y tipo de equipo, prácticas de medición, etc.) antes de poder verificar esto”.

La información se había viralizado en la tarde del jueves 13 de febrero, cuando un artículo de The Guardian fue categórico: “La temperatura antártica se eleva por encima de 20 °C por primera vez desde que hay registro”. Un grupo de científicos brasileños aseguró detectar una temperatura de 20.75 ºC en la isla Seymour (donde se encuentra la base Marambio argentina) el pasado 9 de febrero.

En tanto, la OMM también confirmó que “un enorme iceberg de más de 300 kilómetros cuadrados (el tamaño de Malta), que se rompió en muchos pedazos”, se desprendió del glaciar Pine Island (PIG en inglés), en otra muestra más del rápido cambio que está teniendo lugar en el continente helado. En otro artículo ya hemos abordado las consecuencias que este tipo de actividad, cada vez más frecuente, tendría para el aumento del nivel del mar y el perjuicio que generaría para la población mundial, en gran medida asentada en las costas.

El registro de este dramático desprendimiento fue difundido por la Agencia Espacial Europea: “El Pine Island Glacier (PIG) engendró cerditos (piglets)”, señalan simpáticamente en su canal de YouTube. Lo cierto es que el hecho expone un sombrío panorama producto del acelerado calentamiento que derrite los glaciares y hace que se deslicen mucho más rápido hacia el océano, formándose icebergs y aumentando el nivel del mar.

El Servicio Meteorológico Nacional, que el jueves 6 de febrero dio cuenta de una temperatura inédita desde 1961, con 18,3 °C registrados ese mediodía en la base científica Esperanza, también se mostró prudente a la hora de confirmar el supuesto nuevo (y potencialmente significativo) récord: “Los datos obtenidos por otros organismos o instituciones deben ser validados por el organismo o institución que los registró. Asimismo, es la WMO quien determina si los datos obtenidos constituyen récords o no”.

La OMM aún debe verificar si el registro de 18.3 ºC del jueves 6 de febrero es realmente un récord. “Un comité para el Archivo de Extremos Meteorológicos y Climáticos de la OMM verificará ahora si este es realmente un nuevo récord para el continente antártico, que se define como la principal masa continental”. Para Randall Cerveny, vocero del organismo meteorológico, “el registro parece estar probablemente asociado (a corto plazo) con lo que llamamos un evento regional ‘foehn’ sobre el área: un calentamiento rápido del aire que desciende por una ladera / montaña”.

La confirmación de esos datos y, aún más, del nuevo récord señalado por los científicos de Brasil es fundamental para anticipar el escenario climático y meteorológico del futuro, en especial si se considera la importancia del papel que juega la Antártida (así como el Ártico) en relación a patrones climáticos y oceánicos y el aumento del nivel del mar.

Aunque los medios hayan dado cuenta de este nuevo récord, para Cerveny es “prematuro” afirmar que la Antártida haya superado los 20 ºC por primera vez desde que existen registros. Hasta el momento, según la OMM ese sitial lo ostenta la temperatura de 19.8 ºC documentada en la isla de Signy en 1982.

En los últimos cincuenta años, la Antártida, un continente helado de dos veces el tamaño de Australia, ha aumentado la temperatura casi en 3 ºC, siendo una de las regiones de más rápido calentamiento del planeta (y una de las que entraña mayores peligros). Su temperatura oscila entre los - 10 ºC en la costa antártica y los - 60 ºC en las partes altas de su interior. “La cantidad de hielo perdido anualmente por la capa de hielo antártica aumentó al menos seis veces entre 1979 y 2017”, apunta el comunicado de la OMM, atribuyéndolo al desplazamiento de agua oceánica más cálida que derrite las plataformas desde abajo.

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Los científicos Georgia Rose Grant y Timothy Naish indicaron en The Conversation que “si el calentamiento [global] supera los 2 °C, las capas de hielo derretidas de la Antártida podrían elevar los mares veinte metros en los próximos siglos”.

El impacto del sistema capitalista en el sistema terrestre no es ya un mero pronóstico: es una realidad visible, aunque corporaciones y Gobiernos se debatan entre el negacionismo climático (al estilo de Trump y Bolsonaro) y la hipócrita desidia (como en las cumbres climáticas). El capitalismo es un sistema tan irracional que en poco más de un siglo recalentó un continente que lleva literalmente millones de años congelado.

La ciencia es clara desde hace años: no hay futuro para el planeta y la humanidad si se siguen liberando gases de efecto invernadero (carbono y metano, por ejemplo) a la atmósfera. Una concentración excesiva de estos gases, necesarios para retener el calor en la Tierra, deriva en el sobrecalentamiento de la superficie terrestre. El dióxido de carbono se libera con la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas, hulla), madera (¡incendios!) y actividad volcánica. El metano, potencialmente más dañino que el carbono (aunque con menor concentración atmosférica), a partir de humedales y prácticas de agroganadería industrial.

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