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Mara Gómez, la jugadora trans que espera la aprobación de AFA: "El fútbol me salvó la vida"

La discriminación, su intento de suicidio y la pelota como un remedio. Además, pone en discusión el paradigma biologicista: "No se trata de hormonas, de ventaja física. El varón nace y le ponen una pelota en los pies".

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La vida de Mara Gómez cambió radicalmente en los últimos días. A los entrenamientos con el equipo de Villa San Carlos se sumó la cantidad de notas que tuvo que dar, no solo a medios argentinos sino también de otros países. La posibilidad concreta de transformarse en la primera futbolista trans en participar en el campeonato de Primera División despertó el interés en distintos lugares del mundo. Mientras espera la autorización de la AFA, canaliza su ansiedad entre su trabajo como manicura, sus estudios de enfermería y las prácticas con el plantel.

Mara reconoce que fue el entrenador del equipo de Berisso, Juan Cruz Vitale, quien le abrió las puertas y le permitió sumarse al plantel. Es por esto que cuando lo nombra se le humedecen los ojos. Agrega, además, que sus compañeras la recibieron muy bien, la integraron rápidamente y la apoyan en su pedido para que pueda jugar. Pero estos tiempos son muy diferentes a los que le tocó vivir en otros momentos de su vida. A pesar de nacer biológicamente como varón, desde chica se sintió mujer. Esto hizo que sufriera bullying, que sufriera discriminación. Ella siguió luchando y armándose de una armadura.

¿Cuándo te reconociste mujer?

La autopercepción la tuve desde la niñez. Yo ya sentía que quería ser mujer, quería ser nena. A los 13 años se enteró mi mamá, lo hablamos y fue un impacto para la familia. A toda madre le puede impactar, pero ella es la persona que hasta el día de hoy me apoya. Me acompañó un montón en todo ese proceso. A los 13 años, mi familia y gran parte de mi entorno aceptaron que yo ya iba a empezar a cambiar mi manera de ser, de vestirme, de interactuar con el resto.

¿Cuándo empezaste a sufrir discriminación?

La sufrí desde que empecé a cambiar mi vestimenta, más que nada en la escuela. Tenía miedo de salir de casa. Quizás había gente hablando y yo me sentía perseguida. Ya tenía un trauma psicológico. Ese miedo de decir qué voy hacer el día de mañana, de qué voy a vivir, de qué voy a trabajar. En qué condiciones, en qué situación voy a estar. Un montón de cosas pasaban por mi cabeza que hasta me hicieron pensar que la vida no iba a tener sentido para mí.

A Mara, como a muchas personas que integran el colectivo trans, todo le resultó muy difícil. Según un informe de 2015 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el 90 por ciento de las personas trans y travestis viven en la pobreza y el 95 por ciento ejercía la prostitución en situaciones de marginalidad extrema como forma de subsistencia. Además, ocho de cada diez morían antes de los 35 años. Como consecuencia de no poder visualizar un futuro de libertad, Mara pensó a los 15 años en quitarse la vida. Fue en ese momento en el que el fútbol apareció como un remedio.

¿El fútbol te salvó la vida?

Sí, es así. Porque al poco tiempo de querer suicidarme, fui a una avenida a tres cuadras de casa con la decisión de ya no querer vivir más. Ahí fue cuando me sostuvo una vecina que me vio salir, me siguió y me agarró en el cordón de la vereda. Ella jugaba al fútbol, me invitó y fue así que comencé a cambiar un montón de cosas. Me dije 'la vida es bella y tengo que vivirla de otra manera'. Entonces, por el fútbol pude superar mi depresión. Tengo muchos miedos. si AFA me llega a decir que no, no sé cómo lo voy a tomar después al fútbol, no se qué va a ser de mí. Si bien voy a poder seguir jugando, es como no haber podido lograr lo que me propuse.

La Ley de Identidad de Género se promulgó en Argentina en 2012. La misma establece que las personas trans sean tratadas de acuerdo a su identidad autopercibida e inscriptas en sus documentos personales con el nombre y el género vivenciado. Cuando Mara recibió su DNI en el que se acreditaba su nueva identidad, una nueva noción de libertad atravesó su cuerpo. Igualmente, ella cree que todavía hay mucho camino por recorrer: "La Ley abrió muchas oportunidades en cuanto aceptación, pero vas a un supermercado y lo que menos te dan es trabajo. Nosotros somos el colectivo que más sufre dentro de la sociedad", se lamenta.

Existe un discurso hegemónico que siempre se inscribió dentro de una lógica binaria, que determina que es lo que debe hacer el varón y que es lo que debe hacer la mujer. Esto ya no es una verdad absoluta. Hay resistencia a esta lógica y al paradigma biologicista que prescribe que quienes nacen con un determinado género no lo pueden cambiar. Mara es un ejemplo de que las cosas no son así, de que las limitaciones son culturales y no naturales. "Obviamente que va haber una desigualdad dentro del fútbol o de cualquier deporte, pero más que nada en el fútbol, porque una mujer va a jugar menos que un hombre. No se trata de hormonas, de ventaja física. Porque hay jugadoras que juegan paradas y no les podes sacar la pelota. El varón nace y le ponen una pelota en los pies; la nena nace y le regalan una muñequita. Entonces ahí es donde se comienza ponerle objetos al sexo, descripciones. El color celeste es de varón; el rosa es de nena. Los varones no lloran porque eso es ser marica. Pero el varón también tiene sentimientos", analiza.

¿Qué sueños tenés en tu vida personal y en relación al fútbol?

Deseo recibirme y trabajar de eso. Independizarme. Quiero estudiar Derecho, que lo dejé en primer año, o inclinarme a la carrera de Medicina para devolverle algo a la sociedad. Y a nivel deportivo quiero jugar en AFA y llegar a disputar un Mundial. Igual esto creo que es soñar mucho, pero si a mí el fútbol me hizo volar, creo que me va llevar a mucho más.

Y claro que en esto Mara tiene razón. Si fue el fútbol, como ella dijo, el que le salvó la vida.