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Mons. Malfa dio un nuevo impulso a la educación católica en Chascomús

Chascomús (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Chascomús, monseñor Carlos Humberto Malfa, envió una carta a las comunidades educativas con algunas reflexiones y decisiones sobre la educación católica en la diócesis. Además, brindó detalles sobre el nuevo equipo de trabajo de la Jurec y los sacerdotes que acompañarán su misión.

En una carta dirigida a las comunidades educativas, el obispo de Chascomús, monseñor Carlos Humberto Malfa, compartió sus reflexiones y decisiones sobre la educación católica de la diócesis.

En primer lugar, destacó que “la escuela católica es un medio privilegiado de evangelización” y señaló que “muchas personas que hoy viven, celebran y testimonian su fe, han crecido en ella dando sus primeros pasos en comunidades educativas inspiradas por el Evangelio”, comunidades que “favorecen el encuentro personal de los niños, jóvenes y familias con el Señor”.

El obispo advirtió que “educar hoy es, cada vez más, una tarea compleja, de largo aliento, y al mismo tiempo entusiasmante y esperanzadora”. Ante el cambio de época y las nuevas dificultades, llamó a no conformarse con “reducir la labor educativa a la transmisión de habilidades y conocimientos para el ‘hacer’ solamente”.

Además, advirtió que “en ocasiones, las escuelas católicas quedan lejos de plasmar sus ideales e inspiraciones en proyectos educativos capaces de incidir en la vida de las personas. Es quizás una de las graves consecuencias ad intra de la llamada ‘emergencia educativa’”, consideró.

Sin educación, añadió, “se ven afectadas tres dimensiones del desarrollo humano”: la dimensión antropológica, la dimensión pedagógica y la dimensión trascendente. “Esta es la urgencia de la educación católica hoy, repensarse desde sus fundamentos educativos para ofrecer a los niños, niñas y adolescentes un espacio de cuidado, protección y promoción integral abiertos al mensaje de Jesús para sus vidas y las de sus familias”, afirmó.

La escuela católica ha sido y sigue siendo “tierra de misión”, sostuvo el prelado, ya que “la Iglesia a través de la escuela está presente y llega a lugares a los que de otra manera no le sería posible”.

En medio de “las heridas, la violencia y el bombardeo ideológico” que padecen los jóvenes, “en algunos de ellos reconocemos ‘un deseo de Dios, aunque no tenga todos los contornos del Dios revelado’. En otros vislumbramos ‘un sueño de fraternidad’, ‘una búsqueda de armonía con la naturaleza’, ‘una gran necesidad de comunicación’, en definitiva, un profundo deseo de ‘una vida diferente’ y de ‘aportarle algo al mundo’”, reconoció. “Se trata de verdaderos puntos de partida, fibras interiores que esperan con apertura una palabra de estímulo, de luz y de aliento”.

Sobre cómo proponer a los niños, niñas y adolescentes “una experiencia de fe que posibilite la transmisión, de generación en generación, de algo válido y cierto, reglas de vida que posibiliten un auténtico sentido y objetivos convincentes para la existencia humana”, animó a “revisar con honestidad lo que hacemos, para preguntarnos en qué medida estamos siendo creativos, empáticos y evangélicos en nuestro modo de proyectar y llevar adelante la evangelización en nuestras escuelas. No podemos desertar de la misión que hemos recibido”, aseguró.

Monseñor Malfa llamó a repensar el modo de concebir la evangelización en la escuela, creando mediaciones educativas y pastorales acordes al tiempo presente, y priorizando la formación de los educadores. “Tenemos una deuda con las familias y los docentes”, admitió.

Además, valoró el trabajo del personal de los 40 servicios educativos católicos y de la Junta Regional de Educación Católica (Jurec) “que han contribuido a plasmar la cosmovisión humanista y cristiana del ideario institucional en la currícula”.

Finalmente, consideró “necesario e impostergable” dar un paso más para continuar con la animación de la pastoral educativa. “Por eso tomé la decisión, luego de varias consultas, de realizar nuevos nombramientos en el equipo de la Jurec, que quedará conformado de la siguiente manera a partir del corriente mes de febrero: profesor Juan Manuel Balabanian, profesor Juan Ignacio Fuentes, profesora Analía Pulitti, profesor Antonio Ruvira, profesora Fernanda Sallenave, y hermana Débora Vargas. Ellos servirán en las distintas áreas de incumbencia de la Jurec: área Pastoral; área Pedagógica-docente; área Equipos de conducción; área Administrativo-contable; área Representación legal”, detalló.

Acompañarán la misión de la Jurec los sacerdotes delegados en otras pastorales diocesanas fundamentales: presbítero Juan María Menchacabaso (delegado diocesano de Catequesis y la Infancia y adolescencia misionera), presbítero Ezequiel Piccioni (delegado diocesano de Pastoral Juvenil y Vocacional) y presbítero Maximiliano H. Turri (delegado diocesano para Cáritas y Pastoral Social).

“Queridos hermanos y hermanas: debemos ser siempre conscientes de que educar buenos cristianos y ciudadanos comprometidos es una obra que no podemos realizar sólo con nuestras fuerzas, sino que necesitamos contar con la sabiduría y fortaleza del Espíritu Santo. Son necesarias la luz y la gracia que proceden de Dios y actúan en lo más íntimo de los corazones y de las conciencias. Así pues, para la educación y la formación cristiana son decisivas ante todo la oración y nuestra amistad personal con Jesús, pues sólo quien conoce y ama a Jesucristo puede introducir a sus hermanos en una relación vital con él. Ábranle a Cristo, más todavía, de par en par, las puertas de sus corazones, de sus familias, de sus comunidades educativas. ‘¡No tengan miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a Él, recibe el ciento por uno’”, concluyó.

Texto completo de la carta.+