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(Foto: Internet)

Prostitución masculina online: Un “negocio” al alza en Santiago de Cuba

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La llamada “prostitución online” se ha hecho extensiva entre jóvenes cuyas edades oscilan entre los 18 y 30 años

SANTIAGO DE CUBA, Cuba. – “Ochenta CUC por tres horas de sexo” es la oferta en Facebook de un joven gay de apenas veintidós años de edad y que se hace llamar “escort”, un término adoptado internacionalmente para describir a un acompañante remunerado, que puede incluir sexo o no en sus servicios, y por lo general con ciertos atributos sexuales e intelectuales.

La práctica de la prostitución masculina probablemente haya tenido un alza considerable con la aparición del Internet en la isla.

Facebook, WhatsApp y otras redes sociales son las plataformas de oferta y demanda para aquellos que deciden alquilar el cuerpo, sobre todo miembros de la comunidad LGBTI+.

Aplicaciones de citas gay como Wuopo y Planet Romeo se han convertido en las vías directas para estas prácticas. No son necesarias presentaciones ni averiguaciones de las preferencias sexuales, se va directo al grano y hay quien hasta lo anuncia de plano en las breves descripciones que permiten compartir estas apps.

“No necesito estar diciendo si soy gay o no en el Planet, y menos tengo que preguntarlo yo, como pasa con Facebook, que a veces uno no sabe qué va a decir sin que el otro se moleste. Yo no busco cobrar por sexo, pero de vez en cuando aparece un yuma (extranjero) que viene a la ciudad y está buscando un “escort” y ahí mismo aprovecho y raspo una plática. Si la cosa se pone interesante y le gusto al extranjero hasta unas cuantas recargas le saco y todo sin tener que exponer mis preferencias sexuales al mundo. Solo respondo a quien me interesa y que sé va a dar algo, mato la jugada y mi vida la sigo como si nada”, confiesa un joven santiaguero.

Ángel, un vecino del reparto Vista Hermosa, refiere que lo mejor de las aplicaciones para chatear es que quienes jinetean no tienen que exponerse frecuentando un parque o deambulando por los hoteles “a expensas de que la policía te coja en eso y te diga que estás acosando al turismo, ni pasar malas noches en un bar esperando que caiga un yuma. Todo se vuelve más sencillo, los extranjeros te escriben y cuadramos un precio en dependencia de lo que quiera, vemos lo del lugar donde va hacer la jugada y listo, yo mismo tengo varias amistades que tienen cuartos de alquiler y así tengo una comisión segura por llevar al extranjero”, dice Ángel.

“Cuando son cubanos no les cobro tanto, a menos que sean feos, aunque los sobrellevo.  Cuando son extranjeros los muerdo con lo que más pueda. El que menos me ha pagado es 100 dólares por noche. Eso asegura que no me falte la comida por una semana, no quisiera hacerlo, pero uno tiene que jugársela en este país para todo. Además, eso se lava y no se gasta”, concluye el joven.

Por otra parte, Claudio dice llevar alrededor de tres años en lo que él mismo describe como “negocio”: “empecé visitando lugares donde se reúnen bastantes gays, y así me entrené; al principio era difícil, había cada personaje que daba asco, pero noche tras noche el corazón se endureció y aparté los sentimientos. Así comencé a frecuentar las grandes ligas y con más experiencia dejé de ser un jinetero de los chupas, como se le dice a estos sitios de encuentro para quienes se prostituyen en Santiago (tanto mujeres como hombres) y, como se dice ahora, me convertí en un “escort”, que es más de glamour, frecuentando lugares buenos y también tengo mis perfiles en las apps de chats y no tengo que buscar tanto, todo el mundo va directo al grano y sin rodeos”.

“Tengo clientes fijos de varios países y es mi fuente de ingresos, incluso ya tengo dos o tres que me propusieron irme a vivir fuera del país, pero, mientras tanto sigo con mi negocio, aunque la competencia en los chupas es fuerte, cuando la cosa está mala los yumas y los cubanitos con plata que les gusta pagar se van para allí y resuelven sexo por 15 pesos moneda nacional (0.60 CUC). Claro, allí nada tiene que ver con nosotros, que servimos hasta para salir”, señaló.

Oscar, de 42 años, asegura que, aunque ya su cuerpo “no vale nada”, de vez en cuando consigue un extranjero que paga por sus servicios sexuales.

“Empecé en el mundo de la prostitución a los 12 años, en pleno periodo especial, cuando ser gay en Cuba era visto como una verdadera aberración y cuando no existía el Internet como ahora, que todo el mundo se prostituye en una app o por Facebook. Siempre fui una pajarita fuerte y, aunque no lo quisiera, se me notaban las plumas, pero eso llamaba la atención de los bugarrones y algunos estaban dispuestos a pagar por mí, fue así que empecé a tener sexo por dinero”, cuenta Oscar que, además, se extiende en episodios de su vida familiar.

“Mi familia en aquel entonces me botó de la casa, no toleraban mi forma de ser y cuando supieron lo que hacía en las noches me sacaron a golpes. Entonces ya no tenía nada, tuve que sobrevivir con lo que ofrecía mi cuerpo. A los 21 años comencé a vestirme de mujer para tener más clientes, unos amigos me consiguieron una peluca y yo tenía algunos vestidos cortos y zapatos altos. Ya han pasado veinte años desde entonces y aún sigo matando jugadas por ahí, y seguiré unos cuantos años, más que ahora solo tengo que crear un perfil en una aplicación de citas en Internet y esperar a que me escriban y quieran pagar por mí”, afirma.

Con la llegada de Fidel Castro al poder en 1959 se desató una ofensiva contra la prostitución con el fin de erradicarla, pues fue y continúa siendo considerada entre los “males exclusivos” del capitalismo.

La dictadura naciente intentaba proyectar una imagen de sociedad renovada, sin embargo, décadas después, con la caída de los regímenes comunistas de Europa del Este, se vio obligada a abrir la economía al turismo, sobre todo a ese cliente extranjero en busca de “aventuras sexuales”, un tipo de “servicio no declarado” por las agencias de turismo a Cuba, pero que terminó por convertir a la Isla, donde la media salarial ronda los 30 dólares mensuales, en un verdadero “paraíso de la prostitución”.

Con la eliminación de algunas de las restricciones de acceso a Internet que mantuvo el régimen comunista hasta hace apenas cinco años, los medios para estas prácticas se multiplicaron y, hasta cierto punto, “evolucionaron”, de modo que sería posible afirmar que existe una tendencia a la llamada “prostitución online” entre jóvenes cuyas edades oscilan entre los 18 y 30 años.

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