Del actor revelación de los Goya al chico de instituto que desfila para Versace: 15 jóvenes talentos españoles para la nueva década
En ICON hemos reunido al elenco de creadores que nos gustaría que nos acompañase los próximos años. Lo más interesante del porvenir es que empieza ahora
by Carlos Primo , Iñigo López PalaciosAlgunos de los protagonistas de este reportaje confiesan que están a punto de dar un giro a su carrera y lo hacen sin dramatismo. Otros han trascendido géneros musicales que para algunos de nosotros todavía son vanguardia y casi te miran raro cuando se lo mencionas. Uno de ellos está a punto de coronar la cima de la moda, pero su verdadera ambición es sacarse el carnet de conducir. Son diseñadores, músicos, modelos, artistas, performers o actores. El más joven tiene 15 años, el mayor ya ha cumplido los 40. Los hay que apenas han salido de su dormitorio, otros están dando sus primeros pasos y ni siquiera tienen muy claro qué será lo siguiente. Pero también hay estrellas de fama estratosférica salidas de la televisión, creadores consagrados, músicos que actúan en festivales internacionales e intérpretes premiados.
Valga el cliché, no están todos los que son, pero sí son todos los que están: ejemplos de esta nueva década que ni tiene nombre ni, oficialmente, ha comenzado todavía. Una década en la que las fronteras del arte han dejado de tener sentido. Como las de la edad, las del género o las tradicionales barreras entre disciplinas artísticas, entre alta y baja cultura, o entre lo comercial y lo alternativo. Lo pequeño es grande. Lo grande no vive aislado del mundo. Hoy, lo homogéneo no tiene sentido, afortunadamente, y lo mejor es que los más jóvenes de este reportaje no han tenido que aprenderlo porque ya lo saben de serie. Ellos nos odiarán por llamarla así, pero bienvenidos a la generación 2020.
C. Tangana (29 años): el rey de la música urbana tiene un millón de amigos
Ya avisó: “A la sesión de fotos me voy a llevar a todos los colegas”. Y lo hizo. Una de las actuales obsesiones de C. Tangana (Madrid, 1990), el rey de la música urbana, es reivindicar que sigue con su equipo de siempre. “Conseguir que tu entorno creativo, el que te ayudaba cuando no tenías nada, siga contigo es una lucha. Yo creo que la industria está vacía de corazón. Cuanto más tiempo paso, más siento que la gente no se preocupa de las relaciones personales”.
Esta batalla le importa tanto que la menciona en la primera canción que ha presentado en 2020, Yelo ("Tengo que pagar al Javi, tengo que pagar a Alizzz. Tengo que pagar a Turri, Kigo tie’e que pagar bills"). El vídeo de Yelo, subido a Youtube el 9 de enero, supera los dos millones de visitas, así que con el presente asegurado su otra obsesión es el futuro. Algo en lo que tiene mucho que ver, afirma, que el próximo 6 de julio cumplirá 30 años. “Como persona no me da vértigo, estoy muy contento, pero como artista, sí. Tengo que pensar en lo que estoy haciendo, quién quiero ser y cómo quiero verme dentro de diez años. No me gustan todas las vías que puedo tomar. A mí el camino que me gusta es el de los artistas que trascienden, que aportan algo a la cultura, que perduran y que inspiran a mucha gente. En este mundo, la treintena es el apogeo, el momento de sumar números uno, de ganar mucha pasta. Pero siento que tengo que empezar a pensar en qué se va decir de mí cuando me muera. Como músico me inspira mucho Dylan. Pero no me veo solo como músico”.
Alba Reche (22 años): la rarita orgullosa de un programa masivo como 'OT'
Fue la rarita de Operación Triunfo 2018, la que se salía del estándar de un programa que tradicionalmente ha premiado las voces potentes sobre las personales. Aunque en esta nueva encarnación del concurso eso cotiza al alza, el éxito final se lo llevó Famous, que encajaba más en el perfil de típico ganador de OT. Pero eso no la libró del shock de pasar en tres meses de ser anónima a una famosa de las que no pueden salir a la calle sin que las paren cada dos pasos. Asumió aquello con la ayuda de un psicólogo y hoy no tiene más que buenas palabras para su paso por el concurso. “Yo era una chica de 22 años que estudiaba, trabajaba y se dedicaba a cantar los fines de semana. Ahora me he mudado a Madrid y vivo de lo que me gusta. Estoy muy agradecida por todo lo que me ha dado OT”, dice Alba Reche (Elche, 1997) el día previo a empezar su gira de 2020. Por salas medianas, desde abajo. Presenta Quimera, su primer disco, editado por Universal en octubre.
Para algunos críticos, el álbum ha sido una pequeña decepción. Una suma de baladas menos arriesgadas de lo que se esperaba de alguien que se ha vuelto un personaje tan atractivo y combativo en redes sociales, una bendición comparado con la inanidad de sus excompañeros de academia. “Yo creo que si lo escuchas en conjunto da el resultado de un pequeño viaje. Une lo que me gusta: cantautores y música electrónica. Nunca había entrado en un estudio profesional y ahora es uno de mis sitios favoritos. Me muero de ganas de volver”. De momento, dice, está contenta. “2020 ha empezado muy bien. Espero que termine igual”.
Julia de Castro (35 años): insólita mezcla de cuplé, jazz, historia y disidencia
La célebre cupletista Fornarina falleció en 1915 a los 33 años. Cuando cumplió la misma edad, la creadora del proyecto de cuplé contemporáneo De La Puríssima sintió que tocaba un cambio de ciclo. “Me pareció la edad perfecta para dejarlo, ya que el género va ligado a la exuberancia carnal de la juventud”, explica De Castro (Ávila, 1985), que una década después de subirse al escenario por primera vez transmutada en una fleur du mal sofisticada y millennial, afronta nuevos proyectos multidisciplinares. Incluso aunque la etiqueta no le entusiasme. “En la España de Carmen Sevilla o Lola Flores las artistas hacían películas o daban conciertos sin ninguna necesidad de categorizarse”, explica. “Hoy en día yo misma recelo ante una persona multidisciplinar, pero también pienso que es cuestión de demostrar tus habilidades”.
En cualquier caso, corren buenos momentos para que el talento de De Castro salga a la luz: a finales del año pasado publicó una edición del clásico setecentista La retorica delle puttane (La Fábrica, 2019) para documentar el mundo de las mujeres que ejercen la prostitución de manera voluntaria. “Me interesa todo lo que tenga que ver con el rechazo a lo femenino”, apunta. Por eso, empieza 2020 ensayando su papel de la escritora silenciada María Lejárraga en el ciclo Sendero Fortún (CDN), exponiendo arte sonoro en Generación Y (Club Matador) y fotografías en Bar Cock durante la semana de ARCO.
Enric Auquer (32 años): el niño que pasó de hiperactivo a actor con premio Goya
Lo primero que hace el actor catalán de 32 años cuando coge el teléfono es disculparse: “Igual estoy un poco espeso, me acabo de levantar de la cama”. Son las seis de la tarde, pero es comprensible, porque Enric (Bajo Ampurán, 1988) se llevó ayer dos Premios Feroz, los que otorga la crítica audiovisual española. El de Mejor Secundario de Cine, por su papel en Quien a hierro mata, y el de Mejor Secundario de Televisión por Vida perfecta. No está mal para alguien que asegura que se metió en la actuación por su madre. “La pobre ya no sabía qué hacer conmigo. Me habían diagnosticado hiperactividad y todos los síndromes habidos y por haber y pensó que sería una buena idea. Lo mejor es que nunca me ha dicho: ‘¿Ves?, tenía razón”.
Ahora él es padre de una niña de cuatro años a la que cría en la distancia. “Me he mudado a Madrid y ella está en Barcelona. Es duro para todos. Intento verla mucho, aunque sea por Skype. Pero hay días… Una vez me llamó llorando porque me echaba de menos. Suspendí todo lo que tenía planeado y me cogí el primer AVE”. Después de diez años de carrera, principalmente en teatro, Auquer empieza a recoger frutos. El actor tiene muchas esperanzas puestas en su próximo estreno, La línea invisible, nueva serie de Movistar+ sobre los inicios de ETA, dirigida por Mariano Barroso. “Aunque de 2020 lo que espero es hacer algún protagonista. Eso me apetece”. De momento, no lo ha empezado mal: el pasado enero ganó el Goya al actor revelación por Quien a hierro mata.
Chenta Tsai (28 años): el "chino maricón" que nos pone frente a nuestros prejuicios
“Desde pequeño entendí mi identidad de manera fraccionada”, explica el taiwanés Chenta Tsai (Taipei, 1991), un joven criado en Vallecas que ha encontrado su espacio precisamente en lo limítrofe. “Bajo mi propio desconocimiento, parecía que no había espacios donde el ser disidente sexual y de género y racializado pudieran coexistir”, añade. Con el tiempo, cuenta, descubrió que compartía esos rasgos con otras personas.
Fue así como surgieron sus alter ego: Putochinomaricón, que se expresa principalmente en lo musical –lo último, el EP Miseria humana–, y Baobae, un proyecto audiovisual que presentará en el Festival Sónar 2020. “Encarnarme en ellos fue un ejercicio personal en el que podía verme en mi totalidad”, concluye. Hay más, porque Tsai es un intelectual inquieto que ha firmado un primer libro –Arroz tres delicias: sexo, raza y género (Plan B)– y un activista imaginativo que habla en tono cotidiano, pero siempre crítico, acerca de las redes sociales, la obsesión por la propia imagen y la política millennial desde coordenadas muy concretas: “Irreverencia y resistencia”.
La Zowi (26 años): ella es el 'trap'
Aunque llevaba en el trap desde 2013, La Zowi (París, 1993) despuntó en 2016 con Mi chulo, una de las pocas canciones que han sabido cruzar los límites naturales del género, versionada por los indies y marcada por un signo que esta hispanofrancesa define con exactitud: “Lo explícito. Soy muy directa, provocadora. Mi chulo es una canción de amor sobre una historia que va más allá de lo que la gente entiende por una relación de amor”. Ese “más allá” habla de lujo, camellos, sexo, relaciones a tres, celos, cuernos, ambición y venganzas, pero envuelto todo en un halo de melancolía que lo convierte en más que un ejercicio de realismo sucio.
Acaba de lanzar Élite (nada que ver con la serie de Netflix), una mixtape que constituye su apuesta discográfica más contundente tras lanzamientos puntuales en los últimos años. “La mixtape está ordenada según la evolución de fulana a boss [el tema Fulana la abre, Boss la cierra]. Que se puede entender como la evolución en mi vida o en la escalera del trap, si la hay. Pero no ha sido predeterminado. Soy real, no un personaje. Yo hablo de lo que he visto y de cómo veo mi vida con arte”. Incluso aunque se exponga a las críticas. “Son gente cerrada, no feministas, no puedo llamarlas así: para mí no lo son. Sé que si escuchas Filet mignon a un nivel literal te puedes tirar una tarde entera criticándome, pero la cuestión es entender lo que hago. Esto es música, no un discurso político”.
Dora (15 años): cómo convertir el duelo en arte y perpetuar el genio de los Bosé
La primera vez que el mundo tuvo constancia del talento musical de Dora (Madrid, 2004) fue en un vídeo que su madre, Bimba Bosé (que falleció en enero de 2017), colgó en su cuenta de Youtube en 2016. En él, madre e hija versionaban a Stevie Wonder. De algún modo, aquello se coló en la mente del público. Pocos meses después Bimba fallecía tras una larga enfermedad y Dora se volcaba en la música como modo de superar el duelo. “Empecé haciendo versiones, pero mi padre [el músico Diego Postigo] me animó a que escribiera mis propios temas. Un día escribí uno y después todo sucedió de forma natural”.
Hace menos de un año que publicó su primer single autoeditado, Saving star, una golosina más cerca de Billie Eilish que de Ariana Grande cuyo sonido constituye la primera incursión en la producción pop de Pional, joven y respetado productor de vocación electrónica. A continuación han llegado más temas, grabados en el estudio a la salida del colegio. “Son dos procesos creativos superdiferentes”, explica. “Uno es estar sola en tu cuarto, metida en tu cabeza. En un estudio tienes otros puntos de vista, estás creando con otra gente y es otro proceso, muy guay”.
Diestra en el manejo con naturalidad de las redes sociales, esta fan de Anderson Paak sigue estudiando, preparando su primer EP y ensayando para una auténtica prueba de fuego: actuaciones en directo en el Café Berlín (Madrid, el 6 de marzo) y, este verano, en los festivales BBK y Low. “No sé si he acabado de procesarlo”, comenta con ilusión, “pero no tengo prisa. Hago un poco lo que siento y de momento voy tranquila”.
Vicente Navarro: poesía la que quieras, cursilería de ninguna manera
“Lo único que sé es que no quería sonar cursi”. El madrileño Vicente Navarro describe así la estética de Casi tierra (El Tragaluz Discos, 2019), un primer álbum breve, conciso y poético. Durante cuatro años, este compositor autodidacta, formado en flauta clásica y en arte dramático, ha pulido un puñado de canciones hasta quedarse con unos pocos elementos: guitarra, electrónica, algo de piano, voz y letras en las que hay toda una reivindicación de un castellano extemporáneo que lo mismo suena a Lorca que a Francisco Ayala, de quien procede el título del disco.
“Tengo obsesión por que todo sea lo más honesto posible”, explica. De ahí su peculiar fórmula de folclore electrónico que oscila entre lo urbano y lo rural, con unas raíces muy determinadas: el pueblo natal de su familia, en Ciudad Real, vestigio de un mundo casi preindustrial que Navarro conoció durante su infancia. “Lo tenía muy cerca y lo rechazaba. Hasta que, al crecer, me di cuenta de que aquel mundo conectaba con una parte importante de mí”. También con muchos oyentes, a juzgar por su éxito ascendente.
Sansanonasnas (40 años): lo inclasificable entre la 'performance' y el 'electropop'
“Vivimos bombardeados por imágenes y lo que hago es mezclarlo todo. Un poco de aquí y otro de allá. Sin miedo, porque las cosas mal hechas también se disfrutan”. No es fácil definir a Sansano (Madrid, 1980), pero sus palabras ayudan a saber por dónde van los tiros. Aunque confiesa que las canciones –electropop y con títulos numéricos– han sido su prioridad desde siempre, por el camino se convirtió en uno de los personajes más inclasificables de la escena nocturna española. Un performer con un magnífico sentido de la extravagancia que siempre es el bicho raro y, a la larga, la estrella de la fiesta. Un ave del paraíso disfuncional, deslumbrante y con jerga propia. “No soy la típica travesti guapa. Lo sé. Pero eso no me ha impedido travestirme a la vieja usanza, porque el mal resultado se ha convertido en lo que me distingue. No pretendo ser guapo, pero tampoco feísta. La rareza no es deliberada, sino resultado de la investigación”.
Rojuu (17 años) y Daniel Daniel (20 años): tú 'trapero' y triste, yo 'popero' y feliz
El 8 de marzo de 2019, Rojuu (Barcelona, 2003) publicaba Bad trip camp, su segundo disco. El 15 daba su primer concierto. Entre ambas fechas cumplía 16 años. Roc Jou, Rojuu, es el exponente del sad trap, emo trap o como se llame este mes a mezclar angustia juvenil con voz manipulada y una producción que parece hecha a base de valium. “La tristeza es un sentimiento que todo el mundo tiene”, resume un chaval que con diez años se abrió un canal de YouTube para hablar sobre trap y llegó a tener 250.000 seguidores. No es mayor de edad y ya comparte agencia con Alizzz o Kidd Keo.
En el extremo opuesto está Daniel Daniel, proyecto personal de un mallorquín residente en Madrid que toca en varios grupos y gestiona el pequeño sello de casetes Jeanne D’Arc. Daniel hace música desde su habitación: “Prefiero que esto se quede como una cosa mía de hacer experimentos en casa y ya está”. Pop de dormitorio, amateurismo con autotune y letras domésticas: una negación de la agresividad del trap. Su primer álbum se llama Pincho tortilla. “En 2020 espero sacar otro disco, o dos, o tres, lo que haga falta. Y remezclar a otros. Eso es algo que me apetece mucho”. Mientras, se permite hacer versiones insospechadas como Las de la intuición, sí, la de Shakira.
Megansito el guapo (23 años): de pinchar en su cuarto a pinchar en el Low
He aquí un nombre y dos realidades. Por un lado está el proyecto, formado por dos personas que hacen música juntas: Marcelo (Madrid, 1997) y Dj Hater. Por otro está el dueño de ese apodo. “Yo me llamo Marcelo, soy de Madrid, tengo 23 años, y el apodo me lo puse en Internet. A mis amigos les hizo gracia y ahí se quedó”.
Internet es posiblemente el concepto que más repite en esta entrevista. Desde cuando habla del pasado –“tengo el bagaje de la mayoría de las gentes de mi generación, cosas sacadas de Internet”– hasta el futuro: “Discográficas… ya veremos. Según nuestras necesidades, de momento estoy bien autoeditándome”. Lógico para una persona que con un solo tema ya estaba actuando en el festival Low. “Hemos tenido mucha suerte, con una canción ya se interesaron en nosotros y dejamos de ser un proyecto en nuestra habitación”. Se le ha definido como el Blood Orange local. “Cada uno de los nueve temas de nuestra mixtape va a su rollo. Nos gusta el r&b y el soul de toda la vida, pero también el trap guarro y la electrónica de club”.
Alled-Martínez (29 años) y Carlota Barrera (27 años): dos españoles diseñadores vistiendo a París
Hay algo paradójico en el hecho de que estos dos diseñadores españoles de moda masculina tengan sus estudios en París y Londres, respectivamente. Manel Archie Alled-Martínez (Barcelona, 1990), ganador de un premio LVMH en 2018 y formado en Givenchy, traslada patrones de sastrería a prendas de punto primorosamente tejidas. Con clientes como Harry Styles, encara el 2020 con la prueba de fuego de la distribución y con la apertura mental que ello exige. “Por mucho que haya idealizado a este dandi ultraamanerado de los años treinta, un poco perverso, un poco quinqui de los setenta, las prendas funcionan perfectamente en mujer”.
Barrera (Gijón, 1993), a su vez, prosigue su indagación en torno al cuerpo masculino y a su belleza, jugando “con la sensibilidad y con la oposición a la fuerza bruta”. Ambos presentaron sendas colecciones en la semana de la moda de París, fieles a una idea compartida: el desfile importa, pero la ropa importa más.
Fernando Líndez (20 años): al salir de clase lo llamó Versace para desfilar
Villafranca del Castillo, Madrid. Un estudiante de primero de bachillerato sale de clase de matemáticas y descubre un mensaje en el móvil. “Era de la agencia Uno Models. Me proponían probar a trabajar con ellos”, cuenta. Desde aquel mensaje han pasado dos años y medio, pero la vida de este madrileño nacido en el año 2000 ha cambiado mucho más de lo que suele ser habitual en ese periodo de tiempo. Especialmente en 2019. “En enero fui a París a hacer castings”, cuenta. “Iba con las expectativas muy bajas, pero cuando ya estaba en el aeropuerto me llamó mi agente para decirme que en Versace estaban interesados en mí. Lo que no me dijeron era que yo iba a abrir su desfile. Me enteré la noche anterior y me costó mucho dormir”.
Un año después de aquel debut, Líndez acaba de regresar de Milán y París, donde ha estado en 14 shows. Un ritmo agotador pero con un mensaje muy claro: que este amante de la naturaleza aficionado al golf y las artes marciales podría ser el próximo gran modelo español. Incluso aunque sus planes inmediatos sean más modestos: “Sacarme el carnet de conducir y viajar por el norte de España”.
Maquillaje y peluquería: Jonathan Sánchez (Kasteel). Asistentes de fotografía: Orlando Gutiérrez, Juan Martínez, Edu Orozco y Diego Marín. Asistentes de estilismo: Piluca Valverde y Patricia Herrero. Asistente de maquillaje y peluquería: Shaila (Kasteel). Julia de Castro está representada por JVV. Fernando Líndez está representado por Uno Models.