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Imagen con fine ilustrativos. Cortesía Tree-Nation/La República

¿Regala flores hoy? Quizá no sea lo más amigable con el ambiente

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Se estima que la industria de la producción de flores a nivel mundial tiene un valor de $70 mil millones de euros, siendo San Valentín la fecha con mayor volumen de ventas, seguida de la Navidad.

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A pesar de que la industria proporciona trabajo a miles de personas en los países desarrollados, la floricultura tiene un significativo coste para el medioambiente.

La mayoría de flores que se compran en floristerías locales o en supermercados son importadas de otros países, lo que conlleva que durante su transporte se emitan grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2).

Países Bajos, Kenia, Colombia e Israel son los principales países productores de flores cortadas, donde se cultivan principalmente orquídeas, rosas y claveles.

Las emisiones de carbono asociadas a la floricultura pueden ser de hasta 3 kilogramos de CO2 por planta.

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Más allá del coste de carbono que supone el transporte y la refrigeración de las flores hasta su venta, existe un significativo impacto medioambiental relacionado con su cultivo.

En muchas áreas, se necesitan enormes cantidades de energía para cultivar flores que abastezcan la demanda de los consumidores.

Este es el caso de países como Inglaterra o Países Bajos, que cuentan con cielos nublados la mayor parte del año, lo que obliga a cultivar las flores en invernaderos, que se calientan mayoritariamente a través de la combustión de gas, liberando grandes cantidades de CO2 a la atmósfera.