El equipo chino sigue con su preparación sin saber la fecha de regreso a su ciudad
Wuhan, fútbol y goles contra el coronavirus
by José Félix DíazWuhan se ha convertido en una ciudad fantasma. Los once millones de habitantes que hasta hace unas semanas llenaban de vida sus calles, no se dejan ver. Nadie puede pisar la calle sin un permiso especial. Se ha convertido en una ciudad sellada. Nadie puede entrar o salir. En cada portal un policía vigila que todo el mundo cumpla con las normas impuestas por el gobierno en un desesperado intento de controlar una epidemia llamada Coronavirus y que todavía nadie sabe cómo frenar y hasta dónde puede llegar.
A 12.000 kilómetros de distancia, el primer equipo de fútbol de la ciudad china prepara el inicio de una competición que carece de fecha oficial para el pistoletazo de salida. Y lo hacen lejos de la familia, sin saber cuándo podrán volver a abrazar a sus hijos, padres, mujeres o amigos.
Los 50 miembros de la expedición del Wuhan (27 jugadores) pasan por una situación contradictoria. Saben que están lejos del peligro, los dos controles diarios que pasan certifican que no tienen problema alguno, pero carece de billete de regreso para estar con los suyos. Están atrapados por el coronavirus. ¿Se imaginan lo que debe ser estar lejos de tu ambiente, con el teléfono como único vínculo para saber que tus hijos siguen sin acercarse a la temida enfermedad? Después del entrenamiento matinal es el momento que dedican (ya noche en China) para recibir noticias de primera mano de lo que pasa en su ciudad. Todos esperan la confirmación de que la epidemia ha pasado, pero no es así y sus familias siguen recluidas.
Face time
Ese invento llamado 'face time' supone un consuelo cuando les acerca una sonrisa procedente de Wuhan. Es su único consuelo junto al fútbol. Desde su llegada a Sotogrande hace ya 15 días, los jugadores han estado bajo control permanente. Han seguido al pie de la letra todas las indicaciones oficiales. Ni rastro de indicio alguno. Ni una mala tos se ha escuchado en el hotel del Encinar de Sotogrande. "Lo único que estamos haciendo por ellos es darles cariño y comprensión, lo que más necesitan en estos momentos", señala Martín Módica, director de un hotel que vio como algunas de las habitaciones reservadas se cancelaban.
El Wuhan, con el entrenador español José González y su equipo de trabajo al frente, llegó a Sotogrande y lo primero que se encontró, además de temerosas miradas, fue el cierre de los campos que tenían reservados para entrenarse (es el segundo año que realizan la pretemporada en tierras andaluzas). El miedo se impuso, pero en horas encontraron nuevos campos de entrenamiento. Días más tarde, algunos los rivales de los amistosos cancelaron los partidos. La situación empezaba a ser preocupante, algo en cierta manera.
Los días fueron pasando y poco a poco la presencia del Wuhan por Sotogrande ha pasado a ser algo cotidiano. Incluso acudieron a un tentadero, vaquilla de por medio, en un intento de completar el día alejado las cuatro paredes de la habitación y de las noticias de ese teléfono que miran y miran a todas horas.
Por el hotel la tranquilidad siempre ha sido la nota predominante y más ahora, con la especial cuarentena ya superada. Los empleados del hotel reconocen que el trato hacia ellos es el mismo que pueden dar a cualquier otro cliente, pero lo que ha devuelto al equipo a la rutina de colectivo futbolístico ha sido jugar un primer partido amistoso. "Aquí todo está bien, no hay ningún problema y podemos entrenar con toda normalidad", comenta a MARCA Yao Han Lin, capitán del equipo y natural de Wuhan. "Somos profesionales y durante el tiempo de entrenamiento estamos concentrados en el fútbol. Nos olvidamos de todo. España nos está tratando muy bien. Cuando llegamos el primer día sí que hubo jaleo, pero la verdad es que vemos que la gente confía en nosotros".
Primer partido
"Nuestras familias no pueden salir de casa. Hablamos por vídeo llamada. Entre los jugadores hablamos mucho de lo que está pasando. Confiamos en el gobierno de la provincia para superar todo. Somos optimistas", afirma el capitán.
"Sabemos que la ciudad está cerrada, pero tenemos que intentar olvidar la situación mientras estemos entrenando. El míster, José, nos dijo desde el principio que viéramos el fútbol como una ayuda. Nos tranquiliza ver que de momento todas nuestras familias están bien" acierta a decir. No se olvida del objetivo que se ha marcado el club. "Es nuestro segundo año en la máxima categoría. Va a ser difícil y tenemos que hacerlo mucho mejor".
El Almuñecar City, dirigido por el que fuera jugador del Málaga Juan Carlos Añón, fue el equipo que ha devuelto la sonrisa a unos jugadores que viven pendientes del teléfono y de las noticias que puedan recibir de lo que pasa en su ciudad y a su familia al otro lado del mundo.