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Denunció a su expareja por violar a su hija y recibe amenazas de muerte

Pide que la Justicia intervenga para cuidar su vida y la de sus dos hijas menores de edad. Cambió su número de teléfono 10 veces y se mudó en cuatro ocasiones por miedo a que las maten.

Desde noviembre que Yésica Bracamonte, de 32 años, y sus dos hijas, de 12 y 5, se convirtieron en “nómades” del barrio de Quilmes. No tienen un domicilio fijo y se mudaron cuatro veces en tres meses: pasaron por la casa de su papá, de una tía, de una prima y ahora de su madre, por miedo a que las encuentren y les hagan daño. Durante ese tiempo, Yésica debió cambiar su teléfono más de 10 veces porque recibe amenazas diarias del hermano de su ex, a quien denunció por violar sistemáticamente a su hija más grande.

Yésica conoció a Carlos Zárate cuando tenía 17 años en Quilmes. Pronto se juntaron, se casaron cuando ella cumplió 21 y unos años más tarde llegaron las hijas. Estuvieron juntos 14 años, hasta que decidió denunciarlo por violencia de género. No era la primera vez que él le pegaba -también la había violado en varias ocasiones- pero sí la primera que ella había tomado coraje para ir a la comisaría a pedir que la ayuden. La Justicia dictó una medida perimetral para protegerla y ella dejó la casa familiar con sus hijas.

Pese a los antecedentes, Yésica asegura que su verdadero infierno comenzó el 2 de septiembre del año pasado. “Fue cuando mi hija más grande me admitió que el padre la violaba desde que tenía 10 años”, dijo a minutouno.com. Según relató, la nena volvió descompuesta después de pasar el fin de semana con el papá.

“Esa noche la nena no paraba de llorar, decía que le dolía la panza pero no quería ir al médico. Cuando se levantó el lunes tenía un ojo hinchado y la llevé al oculista. Me dijo que tenía presión ocular por los nervios”, contó Yésica y detalló que esa misma tarde la niña le confesó que su papá había abusado de ella.

En el Hospital Iriarte de Quilmes la revisaron y corroboraron que había sido violada. La mamá hizo la denuncia en la Comisaría Primera de esa localidad. Allí le tomaron declaración a la nena, a través de una Cámara Gesell, y admitió que la abusaba sistemáticamente durante dos años. También le hicieron una pericia psicológica. Se abrió una causa en el juzgado de garantías Nº1 y Zarate permanece detenido preventivamente desde entonces en la Unidad 37 de Tandil .

En noviembre de 2019, Yésica comenzó a recibir amenazas de muerte. Primero la llamó una mujer que no conocía. Le decía que retirara la denuncia porque le iba a sacar la tenencia de las hijas, pero a los pocos día del otro lado de la línea apareció una voz conocida. Era su ex cuñado, Miguel Zárate -hermano de Carlos- quien también está preso, pero en la Comisaría 6ta de Ezpeleta por un robo y tenía antecedentes penales por un homicidio.

“Me dijo que su hermano no había hecho nada, y que en tal caso era también por mi culpa, porque yo lo había dejado. Me amenazó con que iba a salir de prisión en 4 meses y me iba a venir a matar si no levantaba la denuncia”, relata. También la amenazaba por Facebook y mensajes de voz de WhatsApp.

Desde entonces, Yésica y sus hijas siguen no tienen residencia fija. Hizo la denuncia pero asegura que "no le garantizan su seguridad". El pasado domingo el cuñado la llamó y le advirtió que dos amigos “iban a ir a visitarla”. Después, en la madrugada del lunes, dos hombres intentaron entrar en la casa de su papá -el último domicilio donde ella había vivido-.

“Mi miedo es que en dos meses sale y no sé qué pueda hacer. Volví a la comisaría pero no quisieron tomarme la denuncia. Mi hija está sufriendo por todo lo que le pasó, no puedo anotar a a ninguna de las dos en el colegio porque no tenemos un domicilio y por sobre todo eso: toda mi familia está en peligro”, concluye Yésica, quien pide que la Justicia y la Policía las mantengan a salvo.