Cierra la tienda de telas metálicas de la plaza Doctor Collado: «La peatonalización del centro de Valencia ha puesto la puntilla al negocio»
José Luis Castro baja la persiana de uno de los locales más emblemáticos del casco antiguo
by JAUME LITA«Lo último que vendí fue una caja de tornillos». José Luis Castro ha vivido este viernes su primer día fuera de uno de los negocios más emblemáticos del centro de la ciudad de Valencia. La conocida tienda de telas metálicas que abría sus puertas tras la Lonja, en la plaza del Doctor Collado, ha bajado la persiana por la jubilación de su encargado. José Luis entró hace 41 años al local y los diferentes procesos de peatonalización del casco antiguo y el aumento del turismo «barato» han provocado que en los últimos años las ventas hayan caído «entre un 40 y un 50%». La tienda de Hija de Blas Luna ya está cerrada, cierra un comercio que desde el corazón de Valencia llegó a toda España.
Hace medio año empezó a plantearse su futuro dentro de un negocio que suma entre 160 y 170 años de antigüedad «siempre vendiendo el mismo tipo de producto». Para decantarse, la decisión se tomo con un poco de todo lo que les ocurre a las tiendas del casco antiguo de Valencia. «Con la peatonalización del centro nuestro clientes, que son de carga y descarga o de llevarse productos de cierto peso, ya no pueden llegar a la puerta, los parking son caros y su alternativa es un autobús que no les deja cerca. La peatonalización ha puesto la puntilla al negocio. Si esto hubiera estado como debe ser, igual seguiría», sentencia.
Así de contundente se muestra un José Luis Castro que lamenta la deriva de «turismo pobre» que vive el centro de la capital. «A la tienda si entraban 100, compraban tres. El resto, miraba, tocaba y se hacían fotos. Pese a ello hemos sobrevivido porque nuestra clientela ha sido fiel, incluso de tres generaciones que venían adrede hasta el casco antiguo de Valencia». El aumento de la noche a la mañana del número de turistas por el centro provocó que la tienda, que en su letrero en la plaza reza 'Hija de Blas Luna', tuviera que ir adaptando la mercancía que ponía a la venta. Ahora los clientes se llevaban aceiteras con el sello 'Made in Spain' o incluso rateras, pero las ventas ya habían caído casi «un 50%» desde que se limitó el tráfico.
Ante una situación así, las próximas reformas de la plaza de la Reina, el cierre al tráfico de la plaza del Ayuntamiento y el proyecto de servir con un autobús lanzadera todo el centro, José Luis optó por no sufrir, por no dejar morir ante la vista de todos un negocio emblemático del centro. «Estos proyectos se tendrían que haber consensuado contando con los vecinos y comerciantes. No he sido ni el primero ni seré el último que cierra ante un futuro así», sentencia Castro.
«Toda la actividad que movía la Lonja y el Mercado Central nos posibilitaba que viniera a la tienda gente de todas partes. Nuestros clientes son de la ciudad, pero también de diferentes puntos de la provincia que cada vez que necesitaban algo para su trabajo venían a comprar. Hemos servido a clientes de Cuenca, Madrid o Asturias un tipo de producto que hoy en día no se encuentra en grandes superficies», lamenta un responsable que aún recuerda las visitas que ha recibido durante los últimos días. La última venta fue una caja de tornillos. Así acabó la larga historia de la tienda de telas metálicas de la plaza del Doctor Collado.
Catálogos de 1900 y facturas «bonitas»
La historia de la tienda se remonta hasta más de 160 años de antigüedad. «Estábamos desde antes de que existiera la Lonja», bromea un José Luis el día de después de cerrar las históricas puertas de madera del negocio. Desde que hace mes y medio confirmara su jubilación y al ver que no existía posibilidad alguna de una alternativa que se hiciera cargo del negocio, toda la mercancía se ha ido liquidando. «Durante todo este tiempo me ha gustado quedarme fotos antiguas del negocio, guardaba catálogos de 1912 que tienen un alto valor sentimental e incluso facturas de 1906 que destacan por su letra bonita», destaca el ya ex encargado del negocio.
Una vez cerrada la persiana José Luis recuerda la época en la que llegaron a ser «entre 8 y 10 trabajadores». Corría los principios de 1980 y la actividad era frenética en la parte trasera de la Lonja. El negocio se acaba con un trabajador y él para atender a unos clientes que incluso «han llorado» a la hora de despedirse.
El futuro del negocio «será lo que los dueños del bajo quieran», admite Crespo, quien no esconde que si un día pasa por la puerta y ve abierta «una franquicia» seguramente el corazón le dé «un pellizco». Las puertas se han cerrado, las telas metálicas se han dejado de vender en el corazón de Valencia. La capital echa el cierre a parte de su historia de comercio, de clientes y de vida de barrio. «La puntilla» a algo más que una tienda casi bicentenaria.