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Dee Ford y Nick Bosa (San Francisco 49ers) asfaltan contra el césped a Kirk Cousins, quarterback de los Minnesota Vikings, en las finales divisionales que se disputaron en el Levi’s Stadium de Santa Clara (MONICA M. DAVEY / EFE)

Super Bowl: Los lobos de San Francisco

La defensa de los 49ers es la más temible de la NFL: joven, agresiva, y rápida, dos de sus hombres superan los dos metros y 130 kgs.

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Los Niners tienen una jauría de lobos en la defensa. Muy rápidos, agresivos, potentes, con hasta cinco primeras rondas del draft en el ‘front seven’, la línea que intenta –y normalmente consigue– desbordar la barrera de protección del quarterback rival para derribarle o meterle tanta presión que se vea forzado a errar el pase. Son temibles, jóvenes y ponen mucho empaque físico en la pelea; dos de sus hombres, DeForest Buckner y Arik Armstead, superan los dos metros de estatura y 130 kilos de peso.

Como los lobos, actúan de manera coordinada para abatir una presa. Y, como los lobos, tienen una pareja alfa que dirige las operaciones. Pero hace un año esta jauría hoy bien alimentada pasaba hambre porque carecía de liderazgo.

Kyle Shanahan, técnico de los San Francisco 49ers, saldó la temporada 2018 con 4 victorias y 12 derrotas. Su análisis de tan parca cosecha llegó a dos conclusiones: 1. El ataque no le preocupaba porque su quarterback titular, Jimmy Garoppolo, se había perdido casi toda la temporada por una grave lesión de rodilla y cuando regresara todo volvería a su cauce; el juego de carrera iba acoplándose y tenía un sólido receptor de referencia, George Kittle. Y 2. Tenía un muy, muy serio agujero en la defensa.

Disponía de algunas buenas piezas, pero le faltaban un par para completar el puzzle. Y no le bastaba con dos cualquiera, necesitaba piezas maestras. Algunas le costarían dinero. Otras no, porque iba a elegir en el draft en segundo lugar y sabía que Arizona Cardinals, que tenía el primer pick, necesitaba un quarterback y le dejaría el camino expedito para apostar por un defensa.

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En marzo de 2019 adquirió a Dee Ford (28 años, 1.88 m. y 114 kg.) de los Kansas City Chiefs, precisamente su rival el domingo en la Super Bowl 2020 de Miami, por un pick de draft. Le firmó un contrato de 87,5 millones de dólares por cinco años. Por fin tenía un líder, alguien veterano y clarividente capaz de conducir al resto. Solventada la falta de sabiduría, aún le faltaba una inyección de adrenalina y debería ser realmente pura para que su idea cristalizara.

Un mes más tarde, en el draft, Shanahan eligió a Nick Bosa, un portentoso atleta de la Universidad de Ohio State. Hermano menor de Joey Bosa, todo un All Star defensivo en las filas de los Chargers, era casi una réplica suya: un armazón imponente (1.93 m. y 121 kg.), veloz de piernas, brazos tremendamente poderosos y una mente capaz de radiografiar el juego al instante. El ‘coach’ pasó por alto las polémicas que le rodeaban –‘likes’ a comentarios racistas en las redes sociales, apoyo a los peores instintos de Donald Trump, insultos al que fuera quarterback de los 49ers Colin Kaepernick– porque parecía moldeado para la defensa perfecta que imaginaba. Habló con él, consiguió sonsacarle una disculpa pública y recondujo su agresiva naturaleza hacia el terreno de juego, con resultados óptimos.

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Nick Bosa, uno de los jefes de la defensa californiana, durante una rueda de prensa

Bisnieto de un 'capo' mafioso

Quizá sea genético. Los Bosa son bisnietos de Tony Accardo, que heredó la jefatura de la mafia de Chicago del mismísimo Al Capone cuando fue encarcelado por evasión de impuestos. Basta un apunte para saber cómo se las gastaba: en 1978, cuando tenía 71 años y estaba de vacaciones en California, unos ladrones entraron a robar en su casa de River Forest. Días más tarde siete personas, los supuestos cacos y sus cómplices, aparecieron degolladas. Uno de ellos fue destripado, castrado y le quemaron la cara con un soplete porque era de ascendencia italiana y debería haber sabido con quién se metía.

Kwon Alexander, llegado desde Tampa Bay Buccaneers en otra operación ‘cash’ (54 millones por cuatro años), fue la guinda del pastel. Los lobos al fin estaban listos para aprender a compenetrarse durante la pretemporada y salir de caza sin tomar prisioneros en su camino hacia la Super Bowl.

Es difícil que Patrick Mahomes, quarterback de Kansas City, esquive las acometidas de la jauría de Shanahan, pero si alguien puede conseguirlo, él es el hombre. Sólo tendrá hecha la mitad de la tarea: detrás hay una secundaria eficaz comandada por el ilustre Richard Sherman, uno de los líderes de la mítica ‘Legion of Boom’ que llevó a Seattle Seahawks a disputar dos Super Bowls y ganar un anillo. A los 31 años sigue siendo un cornerback más que solvente, capaz de amargarle la noche a cualquier receptor.

LA JAURÍA DE SHANAHAN

Nick Bosa

Defensive end. 22 años. 1.93 m./121 kg. Nº 2 de draft (1ª ronda). Llegado esta temporada

Dee Ford

Defensive end. 28 años. 1.88 m./114 kg. Nº 23 de draft (1ª ronda). Fichado este año de Kansas City Chiefs

Kwon Alexander

Linebacker. 25 años. 1.85 m./103 kg. Nº 124 de draft
(4ª ronda). Fichado este año de Tampa Bay
Buccaneers

DeForest Buckner

Defensive tackle. 25 años. 2.01 m./134 kg. Nº 7 de draft (1ª ronda). Niner desde 2016.

Arik Armstead

Defensive end. 26 años. 2.01 m./132 kg. Nº 17 de draft (1ª ronda). Niner desde 2015

Fred Warner

Linebacker. 23 años. 1.91 m./104 kg. Nº 70 de draft (3ª ronda). Niner desde 2018

Solomon Thomas

Defensive tackle. 24 años. 1.91 m./127 kg. Nº 3 de draft (1ª ronda). Niner desde 2017

Richard Sherman

Cornerback. 31 años. 1.91 m./93 kg. Nº 154 dr draft (5ª ronda). Niner desde 2018, procedente de Seattle Seahawks