“Si uno se siente bien en el trabajo, se siente bien en la casa” (+ Fotos)

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Asumo y titulo con la expresión de la ingeniera Pecuaria Bárbara de la Caridad Acuña Serrano como una confesión de fe, de compromiso, que trasciende el discurso y  es práctica cotidiana de su desempeño, primero en los campos de  su natal Guantánamo y desde hace unos 10 meses en las extensas llanuras del Estado de Cojedes, en la República Bolivariana de Venezuela.

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Junto al ingeniero Pablo López (primer plano), coordinador técnico productivo de la Misión Agroalimentaria.

En el oriente cubano su currículo distingue 27 años de labor ininterrumpida en la Estación de Pastos y Forrajes, de los cuales dedicó 20 a dirigir los destinos de ese importante centro de investigación y fomento de cultivos atemperados a las condiciones del suelo y el clima que ayudan a sortear los retos de la  naturaleza y procuran el desarrollo sustentable.

Y con muchísima voluntad, con esas experiencias e incalculables deseos de seguir siendo útil asumió la nueva tarea asignada, aunque la alejaba de la familia y el terruño, “bueno para esos somos internacionalistas y solidarios, verdad?”, acuña.

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Bárbara de la Caridad en plena faena de labor en áreas del Instituto nacional de Capacitación Educativa Socialista.

Experiencias cubanas en Cojedes

Relata que a su llegada a la Patria de Bolívar, como integrante de la Misión Agroalimentaria, fue ubicada en el Estado de Barquisimeto y por necesidades de asistencia técnica especializada la trasladaron a Cojedes, un territorio con amplias potencialidades productivas, fundamentalmente  de arroz, maíz, leguminosas, cereales, derivados lácteos y ganado, por lo que es estratégico en la batalla del gobierno venezolano por alcanzar la soberanía alimentaria.

También máster en Producción Animal Sostenible, Bárbara de la Caridad reseña cómo el asesoramiento se hace tangible en este sector, “colaboramos con el Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras, y en estrecha coordinación con la Secretaría de ese organismo en el Estado, la cual nos ha apoyado y nos ha integrado de manera muy especial”.

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Comparte faenas con el ingeniero venezolano Jonathan Hernández.

Relata que está desarrollando esa labor en cuatro de los 11 municipios de ese territorio: Tinaquillo, Lima Blanco, Ezequiel Zamora y Rómulo Gallego, “en este, explica,  atendemos a 57 productores- vitrina, que son referentes para el trabajo integral del Estado, a quienes le hemos llevado los saberes de Cuba relacionados con el autoabastecimiento intensivo, agrícola y pecuario.

“Nuestra labor consiste en contribuir a la socialización  de ideas que promueven la integración de los cultivos en los conucos y el aprovechamiento de sus recursos para el sustento alimentario de los animales y la utilización de todas las plantas forrajeras proteicas y que se pueda aprovechar en su entorno con estos fines”, enfatiza.

“Y ya se pueden apreciar los resultados, porque hemos  ayudado a que el Estado y  los productores se den cuenta de que es  a nivel del conuco, donde nosotros vamos a hacer producir la tierra y todo lo obtenido se va arrimando a los consumidores, al pueblo, a través de las ferias del campo soberano con precios diferenciados al alcance de las personas más vulnerables”, ratifica.

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El principio pedagógico de enseñar haciendo.

¿Cómo recibe la parte venezolana estas acciones de asesoramiento?

“Aquí el recibimiento ha sido magnífico y este Estado es piloto en el país en la promoción y socialización de estas buenas prácticas, pues  se ha logrado una integración de todos los factores, somos un solo equipo que busca el desarrollo de la agricultura. Realmente me siento como en mi casa, como en una familia, porque ellos me han acogido muy bien y estamos estrechamente ligados a todos los programas de desarrollo en este sector.

Bárbara de la Caridad es carismática, incansable y proactiva, y le pregunto. ¿Crees que  ese carácter tuyo ha favorecido la integración?

“Creo que sí, fíjate que la gobernadora dice que yo ya parezco más venezolana que cubana, y yo me río y le contesto que no, que yo siempre voy a ser muy cubana hasta después de muerta y nada es solamente que me he integrado y con el mismo ritmo de trabajo que llevaba en mi Patria, porque la economía de este país lo necesita para vencer la guerra económica que le impone Estados Unidos y en esa batalla Venezuela puede contar con mi país y conmigo.

“Por eso, no solamente hago asesoría, sino que participo en todo lo que se me pide. También formo parte del Consejo de Dirección de la Secretaría Agrícola y Pecuaria del Estado y me integro a todas las actividades  propias de la misión y en otras en las cuales la gobernadora  solicita el apoyo.

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Ingeniera Pecuaria Bárbara de la Caridad Acuña Serrano

¿Qué significa para ti estar junto a los venezolanos dando esta batalla en un sector tan estratégico para la supervivencia de la Revolución Bolivariana?

“Para mí significa un gran reto, porque lo interpreto como una muestra de confianza que el gobierno de mi país  me haya dado esta misión y no lo voy a defraudar, porque acá tengo la posibilidad de demostrar el espíritu de solidaridad de los cubanos y su amistad histórica con este hermano pueblo que sufre como nosotros la furia del imperialismo.

¿Y la familia?

“Yo resido en la ciudad de Guantánamo, exactamente en Tres Norte, número 359, entre Pedro Pérez y Calixto García. Allí tengo una adorable familia: mi esposo Alexis Ascencio, el capitán de esa tropa; tres hermosas niñas, dos de ellas -Aylema y Alexa- son gemelas y  están en noveno grado; y Arlen, la mayor de 26 años, que son las tres flores que alumbran nuestro jardín y los sobrinos que son mis hijos. El apoyo de mi familia es muy grande  y me hace sentir tranquila y vencer los impulsos de la añoranza.

“Por todo eso y salvando las distancias, en Cojedes me siento como en mi propia casa, y cuando uno se siente bien en el trabajo, también se siente bien en la casa.”