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El eurodiputado verde británico Magid Magid, junto a la caja con sus pertenencias, en la Eurocámara. AFPKENZO TRIBOUILLARD

Últimas horas en ‘Brexitannia’

Aires de despedida en la capital comunitaria ante el adiós del aliado británico

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“¡Happy Brexit day!”, dice un joven a otro mientras le estampa un beso en cada mejilla. Es jueves por la noche y, a pesar de la lluvia fina, la place du Luxembourg de Bruselas, a escasos metros del Parlamento Europeo, está a reventar de becarios, funcionarios, lobistas y demás expatriados cuya vida orbita en torno a las instituciones comunitarias. Como un jueves cualquiera. Pero este no es un jueves cualquiera. Es el último. Lo recuerdan tres coches amarillos aparcados con el lema Bollocks to Brexit —algo así como “que le den al Brexit”—.

En este punto del corazón de Europa, todos tienen la fecha muy presente. Si el principal tema de conversación sirviera para renombrar zonas, el barrio Europeo de Bruselas llevaría tres años y medio llamándose Brexitannia. En el resto de la capital belga, problemas como los más de 400 días sin Gobierno que lleva el país le hacen competencia. Pero en la burbuja comunitaria, esa es una cuestión menor. Y los brindis son por un pronto regreso del amigo británico.

“Hemos venido porque es un día histórico”, dice Francisco Rebollo, de 27 años, empleado de la delegación del Gobierno canario en Bruselas. Los tragos a la cerveza se suceden en el exterior del bar junto a otros dos españoles, un portugués y un búlgaro, un reflejo del carácter multinacional de los grupos de amigos en Bruselas. Aquí, las teorías son más sesudas que en cualquier otro botellón al uso. “Se están disparando a sí mismos. Votando salir de esta Unión están rompiendo su propia Unión, que existe desde hace mucho más tiempo”, afirma convencido Manuel, de 27 años, lisboeta que trabaja de consultor.

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Noche del jueves en place du Luxembourg.Delmi Álvarez

Más que un debate, hay un lamento compartido. “Aquí no hay nadie que sea brexiter”, constata Blanca, lobista de 27 años. “Soy catalana y tengo amigos independentistas, pero creo que los argumentos que sostienen el Brexit son racistas y atacan mis valores, me resultaría complicado congeniar con alguien así”.

A unos metros, el eurodiputado verde británico Magid Magid se mueve frenético con su característica gorra amarilla con la visera hacia atrás. Escucha una y otra vez cuánto les van a echar de menos. Hay colas para fotografiarse con él. Y reparte abrazos a todo el que se le acerca. Por momentos, su figura se funde con la del Reino Unido y concentra el calor de la despedida, como si los asistentes se encontraran ante la encarnación del Big Ben o el soldado de guardia de Buckingham Palace.

A esa misma hora, en el epicentro turístico de Bruselas, un juego de luces dibuja la Union Jack sobre los edificios de la imponente Grand Place. Los dirigentes europeos han eludido hacer ruido en la víspera del adiós, pero el simbolismo lo impregna todo. Durante la mañana de este viernes, miembros del Partido del Brexit salieron de la Eurocámara en procesión, portando la bandera británica entre el sonido de una gaita escocesa hasta tomar un taxi en la misma place du Luxembourg, vacía de Brexiters la noche antes. Pocos les echarán de menos al otro lado de canal de la Mancha.

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Tia Ralhan y Harriet Champion, de visita en Bruselas, se fotografían ante la bandera británica poco antes de su retirada.

En la sala de prensa de la Comisión Europea, donde el debate sobre el uso del inglés tras la salida británica ya apareció tiempo atrás, el corresponsal del Irish Times Patrick Smyth pregunta medio en broma si el Ejecutivo europeo seguirá filtrando información al medio de un tercer país como el Financial Times. Fuera, en la calle, los movimientos de banderas acaparan la atención. El Reino Unido retiró la enseña europea de su delegación en Bruselas por la tarde, y en la tarde noche de este viernes desaparecieron de escena las Union Jack del Consejo Europeo y el Parlamento.

Las británicas Harriet Champion y Tia Ralhan, profesoras de inglés de 21 y 23 años, aprovechan su visita a Bruselas este fin de semana para fotografiarse con su bandera en la Eurocámara antes de que sea enviada al Museo de Historia. Las dos dan clase fuera de su país, en Alemania y Francia. Una votó en contra del Brexit y la otra no pudo hacerlo porque le faltaban seis meses para cumplir 18. Esperan que un día puedan volver a verla ondear en el corazón de la UE gracias al empuje de la gente joven. “No conozco a nadie de mi generación que haya votado Brexit”, explican. ¿Qué haréis a medianoche? “Creo que me echaré a llorar”, dice Champion. “O a beber”, añade Ralhan.