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Brazos en alto de Dominic Thiem para celebrar su pase a la final del Open de Australia (DAVID GRAY / AFP)
Tenis | Open de Australia

Thiem frena a Zverev y buscará en la final ante Djokovic iniciar el cambio de era

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¿Es el inicio de algo nuevo? El austríaco Dominic Thiem será el domingo el mascarón de proa de la nueva generación, el hombre con el importante peso sobre los hombros de abrir una puerta entornada, pero por la que hasta ahora no ha pasado nadie. Thiem, 26 años y séptimo del ranking mundial, se medirá al serbio Novak Djokovic por el título del Open de Australia y por algo más que eso: por abrir de par en par esa puerta bloqueada desde hace añares por tres hombres.

Thiem, dueño de un tenis de belleza por momentos apabullante, derrotó el viernes al alemán Alexander Zverev por 3-6, 6-4, 7-6 (3) y 7-6 (4). Será su tercera fina de Grand Slam, tras las de Roland Garros 2018 y 2019 que perdió ante Nadal, y el austríaco pretende hacer real ese dicho popular de que a la tercera va la vencida.

A sus 26 años
El austríaco tratará de abrir de par en par la puerta bloqueada por el ‘Big 3’

“Es casi irreal, estoy en la final del Open de Australia. Y hoy ganar dos tie-breaks ante Sascha... Es casi imposible quebrarle el servicio”, dijo Thiem tras un partido en el que Zverev acertó más de un 80 por ciento de los primeros saques. El tenis austríaco tiene una historia tan pequeña como el territorio del propio país, pero hay un nombre cuyo eco aún resuena, el de Thomas Muster, campeón de Roland Garros 1995 y número uno del mundo durante algunos meses.

Thiem, sin embargo, tiene un tenis varias galaxias superior al de aquel esforzado zurdo que encadenaba títulos sobre tierra batida con una facilidad pasmosa. No, el nuevo austríaco que da que hablar en el tenis es dueño de una derecha poderosísima, de un revés a una mano fabuloso por ductilidad y potencia, de un servicio importante y, esta temporada, de un físico cincelado que aguanta lo que le echen. A todo un Nadal durante cuatro horas y diez minutos en los cuartos de final, por ejemplo.

Si Thiem gana el domingo, un dato alcanzará para darse una idea del parteaguas que podría significar eso: sería el primer hombre nacido en los ‘90 en ganar un Grand Slam. Lo mismo se dirá el día que lo gane Zverev, de apenas 22 años hoy. “No tendremos que esperar mucho hasta que juegue su primera final”, pronosticó Thiem.

En un día en el que los termómetros en Melbourne marcaron 43 grados, el ambiente húmedo y caluroso, las luces de la noche y la excitación del público le dieron al ingreso de Thiem y Zverev al Rod Laver Arena un aire de viaje al futuro, a un futuro cercano. Ellos dos y el griego Stefanos Tsitsipas parecen destinados a conformar el trío que ocupe el lugar que hoy defienden con uñas y dientes los virtuosos Federer, Nadal y Djokovic.

Emocionado
Es casi irreal, estoy en la final del Open de Australia”Dominic Thiem

A Thiem, entrenado por el chileno Nicolás Massú, le costó encontrar su juego, por eso no extraño que perdiera el primer set por 6-3. Luego de que el techo se cerrara porque había empezado allover, el austríaco resolvió la seguna manga con un ace, un 6-4 tras un juego de puntos maravillosos de ambos lados.

El partido volvió a interrumpirse en el inicio del tercer set, con Zverev 1-0 adelante, debido a un foco de luz fundido. En vez de poner mala cara, los dos protagonistas de la noche disfrutaron del “karaoke” que se improvisó en el estadio durante los diez minutos de parón. Sonaba “Sweet Caroline”, de Neil Diamond.

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El abrazo de la nueva generación (SCOTT BARBOUR / EFE)

”Me sentí como en las vacaciones de esquí en Austria, porque ponen mucho esa canció”, diría Thiem luego para desatar las risas del estadio.

Aquella pausa no impidió que se siguieran viendo puntos notables. El revés de Thiem, que brilla tanto cruzado como paralelo, permite geometrías y coreografías que se ven en pocos partidos. Sucede también, por ejemplo, cuando juega el suizo Stanislas Wawrinka, derrotado por Zverev en la ronda previa.

Thiem se adelantó 3-1 en el tercer set, pero Zverev se recuperó para tomar una ventaja de 4-3. Poco después, el alemán tenía set point con el austríaco sacando 4-5. Fueron dos: Thiem salvó el primero con un revés paralelo y el segundo con una derecha cruzada. Era 5-5, el partido estaba empatadísimo y los próximos minutos serían vitales para dilucidar quién llegaría a la final del domingo.

Primera en pista dura
Será la tercera final de Grand Slam para Thiem, quien perdió las otras dos contra Nadal

Nada mejor que un tie break para definir un empate, y, para Thiem, nada mejor que un espléndido revés cruzado a la hora de sellar el 7-3 y llevarse un tercer set absolutamente vital, dado el oscilante desarrollo de la noche.

El cuarto set fue emocionante. Tanto, que terminó en otro tie break para darle a Thiem la chapa de especialista en el asunto: le ganó tres desempates en la noche del miércoles a Nadal, y hoy también se metió en el bolsillo los dos ante Zverev. Al muchacho ya no le tiembla el pulso. Queda avisado Novak Djokovic.