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El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, en una rueda de prensa celebrada el 27 de diciembre pasado. Telam

Buenos Aires patea hacia adelante la decisión sobre su deuda externa

El principal distrito de Argentina no consigue el apoyo de los acreedores para posponer el pago de 250 millones de dólares que vencen la semana próxima

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La provincia de Buenos Aires ha pateado hacia adelante su día D. Cuando todos esperaban conocer el porcentaje de bonistas dispuestos a diferir hasta el 1 de mayo un pago de 250 millones de dólares, el Gobierno provincial pospuso el anuncio al próximo lunes. La estrategia esta clara: ante el rechazo evidente de los acreedores a la propuesta, la provincia jugará al límite del calendario. Tiene tiempo hasta el próximo miércoles. Si su propuesta de prórroga no consigue el apoyo de 75% de los portadores de ese bono, deberá cancelar sí o sí la deuda en el tiempo convenido. Si no lo hace, estará en suspensión de pagos.

El tiempo es la gran apuesta del gobernador Áxel Kicillof, el exministro de Economía de Cristina Kirchner que desde el 10 de diciembre está al frente de principal distrito de Argentina. Kicillof quiere diferir cualquier desembolso hasta mayo, convencido de que para entonces ya estará resuelta la renegociación de la deuda nacional, la gran espada de Damocles de Argentina. El presidente Alberto Fernández se encuentra de gira por Europa para reunir apoyos ante el Fondo Monetario Internacional y los bonistas privados. La negociación de Buenos Aires es un apéndice de aquel gran paquete de deuda.

A lo largo de este año, Argentina afronta vencimientos por un total de 36.400 millones, una suma que no puede pagar. Buenos Aires debe cancelar otros 2.000 millones, según cálculos de consultoras privadas. Este miércoles tiene el primer vencimiento, 250 millones de capital del Bonar2, un título emitido hace nueve años que cuando esté cancelado habrá duplicado la inversión inicial de los ahorristas. Kicillof ofreció pagar por adelantado los intereses del título, unos siete millones de dólares, a cambio de un nuevo cronograma, pero la propuesta no fue, al menos hasta ahora, suficiente. 

Se trata, en el fondo, de una cuestión de calendario. La suma es menor comparada con las acreencias nacionales, pero Fernández y Kicillof han querido marcar la cancha de lo que será la estrategia de la negociación mayor.

El ministro de Hacienda, Martín Guzmán, confirmó esta semana que la propuesta de pago que presentará al FMI y los acreedores privados estará lista en la segunda semana de marzo. Hasta entonces, Argentina discutirá con los bonistas posibles escenarios de quita de capital y prórrogas de intereses, mientras espera para el día 12 de febrero una misión del FMI. Al final se verá el nivel de adhesión y se avanzará en el papeleo para el inicio de los pagos reprogramados.

Del otro lado están los acreedores de Buenos Aires, el principal de ellos el fondo estadounidense Fidelity (16% del total), que dan por seguro que cobrarán aunque rechacen el aplazamiento. Declarar el impago provincial por 250 millones de dólares sería una pésima señal para las negociaciones con el Fondo y pondría los bonos argentinos por el suelo. La deuda argentina quedaría así a merced de los fondos buitre, los grupos que compran títulos a precio basura para luego litigar con todo el tiempo del mundo ante tribunales internacionales.

En paralelo con la estrategia provincial, Alberto Fernández se reunió en el Vaticano con el papa Francisco, con quien mantiene, a diferencia de su predecesor Mauricio Macri, una excelente relación. Luego buscará la mano extendida de España, Italia, Francia y Alemania. El presidente volverá a Buenos Aires el día 6, un día después de que se conozca la suerte de Buenos Aires ante los bonistas.