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Navinder Sarao en 2015. Reuters

La historia de un flash boy: de tumbar Wall Street a dar caza a los manipuladores de la bolsa

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El caso de Navinder Sarao es menos conocido que el del operador francés Jerome Kerviel, que generó un agujero de más de 4.000 millones de euros en Société Générale. Pero su historia tiene más épica por sus circunstancias personales y por verse involucrado en el flash crash de mayo de 2010, cuando Wall Street perdió un 9% en cuestión de segundos. El broker había logrado engañar al mercado con órdenes falsas y provocar pérdidas en los operadores de alta frecuencia. Cinco años después de ser detenido, un juzgado de Chicago ha sido clemente con el hombre responsable de que la bolsa perdiera 1.000 millones de dólares en lo que dura un suspiro.

Las peripecias de Sarao, bautizado como el Sabueso de Hounsow por la prensa británica, en referencia irónica a la película Lobo de Wall Street, son fruto de los tiempos que corren para la bolsa, dominada por algoritmos y máquinas, y del fracaso de los reguladores, para controlar las operaciones. El operador británico aprendió a invertir en bolsa solo en una sala de máquinas recreativas. En poco tiempo pasó a gestionar un patrimonio de un millón de dólares que movía en futuros del S&P 500, vestido en chándal y tapones para los oídos para asilarse del ruido.

Para Sarao era como jugar a los videojuegos, tal como defendieron sus abogados durante su juicio en EEUU. Este inversor tenía la particularidad de padecer Asperger. Comenzó a ganar mucho dinero pero no se lo contó ni si quiera a su familia, para que no le trataran de manera diferente. Y eso que operaba desde casa de sus padres, rodeado de peluches y con posters de Messi. A pesar de sus enormes ganancias mantuvo la discreción y su compra más ostentosa fue un coche de segunda mano.

El hombre que ganó a las máquinas

Su romance con los mercados se rompió cuando empezaron a aparecer los operadores de alta frecuencia, conocidos en la jerga financiera como HFT, por las siglas High-Frequency Trading. Frustrado con las nuevas manos fuertes del mercado analizó sus puntos débiles y comenzó a operar remotamente en el Chicago Mercantile Index, comprando y vendiendo contratos que especulaban sobre el valor de las principales empresas norteamericanas, a través un software parecido al que utilizaban sus enemigos a batir.

A su arma la llamó NAVTrader y tenía la particularidad de introducir órdenes falsas en el mercado con una identidad también falsa. De esta manera, Sarao se anticipaba a las operaciones de los HFT y movía el mercado como si fuera un rebaño de ovejas, para luego disparar la orden de venta y compra en conveniencia.

Con esta estrategia conocida como spoofing, al crear señuelos para los robots buscadores de tendencia, ganó más de 40 millones de dólares en un periodo de cinco años. En su mejor día de operativa, Sarao ganó más de 4 millones de dólares, justo el día que Wall Street pulverizó 1.000 millones de dólares en un abrir y cerrar de ojos. El Dow Jones se desplomó un 9% en pocos minutos y Sarao se encontró como uno de los principales sospechosos de tumbar al mercado con su operativa, tras una larga investigación.

Tras una investigación de cinco años fue detenido

Sarao fue delatado y detenido en abril de 2015 en Reino Unido en casa de sus padres, desde donde operaba, en el barrio londinense de Hounsow. Se necesitaron cinco años y un soplo para que Sarao fuera atrapado. En ese momento, confió sus ganancias de los últimos años, de 70 millones de dólares, según sus abogados, a otros inversores profesionales que le desplumaron. Su defensa solo descubrió que fue estafado cuando intentó pagar una de sus fianzas. Cuando se comenzó a descubrir su historia se le empezó a considerar un héroe, la historia de un mata gigantes. Un flash boy, término acuñado por el periodista Michel Lewis para referirse a los programadores que están detrás de la operativa de alta frecuencia, que tumbó a los grandes de la industria financiera.

El Sabueso de Hounsow se tenía que enfrentar a penas de cárcel que se sumaban por décadas y EEUU pedía su extradición para ser juzgado. Inicialmente enfrentó 22 cargos, que implicaban una sentencia máxima de 380 años, recuerda estos días la BBC. Nadie esperaba que pudiera escapar de prisión pese a los esfuerzos de sus abogados por reducir la futura condena. En 2016, llegó a un acuerdo con los fiscales. Se declaró culpable de falsificación y fraude electrónico y ofreció colaborar con las autoridades británicas en las investigaciones de manipulación del mercado.

La misericordia de una jueza

Sarao pasó de ser un tiburón del mercado a ser el cazador de grandes piezas. Cuando comenzó su proceso judicial en EEUU tuvo la gran suerte de ser la segunda persona procesada por spoofing en el país. Los agentes y fiscales del Departamento de Justicia y la Comisión de Comercio de Futuros vieron en él la oportunidad de aprender a rastrear en los mercados financieros a los manipuladores de la bolsa. Sarao ayudó a crear un software de HFT para identificar prácticas irregulares y enseñar a analizar órdenes de compra.

Desde entonces, más de una docena de personas han sido arrestadas por manipulación del mercado y demandadas varias firmas de HFT que Sarao detestaba. Esta semana, durante la fase final del juicio sus abogados recurrieron a su cooperación extraordinaria para pedir a la jueza que le declarara culpable pero sin cargos. Pero Virginia Kendall, magistrada del juzgado de Chicago, según informa Bloomberg, en su veredicto declaró que un hombre que puso en peligro la estabilidad de la economía global no podía quedar libre, pese a colaborar con la justicia en Reino Unido y EEUU. La juez le condenó a un año de arresto domiciliario, en casa de sus padres en Londres, rodeado de sus peluches y de Messi.