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El malestar en el capitalismo (acerca de nuestra salud mental)

Emulando el título de la obra "El malestar en la cultura" (Sigmund Freud), reflexionamos hoy sobre salud mental en la sociedad capitalista.

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Cerca de un 35% de la población en el Estado Español está siguiendo psicoterapia o tomando psicofármacos, siendo el estrés, la depresión y la ansiedad las dolencias más comunes. Muchas personas, además, las sufren de manera crónica. Por otra parte, son muchas las personas que no constan en esta estadística por no estar siguiendo ningún tipo de tratamiento.

¿Se trata de una epidemia?

Cuando más de un tercio de la población general tiene problemas de salud mental estamos hablando de una epidemia. Ante esto, es imposible no plantearse y concluir que el problema no es individual, sino estructural. Causas como el desempleo, una precariedad generalizada, la pérdida de poder adquisitivo ante el encarecimiento de la vida... Todo ello conduce a una pérdida de calidad de vida que repercute directamente en nuestra salud.

Del mismo modo que los desahucios no son una suma de situaciones individuales, sino la consecuencia del sistema capitalista que repercute en las clases populares, el empeoramiento de la salud mental en la población es consecuencia del sistema social y económico que supedita nuestras vidas a los intereses del capital. El capitalismo dispone de nuestras vidas y nos convierte en personas en situación de inestabilidad permanente, donde la dificultad para planificar nuestras vidas nos desposee de nuestros proyectos vitales y de nosotros mismos.

Salud mental y género

La doble jornada y la pobreza feminizada tienen consecuencias directas en la salud de las mujeres. Así, por lo que respecta a la salud mental, los diferentes síndromes, enfermedades y trastornos tienen prevalencia femenina.
Además de esto, la manifestación de muchas dolencias se sintomatiza de formas distintas según el género y esto muchas veces se traduce en que los problemas de salud mental de las mujeres quedan infradiagnosticados en la perspectiva médica androcéntrica. No es casualidad, tampoco, que ante esta situación la automedicación aumente entre las mujeres para soportar jornadas de trabajo inacabables, fuera y dentro de casa. Automedicación, no para curarse, sino para poder vivir el día el día.

Cómo cuidarnos

Ziygmunt Bauman planteó el concepto de modernidad o sociedad líquida, que describe un modelo social que implica “el fin de la era del compromiso mutuo”. El individualismo vendido como libertad ha debilitado nuestras redes de apoyo: cuanto más cambiamos de trabajo, menos unión y sindicalización de los trabajadores en los centros de trabajo; cuanto más precario es el acceso a la vivienda, menos años permanecemos en una misma vivienda y más se deteriora la red vecinal en los barrios. El nomadismo es una característica de la sociedad actual, donde muchas relaciones pasan a ser temporales como consecuencia de circunstancias como la temporalidad de nuestros trabajos y de nuestros contratos de alquiler.
Lo público y colectivo retrocede progresivamente en favor de lo privado e individualista. El individualismo nos ha llevado a la desposesión de nosotros mismos en favor del capital, haciéndonos sentir responsables de nuestro sufrimiento como un fracaso personal.

Conclusión: de lo personal a lo colectivo

Revertir esta situación tan adversa para la clase trabajadora pasa necesariamente por la acción colectiva y por el apoyo mutuo. Recuperar y fortalecer las redes de apoyo como estrategia de supervivencia, como protección y como vía al empoderamiento. En los centros de trabajo, en los barrios... De ello dependen nuestra salud mental y nuestras vidas. Pero esto no es suficiente, debemos además pelear por que los servicios sanitarios sean 100% públicos y su gestión controlada por los profesionales de estos servicios sanitarios y usuarios y contra un sistema de conjunto que impone una inestabilidad total en nuestras vidas para poner en pie una sociedad que ponga fin a la explotación y opresión que tanto nos dañan.