Un asesino serial y un depredador sexual, dos monstruos sanjuaninos con un encanto perturbador
Uno de ellos falleció hace unos días atrás y la supuesta publicación de un libro de su autoría generó polémica, mientras que el otro permanece tras las rejas con 6 penas en el hombro, 3 de ellas por homicidio.
¿Qué pueden tener en común un asesino serial de homosexuales y un depredador sexual de niñas? Quizás la respuesta sea variada y sean los expertos en definir perfiles criminales quienes ofrezcan una mayor precisión. A simple vista y con una breve investigación, se distinguen dos personajes de la historia delictiva sanjuanina que presentan en sus personalidades una coincidencia perturbadora: la psicopatía.
Es que a pesar de los diferentes ámbitos a los que pertenecieron, Osvaldo Arena -ahora muerto-, el abusador sexual de menores de edad, y Claudio Gil, el triple homicida homofóbico, se valieron de una especie de encanto para perpetrar sus actos más crueles. Antes de que quedaran al descubierto, en su entorno jamás habrían imaginado lo capaces que podían ser y de las atrocidades que podían cometer.
Uno de ellos, Arena, en los últimos días volvió a ser noticia tras su muerte y tras el polémico libro de su autoría que será publicado. El pervertido sexual condenado a 40 años de prisión que falleció en su arresto domiciliario era un hombre respetado y reconocido. Daba clases en la Escuela de Policía y era figura de las artes marciales en la provincia. Sin embargo, detrás de esa imagen de hombre intachable se escondía un depredador sexual sin escrúpulos.
De buenos modales, "caballero como pocos" -diría su abogada-, culto y prolijo en su aspecto, el hombre que meditaba, hacía ejercicio todos los días y sólo comía vegetales educó a varias generaciones con la filosofía del karte. Buen esposo y un padre de familia consolidó un prestigio que, después de la denuncia de abuso en 2010, se desmoronó por completo cual castillo de arena. Aunque la Justicia comprobó que fueron cuatro las víctimas, se sospecha que hubo más y que por miedo o vergüenza no lo acusaron penalmente.
Como suele suceder en este tipo de casos, los informes psicológicos revelan sus verdaderas personalidades. En el caso del Sensei que ultrajó a una niña de 8 años -la más pequeña de sus víctimas-, el análisis de los especialistas indicó que era un hombre hostil, agresivo y manipulador. Sin afecto ni sentimiento de culpa, inmaduro sexualmente y transgresor a las reglas morales; fueron algunas de las características que resaltaron. Todo lo contrario a lo que demostraba ser, una persona de principios que pregonaba los valores arraigados en las artes orientales.
Fue por ese aspecto y ese reconocimiento social que había alcanzado que muchos padres confiaron en él y le concedieron el cuidado de sus hijos, sin conocer el verdadero riesgo que representaba y, en al menos cuatro casos, el horror al que eran sometidos. Según se desprendió del expediente, una pequeña de 10 años aseguró que era abusada casi todos los días. La martirizaba y la manipulaba diciéndole que “la preparaba para cuando tuviera novio”.
De igual forma, Gil construyó una apariencia camaleónica que le sirvió para darle marcha al horror. Tal y como lo señaló una psicóloga que lo estudió, el sujeto que fue condenado por asesinar a cuchillazos a un comerciante, un chef y un jubilado, con quienes había mantenido relaciones sexuales, se adaptó a las situaciones y sacó provecho de ello para sorprender a sus víctimas.
El hombre de voz gruesa y con dotes de seducción buscó relaciones 'parasitarias' y se vinculó con otros por conveniencia hasta que sus incontrolables impulsos desataron y terminaron con la muerte de sus amantes: Alberto Herrera, Carlos Roberto Echegaray Osman y Jorge Espínola.
De profesión locutor, buscó refugio en La Rioja después de haber estado preso unos años por robo y allí conoció a su primera víctima. Con un importante porte -1,87 metros de altura-, con su aspecto bien cuidado, su trabajo en una FM y con sus juveniles 24 años, supo cautivar al dueño de una almacén, a quien un año más tarde le arrebataría la vida de un certero cuchillazo en el corazón.
Según los informes psiquiátricos, es un manipulador con el síndrome del narcisismo maligno, seductor, agresivo, antisocial, homosexual reprimido, homofóbico y sobre todo un sádico sin sentimiento de culpa. Actualmente, el asesino serial cumple su sexta condena, tres de ellas por crímenes a sangre fría.
Es que a pesar de haber ultimado la vida de una persona, por lo que fue juzgado y penado, nunca recapacitó y volvió a encarnar la maldad con otros dos crímenes. Como taxi boy, conquistó a sus nuevas víctimas con esa personalidad encantadora pero al mismo traicionera. En ese sentido, el testimonio de los especialistas señaló que "el odio gobierna la organización global de su personalidad psicopática’ y tiene una ‘orientación sexual confusa y ambigua, una ambivalencia entre lo masculino y lo femenino".
Con serias deficiencias a nivel afectivo, encontró en los demás un objeto para utilizar. Para ocultar su inferioridad y minusvalía -según indicaron especialistas- se mostró omnipotente y liberó su lado más siniestro.