El 'Brexit' ya está aquí: y ahora, ¿qué?

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La salida del Reino Unido de la Unión Europea ha consumido tal capital político, económico e institucional que su materialización, pese a histórica, resulta casi anti-climática, una sensación derivada fundamentalmente de que, hasta final de año, apenas nada cambia. Los británicos se levantarán este 1 de febrero formando parte del mercado común y de la unión aduanera, el Tribunal de Justicia de la UE sigue siendo la corte de referencia y cualquier ciudadano comunitario que quiera mudarse al norte del Canal de la Mancha, puede hacerlo libremente hasta el 31 de diciembre.

¿Qué ocurre este 31 de enero?

El Reino Unido deja formalmente de ser miembro de la Unión Europea, tras 47 años, por lo que abandona todos los instrumentos de representación comunitaria, desde las instancias más elevadas, como la Comisión Europea, el Consejo, o el Europarlamento; hasta las agencias, programas educativos o de investigación. La salida da paso, sin embargo, a un período de transición, en el que el Gobierno de Boris Johnson está resuelto a que la palabra 'Brexit' desaparezca del lenguaje político, para así poder centrarse en la agenda doméstica.

¿Qué significa esta transición?

En esencia, que todo permanece prácticamente igual que con la permanencia, al menos a efectos prácticos, lo que a pie de calle limitará significativamente la sensación de que la ruptura ha tenido lugar. Además de continuar en el mercado común y en la unión aduanera, Londres tendrá que respetar todas y cada una de las normas comunitarias, sobre las que perderá voz y voto, estará obligado a mantener las contribuciones financieras como si fuese parte del club y deberá respetar las cuatro libertades de movimiento que lo rigen.

¿Cuánto durará este período?

El acuerdo del Brexit lo fija hasta el 31 de diciembre, pero hay la posibilidad de ampliarlo por uno o dos años más. La idea es ofrecer a los ya ex socios margen para acordar su futura relación, sin verse arrojados a un precipicio sin pautas, ni garantías legales. El problema es que la decisión ha de tomarse antes del 1 de julio y Reino Unido ha descartado por ley extender la transición, lo que hace extremadamente difícil que el Gobierno tire la toalla, cuando todavía le quedarían seis meses para cerrar el marco de futuro.

¿Es por tanto todavía posible la temida salida sin acuerdo?

La salida es este 31 de enero y está regida por el Acuerdo de Retirada, un tratado internacional que salvaguarda desde los derechos de los ciudadanos a ambas orillas del Canal de la Mancha, hasta las contribuciones financieras, o la solución para evitar una frontera en la isla de Irlanda. Nada amenaza ya estas garantías, lo que puede ocurrir es que el 31 de diciembre no esté listo el armazón para la nueva relación, un escenario considerado como un nuevo precipicio, puesto que convertiría al Reino Unido en la única potencia mundial que operaría bajo el paraguas de la Organización Mundial de Comercio y forzaría la introducción automática de costosas tarifas.

¿Qué quiere el Reino Unido con el Brexit?

Esencialmente, libertad para decidir, tanto sus leyes, como su política comercial y el control de sus fronteras, aspiraciones que los euroescépticos consideraban coartadas por la UE. El verdadero desafío será definir su relación con el mayor bloque comercial del mundo, así como establecer nuevos pactos con el resto del planeta.

Qué cambia este 31 de enero, qué significa la transición y qué consecuencias hay para quienes deseen viajar al Reino Unido, resolvemos las dudas

A la espera de que Johnson desvele sus intenciones, lo único que se sabe es que desea un "ambicioso" acuerdo de libre comercio, con cero cuotas y cero tarifas, una aspiración que colisiona con su intención confesa de apostar por la divergencia regulatoria respecto a la normativa comunitaria.

¿Cuáles son los potenciales obstáculos de la negociación?

Fundamentalmente dos: la constricción temporal, auto-impuesta por el veto del Gobierno británico a ampliar el margen de las conversaciones; y la ecuación entre alineamiento normativo a cambio de acceso: si Londres quiere maximizar las posibilidades de un mercado de casi 500 millones de personas, está obligado a cumplir con sus normas, por lo que cualquier desviación se dejará notar en la construcción de barreras.

Para la UE, mientras, el mayor temor es que su inminente ex socio se convierta en un territorio de bajos impuestos y mínima regulación, una metamorfosis en el umbral mismo del club que amenazaría su potencial competitivo.

¿Qué cambios notará el británico de a pie?

Hasta el 31 de diciembre, apenas ninguno, más allá de la ausencia de las banderas comunitarias en los edificios oficiales, o el hecho de que, en unos seis meses, todos aquellos que renueven pasaporte recibirán el documento azul, es decir, el que regía hasta la homogeneización de los granates impuesta por la UE a todos sus miembros. La clave será, una vez más, a partir de 2021.

¿Qué supone para los europeos afincados en el Reino Unido?

De momento, solo deben solicitar el denominado 'Estatuto de Asentado' ('Settled Status'), el régimen diseñado por el Gobierno para garantizar que todos los derechos que tenían como comunitarios prevalecen, una vez la ciudadanía de la UE pierda valor legal. El proceso es gratuito y hay un período de gracia para demandarlo hasta final de junio de 2021, lo que ha abierto la incógnita sobre potenciales deportaciones a partir de entonces, si no se ha completado el proceso.

¿Qué consecuencias hay para los europeos que deseen visitar el Reino Unido?

Durante la transición, ninguna: es posible viajar como hasta ahora, sin visado, y en casos como el de España, el DNI es suficiente. Los aviones, los barcos y los trenes operarán como siempre y el carné de conducir de la UE tendrá plena validez durante todo 2020, al igual que instrumentos como la Tarjeta Sanitaria Europea. Además, en el control de inmigración seguirá habiendo una cola específica para ciudadanos del Área Económica Europea.

¿Y aquellos que quieran mudarse al Reino Unido?

Una vez más, pueden hacerlo libremente hasta final de año, el cambio vendrá, nuevamente, al final de la transición, cuando está previsto que los ciudadanos comunitarios se sometan a los mismos criterios de entrada que los del resto del mundo. El Gobierno británico ha avanzado su intención de imponer un sistema de puntos como el que rige en Australia, pero el Comité Asesor de Migración cuestionó esta misma semana su conveniencia para un modelo económico como el británico. Como en muchos aspectos de la realidad post-Brexit, las incógnitas permanecen, más allá de la certeza de que la actual libertad de movimiento llegará a su fin.