Brexit, el sainete interminable: los 12 momentos clave de la ruptura UK-UE
Las semillas del Brexit son profundas. Más de tres años se han demorado Londres y Bruselas en sentar las bases para un divorcio amistoso. Ha sido un proceso tortuoso, hostil y en ocasiones caótico
by K. A. P., C. PrietoLas semillas del Brexit son profundas. Ya en 1988, Margaret Thatcher agitaba el temor a un “super Estado europeo” en el célebre discurso de Brujas, considerado uno de los pilares del euroescepticismo. Con un pie dentro y otro fuera, durante 47 años el Reino Unido nunca se quiso comprometer del todo y la Unión Europea no supo cómo hacer para mejorar la relación. Cuando les dieron la oportunidad en 2016, un 52% de los británicos votaron a favor de salir de la UE.
Más de tres años se han demorado Londres y Bruselas en sentar las bases para un divorcio amistoso, apenas los que les faltaban para cumplir las bodas de oro. Ha sido un proceso tortuoso, hostil y en ocasiones caótico que se ha llevado por delante a dos primeros ministros ‘tories’, otros tantos líderes laboristas y casi mete a la reina Isabel II en el barro. Pero además, ha movido las placas tectónicas de la política de las islas -y del continente- con una intensidad que se dejará sentir en las generaciones por venir.
Aunque nada cambia por el momento -se entra en un proceso de transición que debe durar un año-, la solemnidad de la fecha es buen momento para repasar cómo llegamos hasta aquí. Doce imágenes para resumir un sainete que está lejos de terminar.
Los 'chicos malos' de Eton
Hay una micromanera morbosa de explicar el Brexit: una lucha de poder y egos entre Boris Johnson y David Cameron que se remonta varias décadas en su pasado. Ambos se educaron en Eton, Oxford… y fueron miembros del 'Bullingdon Club', fraternidad universitaria en la que los chicos 'malos' de las clases altas aprendían el arte de la guerra haciendo gamberradas. Aunque lo que quizá refleje esta foto es que, por populista que sea el discurso del Brexit, las élites nunca pierden el control. No importa la incertidumbre económica ni el caos político. Mientras la City siga en marcha y haya un chico de Eton al frente del chiringo -20 primeros ministros británicos estudiaron allí- podemos seguir yendo a las carreras de Ascot sabiendo que el suelo no se va a abrir bajo nuestros pies.
Boris y la adolescencia del Brexit
Cuando el joven Boris llegó a Bruselas como corresponsal de 'Daily Telegraph' en 1989, el euroescepticismo era como un niño elitista, cargante y sin rumbo… un poco como él mismo. Allí, Boris descubrió la rentable fobia a Europa y el método para relanzar su carrera al mismo tiempo -le habían despedido del 'Times' por falsear un artículo-. Sus exagerados reportajes sobre normativas kafkianas de la UE -desde la regulación para reducir el tamaño de los condones de los británicos al plan para 'prohibirles' el consumo de patatas fritas de sabores absurdos- son fiel reflejo del crucial papel que jugarían los tabloides en alimentar el odio hacia los malvados burócratas comunitarios. De la mano de Boris, el euroescepticismo se convirtió en un adolescente rebelde que arrojaba ladrillos contra los escaparates europeos. Cuando se marchó, en 1994, era un movimiento a la ofensiva. El resto es Historia.
Cómo arruinar tu vida (y tu país)
Mirando esta foto de un David Cameron ambicioso y zalamero, nada hace anticipar que está a punto de cometer la cagada de su vida. Es 23 de enero de 2013 y el entonces primer ministro del Reino Unido está a punto de demostrar cómo una persona puede arruinar su carrera política, su imagen pública y a su propio país en apenas 30 minutos. Destinado a pasar a un discreto segundo plano de la historia, Cameron quiso jugar al gran estadista y prometió un referéndum que, de un plumazo, zanjaría de una vez por todas ‘la cuestión europea’ y desactivaría la creciente fueraza de los euroescépticos como su amigo Boris. “Estoy a favor de un referéndum” -dijo en el ya histórico 'Bloomberg Speech'- “creo en enfrentar este tema, darle forma, liderar el debate y no simplemente sentarme a esperar que esta difícil situación desaparezca”. Debió quedarse sentado.
La extraña mente del Brexit
Es muy probable que no les suene de nada este señor y nadie les culparía si se cruzan de acera al verlo acercarse por la calle. Pero no se dejen confundir por su aspecto de vagabundo patrocinado por Decathlon. Dominic Cummings fue la mente detrás de la campaña “Retomemos el control” que en 2016 logró convencer a los británicos de abandonar la UE y poner en marcha el Brexit. No fue la primera vez que este excéntrico estratega le ganaba un pulso al bloque comunitario. En 2000, dirigió la campaña “No” para evitar la adopción del euro en Reino Unido. A sus 47 años, Cummings se ha convertido en una de las personas que más han influido en el futuro de la UE y el Reino Unido sin haber pasado en ningún momento por las urnas.
El tono, el rumbo y el ritmo
“Mandamos a la Unión Europea 350 millones de libras a la semana. Mejor financiemos el Sistema Nacional de Salud. Retomemos el control”. Cummings -quien es ahora el fontanero mayor del reino con Boris- “nunca estuvo más contento” que el día que se le ocurrió poner el logo oficial de la seguridad social británica en los autobuses electorales. “La guerra psicológica de Cummings fue una buena estrategia”, cuenta el libro de Craig Oliver adaptado en la película de HBO sobre la campaña del Brexit. He aquí el autobús que fijó el tono, el rumbo y el ritmo. ¿Que la cifra de 350 millones de libras era más falsa que un sello del Fórum Filatélico? Hemos venido a jugar.
Dolor y gloria, a lo 'fish & chips'
Se dice que Boris Johnson no tiene unos principios claros y que suele elegir siempre la opción más ajustada a sus intereses personales; algo de eso hay, pero cuando se subió al Brexit todas las encuestas decían que se estrellaría. De hecho, pese a lo polarizado de la campaña, la victoria del Brexit fue una enorme sorpresa. Dado que el recuento se demoró varias horas, muchos británicos se acostaron pensando que nada iba a cambiar… y se levantaron con cara de estupefacción. Uno de los tés mañaneros más indigestos de la historia del país. Dolor y gloria, a lo 'fish & chips'
Marrón épico: descripción gráfica
“Theresa May parece un niño que acaba de cambiar su mejor cromo de Pokemon y justo después se da cuenta de que cometió un terrible error”. Así resumió un tuitero el gesto de la ‘premier’ cuando el 28 de marzo de 2017 firmó la carta activando el artículo 50 del Tratado de Lisboa, comenzando el tortuoso divorcio de la UE tras casi medio siglo de vida marital. May heredó un marrón de proporciones épicas que estaba decidida a resolver entonando el mantra “Brexit significa Brexit”. “Ya os echamos de menos. Gracias y adiós”, dijo en el día de marras. No tan rápido, Theresa. No tan rápido.
Diplomacia, a lo Benny Hill
La primera reunión entre los negociadores de la UE y del Reino Unido fue toda una declaración de intenciones del despropósito que se avecinaba. El 17 de julio de 2017 en Bruselas, la delegación comunitaria, liderada por el francés Michel Barnier, acudió al encuentro armados con informes, dossieres y resúmenes para meterse en harina cuanto antes. Los británicos, encabezados por David Davis, apenas llevaron un boli. Durante el proceso, la diplomacia londinense perdió todo su mojo. Los funcionarios europeos se vieron obligados a tomar la iniciativa y hacer planes por la paralización de sus pares. "Es como si nos hubieran externalizado el Brexit", llegó a decir uno de los negociadores del bloque. Ese día comenzó a sonar la música de Benny Hill y no ha dejado de sonar.
Los tres trajes de Theresa May
Con más capítulos que "Cristal", el Brexit se convirtió en el tedioso culebrón geopolítico de la sobremesa europea. Y como en las telenovelas, sus protagonistas parecían convencidos de que la mejor manera de resolver un problema es tirando a alguien por las escaleras. Durante meses interminables, Londres y Bruselas forcejearon para llegar hasta a tres acuerdos de separación diferentes. Pero Westminster los rechazó una y otra vez. Hasta que el Partido Conservador empujar a May por las escaleras. Acosada por la prensa sensacionalista hasta el último minuto, abandonó el cargo en mayo entre lágrimas. El Número 10 de Downing Street acabaría en manos de Johnson y su promesa "Brexit, do or die".
Cómo ganar y perder
La salida de May llevó a Johnson al poder. Pero con un parlamento fragmentado, pocos dudaban que la cosa terminaría de nuevo en unas elecciones. En diciembre, los británicos volvieron a las urnas para darle una resonante victoria a los conservadores interpretada como luz verde para el Brexit. En la campaña alguno aprovechó para exteriorizar sus sentimiento arrojando un batido a una de sus figuras más recalcitrantes. ¡Tartazo al facha! Nigel Farage, líder histórico del euroescepticismo y ex agente de bolsa, es al Brexit lo que Jesús Gil a la política nacional. Una figura histriónica, vocinglera... pero incapaz de articular una mayoría social a su alrededor por el rechazo que genera. Ya en la propia campaña del Brexit fue hábilmente apartado de la toma de decisiones: “Nigel, tú vete a hacer campaña al pub con unas pintas que ya nos encargamos nosotros de poner este país patas arriba”. O algo.
Obi-Wan bombardeando a los ewoks
Ese señor que se parece a Obi-Wan Kenobi, si Obi-Wan se hubiera hecho notario en vez de jedi, tenía en sus manos los planos de la estrella de la muerte. Una bomba política capaz de hacer implosionar al euroescepticismo. Pero se las apañó para acabar matando a todos los ewoks. El esperpento del Brexit no puede entenderse sin el papelón de Jeremy Corbyn y su plan para hacer la revolución en medio del caso. Ni el plan secreto para vender la sanidad pública a Estados Unidos evitó que el laborismo encajara su peor derrota electoral en 85 años. Y todavía no ha dimitido. Para que vean que en todos sitios cuecen habas.
Stalingrado, el musical
Boris Johnson es el autor de una biografía sobre Churchill donde dice que los alemanes tomaron Stalingrado durante la II Guerra Mundial. Bien… No es cierto. Lo que sí es cierto es que: 1) lo que antes sonaba a política ficción -que Boris llegaría a primer ministro- ahora es una realidad; 2) nunca ocultó demasiado que esa era su ambición desde el principio y 3) que la brillante creación del personaje Boris -el inglés extravagante y despeinado que quizá tenga problemas para diferenciar entre verdad y mentira, pero con el que te irías de copas sin dudar- ha sido decisiva para llegar a la cumbre a golpe de votación popular. Stalingrado, el musical.
Boris, el Brexit y el triple dilema del arenque