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REUTERS / IVES HERMAN
El futuro de Europa

La hora de Europa, si puede

Quizá el futuro de la Unión consista en regresar al sueño inicial: una Europa de personas para las personas

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El Parlamento Europeo despidió a los eurodiputados británicos --y al Reino Unido en general que deja la UE después de 47 años de matrimonio-- con la canción escocesa 'Auld Lang Syne'. Fue emocionante y simbólico. Se entona para despedir el año y a los amigos, y también en los funerales. Quedan 11 meses hasta el final del periodo transitorio que decidirá los detalles de la separación. El asunto está más o menos así: Boris Johnson y los 'brexiters' abandonan la casa familiar tras emponzoñar las relaciones. La convivencia era insufrible desde el referéndum de junio del 2016. Después de independizarse pretenden venir a comer tres veces por semana, y que les laven y planchen la ropa. Será difícil que Bruselas les otorgue el acceso al mercado único y a la unión aduanera sin pagar un precio.

El idioma chino tiene dos ideogramas para definir crisis: wei-ji, significa riesgo y oportunidad. Los riesgos son evidentes para ambas partes; en su mayoría, de impacto económico en un mundo volátil que no termina de recuperarse de la crisis del 2008. Por ahora, solo mejoran los billonarios y las empresas buitre que devastan el mercado de la vivienda. La desigualdad es el motor de los movimientos de extrema derecha y de los populismos xenófobos como el 'brexit'.

También existen oportunidades. Sin el freno de Londres, la UE podría dejar de ser la Europa de los mercaderes en exclusiva para añadir una capa social y humana. El obstáculo a una Europa más unida y política está en el Este, donde abundan los euroescépticos en Hungría y Polonia, sobre todo, sin olvidar Eslovaquia y Chequia. Imitan a los británicos en entorpecer toda cesión de soberanía. Charles De Gaulle nunca quiso a los británicos dentro de la CEE. Los consideraba un caballo de Troya de EEUU, incompatible con la idea europea de Francia y Alemania.

Política común inexistente

Donald Trump ha presentado un supuesto plan de paz para Oriente Próximo, que es el plan de Netanyahu para anexionarse gran parte de Cisjordania y dejar a los palestinos encerrados en batustanes, como la Sudáfrica del 'apartheid'. En la crisis iraní, provocada por EEUU tras salirse del pacto nuclear, la UE se ha plegado a las amenazas de la Casa Blanca. Europa carece de una voz en una zona del mundo en la que tiene múltiples intereses. No existe una política común capaz de hacerse oír en un mundo globalizado. Por peso económico, es una potencia mundial.

La UE necesita una política exterior y de defensa común, una única voz. El embrión del Ejército europeo debería permitir a medio plazo una presencia fuera la OTAN, un instrumento de la Guerra Fría que no termina de encontrar su sitio en el nuevo mundo multipolar. Aunque la Rusia de Putin se mantiene como un peligro, las amenazas tienen hoy el sello del terrorismo yihadista que afecta a Oriente Próximo, partes de África y Asia. Europa es incapaz de influir en la solución de conflictos. Se limita a pagar.

Además de los euroescépticos del Este, están los eurófobos de casa. Crecen en Francia, Italia, Holanda y España. Las extremas derechas tienen en el discurso nacionalista y antieuropeo una receta para conectar con los descabalgados de la crisis. 'The New York Times' publicó esta semana un texto apoyado en gráficos en el que sugiere que cuando la izquierda se limita a ser progresista, sus bases ideológicas tienden a abrazar recetas populistas. Sucede en EEUU con Trump, y en Francia con Marine Le Pen, que tiene votos en distritos excomunistas.

El precedente de Berlusconi

¿Cuál es la receta para derrotar a Trump? ¿Un candidato de izquierda como Bernie Sanders o un centrista que no asuste a Wall Street? Las recientes elecciones regionales de Italia ofrecen varias lecturas. La emergencia de Elly Schlein, de 34 años, como luz de una decaída izquierda, es una señal, como lo fue el 15-M en España y el arranque de Podemos. Parece que Italia va por delante. Silvio Berlusconi fue el precedente de Trump, y sus mentiras masivas, un adelanto de las 'fake news'. Veremos qué aporta el Movimiento de las Sardinas, que carece de líderes, y en qué acaba Elly Schlein que, por ahora, carece de movimiento.

Europa necesita más utopía y menos realismo complaciente con unos mercados dispuestos a apostar por recetas antidemocráticas con tal de no perder privilegios. La UE es la mayor obra de ingeniería política de la historia en un continente regado de sangre de cientos de guerras. Fue capaz de convertir el odio en ilusión; la lucha, en compromiso común. Quizá el futuro consista en regresar al sueño inicial: una Europa de personas para las personas.