“Aquí se venden fármacos hasta por grupos cerrados de WhatsApp, Instagram y Facebook”
La toxicóloga Lina María Peña demostró que un producto multivitamínico que se vendía en el país, la Vitacerebrina francesa, provocaba hemorragias en pacientes. Dice que aún no sabemos cómo controlar la venta indiscriminada de fármacos.
by Pablo Correa Torres - @pcorrea78El descubrimiento de diclofenaco oculto en el popular medicamento Dololed por parte del laboratorio CROM-MASS, de la Universidad Industrial de Santander, tomó por sorpresa a medio país, pero no a los toxicólogos. Semana tras semana llegan a sus manos reportes de médicos y pacientes preocupados por efectos adversos asociados a todo tipo de productos que inundan el mercado, legales e ilegales.
La toxicóloga Lina María Peña, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, acaba de publicar un artículo en la revista Clinical Toxicology en el que recuerda y expone un caso similar al del Dololed que se presentó desde mediados de 2017. Ese año recibió una llamada desde Urgencias de una EPS en Medellín que le reportó el caso de un paciente que venía tomando el multivitamínico Vitacerebrina francesa y presentaba una hemorragia. (El ingrediente oculto del Dololed, un medicamento 100% natural?)
“Revisé la información que tenía y con lo que declaraba el producto en la etiqueta era imposible que generara esas alteraciones. En la siguiente semana nuevamente llamaron a reportar otros casos con el mismo producto. Ahí empecé a establecer una relación”, relata la investigadora. Entre abril y junio de ese año se detectaron 36 casos similares en Antioquia. La mayoría eran mujeres y el promedio de edad rondaba los 52 años.
Con los primeros casos decidió contar la situación en un grupo de WhatsApp que comparte con otros toxicólogos. Estos lo replicaron en otros grupos de médicos. Así se fue creando una alerta espontánea que pasó a medios de comunicación locales y nacionales. El Invima tomó cartas en el asunto y al investigar algunos lotes del producto descubrió que contenía una sustancia no declarada: warfarina, un anticoagulante.
“Mucha gente piensa que tomar vitaminas y suplementos nutricionales no le traerá problemas, porque asume que son naturales y perfectamente saludables”, explica, “esto genera una falsa sensación de seguridad en los consumidores. Adicionalmente las personas no tienen claras las dosis, no leen las etiquetas, no verifican si el registro que aparece en el empaque está vigente o es correcto y aceptan sugerencias de amigos o conocidos para su consumo”.
¿Por qué el fabricante mezcló este fármaco con los otros ingredientes? Nadie lo tiene claro. Lo cierto, dice Peña, es que los suplementos son productos de venta libre con regulaciones mínimas en muchos países, por lo que el etiquetado incorrecto es común y puede contener ingredientes no declarados. Los productos médicos que tergiversan deliberadamente su identidad, composición o fuente y contienen ingredientes farmacéuticos o sustancias tóxicas son una preocupación para la Organización Mundial de Salud y las autoridades sanitarias en todo el mundo.
En el caso de la Vitacerebrina francesa, el trabajo conjunto de los toxicólogos, las autoridades de salud y muchos medios de comunicación permitió (aparentemente) frenar el consumo. Peña no ha vuelto a recibir reportes al respecto.
“El país tiene un gran reto para vigilar y controlar la venta de medicamentos. Es un reto compartido por las autoridades, el personal médico y en educación de la comunidad para que esto no siga sucediendo”, comenta la profesora.
Otro caso peligroso
A pesar de que la venta de los productos ReumArtrit Plus y el ReumArtrit Simplex estaba prohibida desde 2011, tanto en Venezuela como en Colombia, la demanda continuó siendo alta en los años posteriores. Ambos productos seguían circulando con la promesa de combatir “la artritis, el reumatismo, la gota, la espondilitis, la osteoporosis, desgarres, torceduras, tendinitis, bursitis, ácido úrico y artrosis”.
Juan Abelló y Tibisay Molina, médicos venezolanos del Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes, notaron hacia 2016 que muchos de sus pacientes los seguían consumiendo. Aunque en algunos observaban “rápidas y notables mejorías” muchos también presentaban serios efectos secundarios.
Motivados por esas quejas, Jines Contreras, José Miguel Delgado y Graciela Díaz, investigadores de la Universidad de Los Andes en Mérida, con el apoyo de José Henao y José Pinto, de la Universidad Industrial de Santander, decidieron recolectar muestras de ReumArtrit Plus, ReumArtrit Simplex y un tercero conocido como Flexdol.
El trabajo les permitió identificar la presencia diclofenaco en ReumArtrit Simplex, prednisolona en ReumArtrit Plus y ambos compuestos en Flexdol.
“Los compuestos encontrados en las muestras analizadas son principios farmacéuticamente activos de origen sintético”, concluyeron los autores en el artículo publicado al respecto. A pesar de las advertencias y alertas sanitarias, en algunas páginas de internet siguen figurando los tres productos.
¿Cómo controlarlo?
No es un reto fácil. De hecho nadie parece tener claro cómo controlar la avalancha de medicamentos que se venden hoy por internet, con publicidad en medios de comunicación, que se ofrecen por redes sociales como Instagram y hasta grupos cerrados de WhatsApp. “¿Cómo podemos evitar que en un grupo cerrado de WhatsApp o Facebook se ofrezcan productos? ¿Cómo controlar que cualquier persona abra una cuenta en Instagram y empiece a ofrecer productos para bajar de peso, la disfunción eréctil o la caída del pelo? Realmente no lo sé”, insiste Peña.
Todo esto sumado a los ya tradicionales problemas de precios, presión tecnológica, riesgos y malas prácticas de una parte de la industria farmacéutica tradicional hacen ver la importancia de seguir fortaleciendo las instituciones de control y la investigación en estas áreas en el país.
La toxicóloga Lina María Peña. /Cortesía
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Pablo Correa Torres - @pcorrea78
Salud
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