Plática en el Centro Cultural Tijuana
by Luis C. López Morton Z.Son las 11 de la mañana del miércoles 22 de enero y estamos en el aeropuerto de la Ciudad de México listos para abordar el vuelo 176 de Aeroméxico que nos llevará a Tijuana. El avión despega a la hora indicada y tres horas y pico más tarde nos encontramos en el aeropuerto de Tijuana.Vamos Luis Ignacio Sáinz, consejero y amigo, Paco Calderón, caricaturista del periódico Reforma, Kris Velfú, encargada de relaciones públicas de Morton Subastas y yo, a dar una plática en el CECUT (Centro Cultural Tijuana) que se titula “El coleccionismo en México, un testimonio de Morton Subastas”.
La invitación nos la hizo el CECUT en octubre del año pasado para que coincidiera con la exposición, ya inaugurada, de la Colección Ayala-Muñiz que fue entregada a dicha institución en comodato indefinido en octubre del 2019, y que consiste de una extraordinaria colección de obras relevantes de la plástica mexicana del siglo XX, debo comentar que muchas de ellas, compradas en subastas de Morton.
Así que decidimos dar la plática y provechamos para incluir la presentación del libro “De Herencias y Herederos” que realicé en colaboración con Luis Ignacio Sáinz y con Paco Calderón, Luis Ignacio en los textos y Paco con las caricaturas. No es la primera presentación de este libro, ya lo hemos hecho en tres ocasiones anteriores, dos en la Ciudad de México y una en Monterrey.
Nos hicieron favor de recogernos en el aeropuerto y después de dejar las maletas en el hotel fuimos a conocer el Centro Cultural Tijuana donde daríamos la charla. El Centro se encuentra en la zona del río, se inauguró en octubre de 1982, a finales del sexenio de López Portillo, está construido en un lote de 35,445 metros cuadrados y fue diseñado por los Arquitectos Pedro Ramírez Vázquez y Manuel Rosen Morrison.
Hicimos la visita entrando por el estacionamiento y de ahí caminamos pasando por un pasillo muy largo llamado El Cubo –lugar donde daríamos la plática–, se trata de un patio muy amplio en el que de un lado se encuentran dos salas de exposiciones; en la sala no. 1 se exhibe la obra reciente de Jorge Marín con bronces de pequeño y gran formato, muy bien expuesta y que lleva de nombre “La levedad del cuerpo humano y de los sueños” (en contraste con la rigidez y peso del material) inaugurada en octubre del año pasado. En la sala no. 2, que queda exactamente arriba de la 1, nos encontramos con la muestra “Coleccionismo de la plástica en el siglo XX”, Colección Ayala-Muñiz, y por la cual se hizo el conversatorio; la recorrimos completa, tiene obras de Tamayo, Byron Gálvez, Luis Nishizawa, un Arnold Belkin muy importante, al igual que una pintura de María Izquierdo, junto con obra de Raymundo Martínez, Rafael Coronel, Chucho Reyes, Alfredo Zalce, entre otros.
Bajamos nuevamente al patio y vimos que hay un restaurante llamado Cubo Bistro, de comida francesa que incorpora platillos de la zona de Baja. Salimos para admirar el Centro Cultural por fuera, donde se encuentra un edificio esférico que es mejor conocido como La Bola, un cine en el que pasan películas IMAX, caminamos hacia la entrada de este cine y nos encontramos con unas alas de bronce, obra de la mano de Jorge Marín que lleva el nombre de “Alas de la Frontera”, son iguales a las que estaban hasta hace unas semanas en el camellón de Reforma frente al Tláloc donde se encuentra el Museo de Antropología; como era natural ¡todos nos tomamos la fotografía con los brazos abiertos frente a las alas!
Es muy impresionante el CECUT y da mucho gusto ver que está en perfecto estado y limpio, cuenta con un equipo muy bien dirigido por la Dra. Vianka R. Santana, su directora.
Impresionante también fue lo que comimos en la visita, Paco Calderón nos fue organizando, y el primer día cenamos en el Caesar’s, donde se inventó la ensalada César y obvio que cada uno de nosotros pedimos una; al día siguiente, después de algunas entrevistas con la prensa, fuimos a comer a un lugar que se llama La Querencia donde disfrutamos un carpaccio de callo de hacha que hasta hoy me vengo acordando de lo fantástico que estuvo, además de unos atunes preparados muy buenos. En la cena, después de la plática, fuimos por unos tacos callejeros que se llaman Tacos el Nuevo Poblano, también para recordarse.
La charla, ya el jueves en la tarde, fluyó muy bien y con un buen público, la presentación de las caricaturas de Calderón siempre es muy divertida; estuvieron los coleccionistas Miguel Ayala y José Luis Muñiz, dueños de la colección exhibida que lleva su nombre. Así terminamos nuestra visita a Tijuana, ciudad que a todos nos sorprendió lo bien que se ve, limpia y moderna, y no la ciudad del burro bebiendo cerveza de la que todos nos acordábamos. El viernes, temprano por la mañana, crucé caminando por el puente de San Ysidro rumbo a Los Ángeles, de esto les platicaré la semana que entra.