Luz Araceli González: El T-MEC, una nueva oportunidad

Con la firma que hizo Trump se ha dado un paso más en el camino del nuevo tratado.

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Luz Araceli González U.Fuente: Cortesía

A más de tres años de incertidumbre, inestabilidad en los mercados financieros y vaivenes en el tipo de cambio como resultado, primero de la campaña electoral y luego del arribo a la Casa Blanca de Donald Trump el 20 de enero del 2017, hoy México parece tomar un respiro con la, finalmente lograda, firma del T-MEC.

Más allá de sus discursos y tuits contra México en materia de seguridad, narcotráfico, corrupción o el tan citado “muro”, las amenazas de carácter comercial como imponer altos impuestos a productos de procedencia mexicana aunado a la posibilidad de poner fin al entonces TLCAN (también conocido como NAFTA por sus siglas en inglés), Trump y su administración tuvieron en “jaque” al gobierno mexicano.

Trump manifestó en reiteradas ocasiones su intención de cambiar radicalmente el tratado e incluso de liquidarlo, ya que, en su opinión, desde que entró en vigor en 1994 había perjudicado sistemáticamente a Estados Unidos, lo que llevó a calificarlo incluso, como el “peor tratado comercial en la historia”, así su revisión se convirtió en una de sus mayores prioridades.

Este miércoles 29 de enero con la firma que hizo Trump se ha dado un paso más en el camino del nuevo T-MEC después de que el pasado 16 de enero el Senado de Estados Unidos aprobara el acuerdo por parte tanto de demócratas como republicanos. Aún falta la ratificación de Canadá para su entrada en vigor toda vez que el Congreso mexicano lo hizo el pasado 12 de diciembre.

Más allá de considerar este acuerdo como un triunfo para Trump por las cláusulas que logró impulsar particularmente en lo referente a la industria automotriz, el mercado lácteo canadiense o las normas y disposiciones en materia laboral, hemos de verlo como una gran oportunidad para impulsar el desarrollo económico y la competitividad de la economía mexicana.

No se trata de “lanzar las campanas al vuelo” y suponer que este acuerdo tendrá efectos automáticos e inmediatos. Ciertamente abre enormes posibilidades al generar un ambiente de certidumbre económica y comercial frente a nuestro principal socio comercial al tener una vigencia establecida de 16 años con revisiones cada seis.

Se espera que el T-MEC aumente la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros, estabilice los mercados financieros, así como el tipo de cambio lo cual tendrá efectos positivos mismos que aunados a políticas y programas económicos eficientes podrán impulsar el crecimiento económico del país ya que durante el 2019 el INEGI reportó prácticamente un cero por ciento de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) lo que hizo que varios analistas hablaran de una “recesión técnica”.

Hoy las bases están dadas para impulsar el desarrollo nacional: México se ubica, a pesar del nulo crecimiento del 2019 dentro de los primeros 15 países con mayor Producto Interno Bruto del mundo, contamos con un nuevo acuerdo comercial (T-MEC), la inversión extranjera sigue llegando a nuestro país, y esta semana el presidente Andrés Manuel López anunció un nuevo gabinete para el fomento, inversiones y el crecimiento económico.

Estamos ante una oportunidad histórica para hacer de México una economía próspera en beneficio de todos los mexicanos. Las opciones son aún mayores para las entidades del norte del país dada la frontera compartida con Estados Unidos y la estrecha relación que guardan los estados fronterizos con sus vecinos del otro lado del río Bravo. La integración con Texas de los estados de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas ofrecen aún mayores ventajas… No permitamos que la inercia, la corrupción y la inseguridad mellen esta oportunidad.

La autora es Doctora en Relaciones Internacionales, especialista en Asuntos Globales y Política Internacional. Profesora investigadora de la Escuela de Gobierno y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.