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La novelista y poeta Margaret Atwood nació en Ottawa, la capital de Canadá, en 1939.
Foto: Leonardo Cendamo - Leemage / AFP

Así escribe Margaret Atwood, la gran invitada al Hay Festival 2020

Candidata al Nobel de Literatura, la autora canadiense estará en Cartagena en enero próximo.

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Narradora de extraordinaria elegancia, agudísima ensayista y activista reconocida, la canadiense Margaret Atwood es una de las voces literarias imprescindibles de nuestro tiempo, y su permanente candidatura al premio Nobel de Literatura la hace uno de los pesos pesados del Hay Festival de Cartagena 2020.

Con el fin de ir aderezando su público, comentaremos uno de sus libros de cuentos y uno de sus más sesudos ensayos, de invaluable valor para debates de género, ambos editados por Lumen.

Chicas bailarinas es un volumen con el que la escritora de Ottawa (1939) pisa duro en el terreno de la narrativa corta.

El ambiente semiurbano en el que transcurren los relatos, está habitado por personajes cuyo denominador común es una combinación de soledad, desajuste emocional, inadaptabilidad o aversión social y una absoluta incompetencia para comunicarse.

Estas personas viven en el autoengaño, el ocultamiento y la simulación; entre la molicie y la autocomplacencia.

Por ejemplo, en el relato Translúcida, una pareja sostiene su relación sobre la abyección de ella hacia él, ni siquiera viven juntos, y el haragán mujeriego solo espera que ella lo visite, lo complazca como a un reyezuelo y le arregle su pocilga, pero ella no le falta.

Y hay que ver los párrafos venenosos que trae el cuento, como este, a propósito de la maternidad: “He llegado al extremo de leer un par de libros sobre los ejercicios que conviene hacer y sobre lo que llaman parto natural, aunque tener una calabaza o un tomate sería, en los tiempos que corren, más agradable y útil que tener un bebé. El mundo no necesita más genes”.

Por su parte, el relato que lleva por título Cuando sucede es una magnífica escenificación de los temores que trae la vejez y muestra qué buena es la imaginación cuando la pareja no tiene qué hacer ni qué decirse.

Chicas bailarinas está habitado por personajes cuyo denominador común es una combinación de soledad, desajuste emocional, inadaptabilidad o aversión social.

Mientras que Vidas de poetas es una brillante descripción (con burla) del mundillo de los poetas malos que se creen buenos y de lo que puede ocurrir si una mala poeta se junta con un pintor de medio pelo (¡a ver quién de los dos es más recostado que el otro!).

La comepecados es fehaciente demostración de cuán fuerte puede ser el lazo que une a un médico (tres veces divorciado) con una paciente.

Y el cuento que le da el título al libro (Chicas bailarinas) muestra que en una residencia estudiantil, la casera no halla cómo meterse en la vida de sus inquilinos, hasta que por chismosa se lleva su chasco.

De los nueve cuentos restantes, ni hablar... ¡son tan buenos! Sin embargo, no sobra recomendar: El marciano, La tumba del famoso poeta, El resplandeciente quetzal, Historia de un viaje y el que cierra el volumen, Dar a luz.

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Chicas bailarinas es editado por Lumen.
Foto: Archivo particular

Oda a la ética y estética

La maldición de Eva es una especie de ideario ético y estético de Atwood, cuyo tono y conceptos la acercan mucho a Susan Sontag.

Esta obra señala lo difícil que ha sido para las mujeres abrirse campo en el terreno de la cultura, sobre todo en el literario. Por ello, su base epistemológica es un feminismo bien sustentado con argumentos, exento de intransigencia.

La lucidez de Atwood es arrolladora; su erudición, inconmensurable, y su humor, inteligente y corrosivo. En este compendio de ocho conferencias, reflexiona de forma laudable sobre el quehacer literario y la construcción de buenas novelas.

Según la autora de Alias Grace, “las novelas más malas suelen estar llenas de nobles sentimientos y de modelos de comportamiento”. Por ello reivindica el derecho de la mujer a no ser perfecta.

Atwood confiesa que su mayor influencia ha sido George Orwell (de ahí su mirada nada complaciente con la especie humana)

Atwood confiesa que su mayor influencia ha sido George Orwell (de ahí su mirada nada complaciente con la especie humana), y en una demoledora diatriba epistolar le advierte a América: “Si sigues bajando por esta pendiente resbaladiza, la gente del resto del mundo dejará de admirar las cosas buenas que tienes”.

Así que en esta aguerrida mujer, egresada de la Universidad de Toronto, tenemos a una escritora de fuste que nos caerá con todo el peso de su celebridad en el próximo Hay Festival. La cita con ella es en la ciudad Heroica el próximo 30 de enero.

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La maldición de Eva es editado por Lumen.
Foto: Archivo particular

JORGE IVÁN PARRA
Especial para EL TIEMPO

* Crítico literario, autor del blog ‘De libros y autores’ de EL TIEMPO y profesor de las maestrías de Literatura y de Filosofía latinoamericana de la U. Santo Tomás