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Una Francia paralizada se dirige hacia la segunda jornada de movilización nacional

La huelga de los trabajadores del transporte en las principales ciudades, que se mantiene desde el jueves pasado, da una sensación de paralización en toda Francia. Mientras tanto se prepara la nueva jornada de movilización nacional para este martes, contra la reforma de pensiones de Macron.

La fuerte huelga del transporte que se mantiene desde el jueves pasado da un sensación de bloqueo en las principales de Francia. Trabajadores de trenes, metro, ómnibus, ferrys y aviones se plegaron en su mayoría al llamado de paralización contra la reforma laboral de Macron paralizando el país, mientras se prepara para este martes una nueva jornada de movilización, que el jueves pasado tuvo su primera edición con la participación de 1.500.000 personas en las calles de todo el país.

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Los huelguistas franceses que enfrentan la reforma de pensiones, mantuvieron este lunes el pulso al Gobierno de Emmanuel Macron en una jornada marcada por la paralización casi total del estratégico sector del transporte, con estaciones abarrotadas, metros y trenes cerrados y nuevas convocatorias para continuar la huelga este martes.

En la quinta jornada de huelga solo circularon un 20 % de los trenes de alta velocidad (TGV), largo recorrido y cercanías de París, y un 30 % de los regionales, mientras que en el metro parisino diez de sus 16 líneas estuvieron cerradas.

En el caso de los trabajadores de los trenes y el metro decidieron este lunes extender la huelga hasta el viernes, lo que hace pensar que otros sectores los puedan seguir en las votaciones de este lunes y de mañana, martes.

La capital amaneció con un embotellamiento del tráfico de hasta 620 kilómetros, como no se había registrado en cinco años.

Los trabajadores y trabajadoras volvieron a salir a las calles para hacer piquetes de convencimiento y evitar que las compañías hicieran funcionar un servicio mínimo del transporte con personal jerárquico, lo que representaba un peligro para los usuarios y los huelguistas que permanecían cerca de vías y estaciones.

La Confederación General de Trabajadores (CGT), Solidarios y Fuerza Obrera (FO), así como sindicatos estudiantiles, convocaron a una nueva manifestación nacional interprofesional (de todos los sectores en lucha) en contra de la reforma para este martes, día previo a que el primer ministro, Édouard Philippe, presente la totalidad del proyecto del Gobierno.

Mientras tanto, el Ejecutivo juega la carta del diálogo. Eso es lo que hasta el momento le ha permitido insistir con seguir adelante en la reforma jubilatoria. Un texto del que se conoce poco aún, pero del que la mayoría de los franceses ya están en contra y que significaría eliminar 42 regímenes especiales de pensiones que existen hoy en el país (entre ellos los de trabajos insalubres), aumentar la edad de jubilación y reducir las pensiones. A este diálogo es que se vienen prestando los sindicatos que se vieron obligados a llamar a la huelga por la enorme presión de la base desde hace meses, pero que siguen generando expectativas en algún tipo de negociación con un Gobierno que ya se mostró inflexible.

A pesar del reclamo de la calle de que el proyecto de reforma se retire por completo, las direcciones sindicales aceptan el juego del Gobierno, como el del alto comisario de la reforma de las pensiones, Jean-Paul Delevoye, que indicó que el diálogo con los sindicatos y la ciudadanía continuará hasta principios de 2020, cuando el Gobierno prevé llevar el proyecto a la Asamblea Nacional.

Macron y su equipo solo parecen dispuestos a ceder en los tiempos de la aplicación, ofreciendo una transición más lenta pero sin tocar los ejes principales de un proyecto que era una de las promesas electorales con las que el actual presidente llegó al Elíseo. Emmanuel Macron se presentó desde su triunfo como un reformador que iba a estar por arriba de todos e iba a avanzar con modificaciones estructurales en las áreas de empleos y pensiones como no lo habían podido hacer sus antecesores. De hecho, la huelga actual recuerda a la que en 1995 enfrentó el primer ministro Alain Juppé, y que tuvo que terminar descartando después de varias semanas de huelga que acabaron también con su Gobierno.

Lejos de la imagen que quiso mostrar, Macron tuvo que retroceder a poco de haber llegado al poder cuando hace más de un año explotó la rebelión de los chalecos amarillos. Un movimiento que empezó en contra del aumento del combustible, se extendió en el tiempo cuestionando la miseria social, la precarización social, el alto costo de vida, la desigualdad y las reformas de corte neoliberal. Este movimiento empalmó con el activismo de sectores obreros que vienen de enfrentar distintos ataques, como los ferroviarios, y ahora en la salida masiva contra la reforma de las pensiones. Si algún ataque pudo lograr pasar Macron es este tiempo, fue justamente gracias al accionar de las direcciones sindicales que lejos de buscar una alianza con los Chalecos Amarillos, los dejaron en soledad hasta que la misma dinámica social los obligó a terminar llamando a las jornadas de huelga que comenzaron el jueves pasado.

Por lo pronto, el bloqueo de los transportes no parece que vaya a acabar este martes, cuando la compañía nacional ferroviaria (SNCF) y la de transporte metropolitano (RATP) en París avisaron que el tráfico permanecerá "muy perturbado" todo el día, y en varios sectores ya votaron continuarlo hasta el viernes.

Tan solo un 20 % de los trenes de alta velocidad y cercanías circularon y en la red de media distancia funcionarán tres de cada 10 líneas y sustituidas por autobuses, y además se ha anulado la conexión con España e Italia.

En el tráfico aéreo, Air France ha anunciado la supresión del 30 % de sus vuelos de corta distancia y algo más del 10 % de los de media distancia, a petición de la Dirección General de la Aviación Civil, que ha solicitado a las compañías reducir sus programas de vuelos para este martes en un 20 % por las huelgas.

Es muy probable que varios de los sectores que vienen en huelga voten extender los paros durante toda la semana, y algunos no descartan que la movilización se prolongue incluso hasta las navidades.

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