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John Fogerty, en una de las actuaciones de la gira de 50º aniversario de su carrera, en Louisville, Kentucky, el pasado septiembre.GETTY IMAGES / STEPHEN J. COHEN
CRÓNICA

John Fogerty celebra medio siglo sobre los escenarios

El excantante de Creedence Clearwater Revival enloquece al público en la escala en Las Vegas de la gira de 50º aniversario de su carrera

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El mismo año en que Neil Armstrong pisó por primera vez la Luna (1969), John Fogerty conquistó América al frente de Creedence Clearwater Revival. Fogerty no tenía el carisma de Jim Morrison, el talento sobrenatural de Hendrix, la poesía de Dylan o la electricidad de Mick Jagger. Pero sí una voz que salía de las entrañas de la tierra, como un león que ruge al hundirse en el pantano, así como una brillante sensibilidad para capturar el imaginario estadounidense, particularmente el sureño. Lo plasmó en canciones cortas y minimalistas para los estándares de la época, hipnóticas y empapadas de la tradición del soul, el blues y el country. Cuando los Beatles se disolvieron en 1970, la Creedence pasó a ser la banda de rock más codiciada del planeta. 

Springsteen dijo de ellos al inducirlos en 1993 en el Rock & Roll Hall of Fame que “hacían música para los Tom Sawyers y Huckleberry Finns emboscados en los caminos”. Y Jake Rohrer, uno de sus publicistas, que más que aportar algo nuevo a la cultura, “lo que hicieron fue recordarles a los americanos de dónde venían”. Con esas credenciales no es de extrañar que Fogerty siga llenando salas a sus 74 años, en la actual gira estadounidense de celebración de sus 50 años de carrera. En el teatro Wynn de Las Vegas no cabe un alfiler. Es sábado 16 de noviembre y un público muy entrado en años enloquece con los primeros acordes de ‘Born on a Bayou’, seguida sin remisión de ‘Green River’, ‘Looking at My Backdoor’ y su maravillosa versión de ‘Suzy Q’, el primer hit de la Creeedence en 1958.

“No puedo creer que hayan pasado más de 50 años de Suzy Q”, dice Fogerty para romper el hielo. Le acompaña su hijo Shane en la guitarra rítmica y una banda que parece sacada de una tienda de segunda mano de Haight Ashbury. Pantalones de campana, bandanas y melenas largas, arropadas por imágenes de la contracultura hippie en la pantalla. Fogerty lleva todo el año embarcado en ‘My 50 year trip’, una gira retrospectiva para celebrar el medio siglo transcurrido desde que la Creedence explotara en 1969 con tres discos de platino y fuera una de las cabezas de cartel en Woodstock

Reconciliado con la vida

Parece un hombre reconciliado con la vida y su propia música después de un larguísimo viacrucis. Y es que, tras la disolución de la banda de El Cerrito (California) en 1972, solo cuatro años y siete discos después de su debut, las rencillas, los celos y las batallas judiciales consumieron a sus cuatro miembros. Fantasy se quedó con todos los derechos editoriales de las canciones y Fogerty se enzarzó en un sinfín de demandas con Saul Zaentz, el capo de la discográfica. Stu Cook (bajo) y Doug Clifford (batería) crearon Creedence Clearwater Revisited para tocar el viejo repertorio. Y Tom Fogerty, guitarra rítmica y hermano del cantante, trató de rehacer su carrera en solitario antes de morir de sida en 1990, una enfermedad que contrajo accidentalmente en una transfusión de sangre. Murió casi sin hablarse con su hermano, que se sentía traicionado por la cercanía de Tom al dueño de Fantasy. 

Durante 15 años Fogerty no pudo tocar siquiera sus canciones. Y había perdido la alquimia para componer. Entró en un silencio paralizante y se refugió con su familia en una granja del Oeste. Ahora, sobre el escenario, huye de la introspección. Deja que sus canciones hablen, fieles al modo en que fueron grabadas. Canciones de premoniciones cuasi bíblicas (‘Bad Moon Rising’), de gentes en perpetuo movimiento (‘Up Around the Bend’), de feliz celebración de la vida (‘Hey Tonight’) o destellos de la convulsión social de la época (‘Who’ll Stop the Rain’).

Fogerty ha perdido algo de fuerza en las cuerdas vocales, pero sigue dando saltos sobre el escenario y hasta se marca unos pasos del pato emulando a Chuck Berry. No es difícil emocionarse. Intercala canciones de su más discreta carrera en solitario (‘Centerfield’ y ‘The Old Man Down the Road’, que le valió una rocambolesca demanda de Zaentz por plagiarse a sí mismo) y rinde homenaje a Woodstock con versiones de ‘With a Little Help from my Friends’ o el ‘Star-Spangled Banner’ de Hendrix. La interpreta su hijo y, como en el festival, acaba literalmente con una guitarra en llamas. 

Siesta de medio millón de personas

En Woodstock se reservó a la Creedence el mejor horario del festival, pero el caos organizativo y la marmita de ácido que devoraron The Greatful Dead acabaron trastocando los planes. “Cuando empezamos eran las 2.30 de la mañana y los Dead habían puesto a dormir a medio millón de personas”, dice Fogerty entre las carcajadas del respetable. Para el final del set se guarda ‘Run Through the Jungle’ ‘Fortunate Son’, himnos de la guerra de Vietnam y sus protestas. Cierra con ‘Bad Moon Rising’ y ‘Proud Mary’ en el bis, el tema que lanzó la carrera de la Creedence. 

La gente está entusiasmada. "Oh my God, qué concierto" exclamaba una mujer por el pasillo. “Mucho mejor que los Revisited, dónde va a parar”, decía un matrimonio de Alburquerque. Saben que han visto a un mito, un hombre corriente que compuso un capítulo esencial de la banda sonora norteamericana y la historia del rock.