¡También fueron niños!

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Sí. Los recibieron con alegría o preocupación. No sé. Solo sé que gatearon, dieron sus primeros pasitos y sus primeros balbuceos cuando de sus boquitas diminutas salieron las palabras papáaa -Mamáaa. A lo mejor jugaron con bolitas o trompos, apostaron carreras y se reunían a planear travesuras. Crecieron, se enamoraron y se casaron. Tal vez no. Alguna violación terrible sucedió o fueron víctimas de maltrato familiar y sus infancias recorrieron el infierno. Pero tuvieron padres e hijos. Entorno familiar.

Digo tuvieron, alguna vez, porque en algún momento los abandonaron en las calles o los dejaron a la vera de los hospitales, sin papeles, como seres que ya no sirven, que nadie quiere, que nadie extraña.

Son los cientos de hombres y mujeres que han pasado por el Hogar para el Anciano Abandonado. Esa casona del barrio Alfonso Bonilla Aragón, donde los ama, los cuida, los alimenta y los viste Anabeiba Lasso Fori, una mujer fuera de serie que los acuna como niños, los niños que algún día fueron y luego los tiraron como basura a morir a la calle.

La conocí por casualidad con el doctor Guillermo Zapata, otro apóstol de los ancianos indigentes. Me contó su historia. Me recibieron con aplausos y sonrisas muchas de ellas sin dientes, pero con ese brillo en los ojos de quienes sienten que los aman.

Años y años de recoger, cuidar y entregar su vida a ellos. Con su familia y voluntarios. Con su fe inquebrantable, con ese corazón que llegó a este mundo para amar a los más abandonados.

Años de conocerla y admirarla. Respetarla. Ver pasar tantos seres que tuvieron amor y hogar en los últimos años de vida. Nadie sabe sus historias porque les quitaron sus papeles para que no existieran.

Pero sí existen. Sí viven y comparten. Sí miran revistas viejas y miran el fútbol en la televisión. Tienen su hogar donde se respira limpieza y amor.

Acabo de llegar de Quito y me entero de que ella, Anabeiba, que jamás ha recibido medallas ni premios, ni figura en páginas sociales, está enferma y además en apuros económicos. Llora por sus ‘niños’. Teme perder una casa que compró para ampliar el Hogar. Cada vez son más los ancianos que botan como desperdicio.

Es Navidad. Época en que entregamos regalitos, nos encontramos en familia, nos olvidamos por un momento de problemas y angustias.

Es Navidad también para ellos. Los invito a compartir con esos seres. Ella recibe comida no perecedera, pañales, jabón, ropa, cobijas, revistas y adornos para las ‘niñas’ que no han perdido su vanidad.

También aportes económicos. La deuda es grande.

Pueden contribuir consignando algún aporte, así sea pequeño, a la Cuenta de Ahorros de Bancolombia No. 06111285428, a nombre de Anabeiba Lasso Fori, CC 31937618. Nit 900 148494-5.
O llevarles algo. La dirección es Calle 91 A No 26P-47, barrio Alfonso Bonilla Aragón.

Son más de cien ancianos. En esta Navidad regalémosles una sonrisa amorosa y algo que les haga sus días finales más alegres. Sí podemos. Ellos también fueron niños alguna vez, y ese Niño que festejamos también nació en un pesebre.

Gracias Anabeiba por existir. ¡Gracias por dar tanto amor!