"Y la culpa no era mía, ni dónde estaba (de linier en un partido) ni cómo vestía"

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Sí, hay machismo. En todos los ámbitos y en todas las sociedades. En mayor o menor medida, pero lo hay, lo niegue quien lo niegue Las mujeres, sólo por el hecho de serlo, están sometidas a una violencia -dialéctica, física y/o psicológica- que no sufren los hombres.

Estos días en los medios conviven noticias de avances y retrocesos sobre este tipo de violencia, de cualquier tipo, contra las mujeres. Mientras cientos de chilenas han viralizado un himno feminista con el título 'Un violador en tu camino' para denunciar los abusos que aún sufren (con un estribillo que reza "Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía"), un espectador de un partido de fútbol regional disputado en Fuerteventura amenazó a una linier de sólo 16 años con el grito "¡Ay, esos tobillos! ¡Como te pille fuera, te violo!". Inaceptable y deleznable.

Cuando parece que avanzamos hacia sociedades más igualitarias y exentas de machismo, otros sucesos, y no son menos frecuentes, nos recuerdan que queda muchísimo camino por recorrer porque ciertas actitudes nos anclan aún en la prehistoria. Y, más allá de medidas y leyes que protejan a la mujer de esta violencia machista y arcaica, la única solución para acabar con ella es la educación, aquella que no distingue en ningún ámbito a la mujer del hombre, aquella que forma a personas.

Una educación en el respeto, sin insultos de ningún tipo (no sólo machistas). Tampoco en los recintos deportivos. Y costará porque, aunque a veces nos cueste aceptarlo, el machismo está tan arraigado en todos los sectores y estratos sociales que los cambios deben hacerse desde abajo y desde la infancia, también en nuestros comentarios y actitudes diarias. Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad si queremos acabar con ello. Porque "la culpa no era mía, ni dónde estaba (como esta joven, de linier en un partido) ni cómo vestía".