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Por qué nos gusta una canción: incertidumbre y sorpresa

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Un estudio publicado en la revista Cell ha llegado a la conclusión de que determinados giros inesperados en la música producen sensaciones placenteras en el cerebro.

La música es un lenguaje universal que nos hace sentir emociones y que cruza las fronteras, ya que se ha comprobado que la misma música es percibida como triste, melancólica, alegre o triunfal por culturas extremadamente distintas. Asimismo, la música es un placer. Pero ¿cómo se produce esta sensación placentera en el cerebro? Y lo que es más importante, ¿qué componentes debe tener una canción para producir placer, y por tanto convertirse en un éxito?

Un estudio publicado en la revista Cell ha llegado a la conclusión de que determinados giros inesperados en la música producen sensaciones placenteras en el cerebro. Nuestro cerebro es especialmente habilidoso haciendo predicciones, incluidas las progresiones de acordes. Acertar con el siguiente acorde produce una descarga de dopamina, y esto hace que muchas canciones populares sean una serie de cuatro acordes (primera, quinta, sexta menor, cuarta) que se repiten una y otra vez.

Pero este estudio ha ido un paso más allá. Cuando la canción se aparta de esa ruta predecible nos provoca tensión, y cuando luego nos sorprende con un giro inesperado de la melodía o la armonía, el placer se multiplica.

En el experimento se midió la actividad en el nucleus accumbens, la región del cerebro que procesa las recomepensas, además de la amígdala, que procesa el miedo y la incertidumbre, así como el hipocampo, responsable de la memoria y el cortex auditivo con más de 800 canciones de las listas de éxitos. El mayor placer se produjo cuando la persona no conocía la canción, pero la melodía era predecible (alta incertidumbre, baja sorpresa) o cuando la canción se desviaba de lo que el oyente esperaba (baja incertidumbre, alta sorpresa).

Esto ya se había comprobado estadísticamente en estudios anteriores, pero por primera vez se ha podido visualizar en la actividad del cerebro. Eso sí, la sorpresa tiene que ser algo mejor que lo que se podía predecir. Si alguien desafina puede resultar sorprendente, pero no produce placer.