Pólvora, alumbrado y una Virgen a oscuras
Cada año se nota más el control en la venta y el uso de pólvora, lejos quedaron los tiempos de las casetas que la comercializaban en sitios céntricos de la ciudad de Popayán y los municipios del Cauca; del señor con la carreta recorriendo los barrios con volcanes, cohetones, silbadores, granadas, jabones y tantos artículos detonantes y pirotécnicos que hacían parte fundamental de las celebraciones navideñas.
Y eso es un gran logro como sociedad, pues una de las cosas más dramáticas y dañinas desde el punto de vista emocional y físico es una quemadura por pólvora en un niño, un asunto del que nunca logran recuperarse totalmente. Los peores casos son los que terminan con lesiones anatómicas y funcionales; las profundas cicatrices psicológicas que generan baja autoestima y rechazo social. Terrible. Por lo tanto nunca estarán demás las campañas y todos los esfuerzos institucionales para erradicar esta práctica de nuestra sociedad hasta que nos volvamos sensatos.
Según la legislación se considera maltrato infantil no intencionado, sancionado por la ley, que los niños resulten afectados por la manipulación por pólvora, ya sea por suministrarla y someter al menor de edad a un riesgo innecesario, o por omisión y descuido.
Recordemos además que hace dos años las autoridades encontraron una tonelada de pólvora, avaluada en 50 millones de pesos, en un contenedor ubicado en el sector comercial El Cubo y contiguo a la cabecera de la pista del aeropuerto Guillermo León Valencia, en Popayán, una prueba de que cuando las cosas se prohíben, despiertan el interés de los empresarios de lo ilegal. Sospechábamos que este nuevo tráfico ilegal se iba a disparar pero felizmente no ha sido así, y las incautaciones son las que se consideran normales.
Y sin que hayan salido aun los balances consolidados de las cifras de quemados, parece que este año va a continuar la tendencia a la baja. En cuanto a Popayán, la gente sigue fiel a la tradición de la iluminación que le da un cariz distinto y bonito a la ciudad. El lunar negro según la gente que llegó al Parque Caldas para disfrutar del encendido oficial de la iluminación, fue la sensación de desorden e improvisación. Las luces se encendieron a las 9:30 pm, y mientras tanto la procesión tradicional de la Virgen tuvo que hacerse a oscuras. Una vergüenza. Este es el sello de esta Administración Municipal caracterizada por el desgreño en sus actuaciones, en su falta de formalidad. Esperemos que lo que queda de fiestas decembrinas se viva en familia, con alegría, sosiego, sin pólvora, sin un solo niño quemado y con toda la solidaridad que seamos capaces de ofrecer a aquel que pasa por situaciones difíciles.