Sorpresa, irregularidad, frustración e ilusión, en un semestre bravo del fútbol cordobés
De la frustración de Belgrano, a la sorpresa de Estudiantes, pasando por la renovada esperanza de Instituto y el intenso año de Talleres.
by Enrique VivancoNadie podía asegurar antes del comienzo de la Primera Nacional que Estudiantes de Río Cuarto (28 puntos), en la primera rueda del torneo, le iba a sacar en la Zona A 13 puntos de ventaja a Belgrano (15). En aquellos fríos días de agosto la especulación giraba en torno a los rivales más difíciles con los que los de Alberdi iban a luchar por el ascenso directo a la Superliga.
Parecía caprichoso pensar de otra manera: su historia, su gente y su fútbol superior al que lo hizo descender debían llevarlos adonde estuvieron ocho años, en una época que sostuvo su mejor desempeño histórico en los torneos de la AFA.
Pero aquellos caprichos se amparaban en las sorpresas que muchas veces ofrecen estas competencias, y también en los visos de realidad que los del sur provincial podían plasmar como continuidad de un proceso serio y sin pausas. Y las dos cosas ocurrieron: Estudiantes sorprendió, al ser un equipo que continuó su evolución, y la confirmó en los números y en los campos de juego terminando como uno de los líderes de su zona.
Para llegar a esta actualidad, el León respetó un par de requisitos imprescindibles: le dio continuidad al grupo de jugadores que bien desde abajo lo había sacado del amateurismo y lo enriqueció con aportes que mejoraron su propuesta.
Lejos de derruirse, sus cimientos se solidificaron con elecciones responsables y productivas.
Eso explica la gran diferencia de rendimiento con Belgrano. En La Rioja y Arturo Orgaz, el temblor por el descenso desestabilizó una estructura que tuvo serios problemas para adecuarse, sino a lo nuevo, al menos a algunas características distintas.
La Primera Nacional no tiene grandes figuras, no muestra equipos brillantes y ofrece en el orden colectivo, la disciplina y el sacrificio entre los futbolistas “viejos y nuevos” las alternativas indispensables para salir a flote.
En Belgrano esa fusión todavía no ha funcionado. Los que sobrevivieron al descenso mantuvieron la inercia de dudas y de pobres o discretas actuaciones y la puntería para elegir los refuerzos, salvo un par de casos, sólo ha dado en los alrededores del blanco.
El párrafo para Instituto resalta su inagotable producción de jóvenes (en este caso, Bajamich) con rápida adaptación a la alta competencia, con potencialidades que lo tornan potable para escalar hacia otros mercados en el corto plazo.
Su materia prima no deja de brotar en La Agustina, siendo el principal sostén de su endeble realidad financiera y una de las armas de la que se vale César Zabala para componer un equipo de relativa buena campaña para los recursos metálicos disponibles, con varios recién llegados que no defraudaron y con el tiempo en el club de varios exjuveniles, hoy jugadores con bastante experiencia, que necesitan salir de la irregularidad para aspirar a logros más importantes.
Más allá de su lugar en la tabla de posiciones, Estudiantes (RC), Belgrano e Instituto harán todo lo posible para estar en donde está Talleres. A los tres clubes cordobeses del ascenso nada les resulta extraño de lo que sucede en barrio Jardín.
Allí la apelación a su feligresía para acceder a un carné que ayude a sostener a la institución es constante, lo mismo que sus vaivenes en las estadísticas alternando en la cancha buenas con malas, casi sin puntos intermedios.
El futuro promisorio es la ilusión (Dayro Moreno mediante, al menos para los hinchas), aunque áspero en el corto plazo, que podrá distenderse si Cubas, Bustos o quien sea, ahora, mañana o la semana próxima saludan desde el avión dejando los necesarios dólares o euros, que sirvan para seguir soñando en la Superliga y para mantener el deseo de volver a caminar por Sudamérica jugando copas internacionales.
Talleres se fue de vacaciones esperanzado con su futuro, más allá del empate contra Unión, y así cerró un semestre movido para los cuatro cordobeses que juegan en las dos principales categorías argentinas.